El neoliberalismo de Moreno mutila la educación superior

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Lunes 4 de Mayo de 2020

Este 30 de abril, un día antes de conmemorarse nuevamente el día de lucha internacional de la clase trabajadora, 1.500 docentes que se encontraban contratadxs por el gobierno bajo la modalidad de “contrato ocasional”, eran despedidxs. Si un elemento ha caracterizado la actuación del Gobierno Nacional en medio de la pandemia del coronavirus -además de su evidente responsabilidad de que al país se le haya salido de las manos en proporciones abismales- es el de profundizar la precarización de todos los ámbitos de vida del pueblo.

Las mutilaciones sucesivas a los presupuestos públicos de la salud y la educación continúan y se exacerban. Estos sectores son los pilares fundamentales y prioritarios en un Estado que garantizaría el derecho a una vida digna, antes que el derecho a la ganancia. Sin duda, el gobierno discrepa profundamente con este enfoque, prefiriendo el pago de la deuda externa por sobre la atención inmediata al comienzo de la emergencia sanitaria.

Aprovechando de la forma más oportunista el estado de excepción actual para imponer recortes en la educación superior que se aproximan a los 100 millones de dólares para este 2020. En lo que suman los tres años de gobierno de Lenín Moreno, se habrían recortado un total de 270 millones de dólares únicamente en el sector de la educación superior. La Ministra de Gobierno, María Paula Romo, justificaba los recortes declarando recientemente que “todos los presupuestos públicos tendrán que ajustarse este año”.

En la actualidad, las autoridades gubernamentales se aferran al discurso de austeridad como única solución ante el desplome histórico del precio del petróleo dos semanas atrás. Erróneamente, creen que la respuesta popular en tiempos de aislamiento y distanciamiento social no tendrá la misma contundencia.

El recorte paulatino y exponencial a la educación pública constituye uno de los puntos fundamentales de la agenda crediticia neoliberal. Definitivamente no responde a la emergencia que bien se podría manejar de manera mucho más cuidadosa con la vida del pueblo – se han planteado varias propuestas de redistribución e inyección de liquidez al Estado, como el dinero electrónico, prohibición a la salida de divisas, sobregiros respaldados por el Banco Central, el no pago de la deuda externa-. Propuestas existen, lo que no existe es voluntad política, que no existe por una miopía involuntaria. No existe la voluntad política de posicionar las vidas sobre el mercado, porque no se ajusta a su visión del mundo.

Para este gobierno de pocos -entrenado minuciosamente en las artes de la necropolítica, del dejar morir- la vida de las personas y de la tierra es prescindible. Mientras se perdonan miles de millones en impuestos a la banca, a grupos empresariales poderosos y corporaciones, mientras se sigue dando billete a los tenedores de deuda, los mismos de siempre; al pueblo nos quitan hasta la posibilidad de soñar y tener un proyecto de vida, la posibilidad de acceder a la educación pública, de calidad y gratuita. Las políticas de recorte de Lenín Moreno y compañía, constituyen la fantasía idealizada del neoliberalismo y su maquinaria de muerte y destrucción. Siempre el capitalismo reinventándose para explotarnos más y más. Lo que no calculan las élites nacionales, es nuestra capacidad de organización y resistencia.

Cuando el Gobierno Nacional anuncia que este lunes el país emprenderá el sucesivo paso a una “nueva normalidad”, esta es a la que se refiere: la normalidad en la cual los recortes constituyen la norma y los despidos en masa se encuentran a la orden del día tanto en el sector público como privado. Esto no es más que un intento de salvar fortunas privadas, de salvar empresas con ganancias gigantescas que curiosamente se declaran en quiebra a dos meses del comienzo de la pandemia.

El panorama actual advierte que la precarización de las condiciones de vida del pueblo se profundizarán en una magnitud sin precedentes. Según las últimas estimaciones de la CEPAL, la economía regional decrecerá un 5% en el 2020 y el Ecuador sobrepasará esta media en más de un punto porcentual. Esta realidad legitima el discurso de las élites económicas a reforzar la arremetida en contra de los sectores públicos y en contra del pueblo, para generar un escenario futuro de ingobernabilidad a causa de un endeudamiento excesivo e insostenible, y las medidas crediticias impuestas ante una sociedad que en estos momentos ya se encuentra atravesando los límites de la cohesión social como tal.

 

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