La falacia del libre mercado

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Lunes 7 de Febrero de 2022

La visita oficial del presidente Lasso a la República Popular China, que concluyó el 6 de febrero, invita a reflexionar en torno al mantra preferido del neoliberalismo en términos de comercio y política exterior: la liberalización comercial, o el libre comercio.

El gobierno de Lasso se impuso el objetivo de concretar una veintena de TLC durante los cuatro años de administración. Esto significaría la apertura completa de la economía ecuatoriana a los mayores mercados a nivel global. Tal parecería que los TLC con EE.UU., China y la entrada a la Alianza del Pacífico se concretarán este 2022, a profundo agrado de las cámaras de comercio del Ecuador. Durante esta visita oficial a China, Lasso logró la firma de un Memorando de Entendimiento, para encaminar la negociación y firma de un TLC hasta octubre de 2022. La burguesía pretende inundar el territorio nacional con un sinfín de productos subvencionados, a cambio de aumentar la exportación de materia prima en su totalidad. Este fenómeno desembocará en una reprimarización de la economía ecuatoriana, a la par de la liberalización absoluta de productos de consumo alimenticios, petroleros y mineros.

Por otra parte, la apertura comercial va acompañada de la continuación de la subasta de activos y sectores del Estado. En un foro empresarial celebrado el pasado 4 de febrero durante su visita oficial a China, Lasso proponía la subasta de CNT y otras empresas e industrias públicas. Entre las empresas presentes en la reunión con Lasso se encuentran representados sectores como la seguridad, salud e infraestructura, lo que indica también que el gobierno pretende masificar las afamadas alianzas público-privadas también en estos ámbitos. La maquinaria de seguridad china es, sin duda, la más avanzada en términos tecnológicos, y el apoyo de esta al gobierno de Lasso podría beneficiarle en el perfeccionamiento y blindaje de la maquinaria represiva del Estado burgués.

Mientras Lasso despreciaba el hecho de hablar de soberanía e “inclinarse al Imperio Chino” en 2015, en 2022 como presidente, resulta que un acercamiento agresivo a China se convirtió en una de sus prioridades a nivel de política exterior. En el encuentro con empresarios chinos, Lasso destacó los sectores petrolero, minero, telecomunicaciones, energía, infraestructura y la cereza del pastel, la venta del Banco del Pacífico. Para la burguesía, los sectores públicos nacionales se encuentran a libre subasta, terminando en la privatización y transnacionalización de activos y recursos del Estado.

En términos generales, cuando el neoliberalismo que ahora tiene el rostro de Lasso, plantea como una salida viable la apertura a Tratados de Libre Comercio, para el supuesto bien común, lo que está haciendo es desproteger de forma agresiva y abrupta a una economía pequeña de industrias medias o pequeñas y un campo mayoritariamente no subvencionado. Se ha demostrado históricamente que absolutamente todas las economías se han industrializado con un estricto régimen proteccionista. Incluso la economía China -ejemplar maquinaria del perfeccionamiento del capitalismo-, llegó a ser una potencia por medio de proteccionismo comercial, permitiendo que sus industrias crezcan en un ambiente en el que prima la protección a la industria nacional. Otros ejemplos de proteccionismo son Alemania, Israel, Japón y los mismos Estados Unidos. 

El primer actor que promueve el desarrollo industrial y económico de una nación es el Estado, la afamada inversión extranjera nunca ha sido un factor relevante en el progreso de un país. El proteccionismo a la industria nacional, conjuntamente con la subvención como política de Estado, han sido los motores económicos del desarrollo. Sin embargo, el discurso favorito del neoliberalismo es y será: el libre mercado. El método materialista histórico ha demostrado que la burguesía en tiempos de crisis –sea crisis de sobreproducción o crisis de sobreespeculación-, opta por deshacerse de una parte de la fuerza laboral, generando despidos masivos que precarizan a la masa asalariada, al tiempo que incurre en una supuesta conquista de nuevos mercados. Estos mecanismos van de la mano con la destrucción de la industria nacional, y con la pauperización de la clase trabajadora. Con la falacia del libre comercio, las clases que se benefician son las de siempre: importadores, exportadores de materia prima y la banca usurera.

Frente a lo que parece ser una ola de liberalización económica y comercial para el Ecuador, es preciso postular que el capitalismo periférico siempre será dependiente y los únicos ganadores del libre comercio, son la burguesía local y transnacional. Este fenómeno viene acompañado de una pauperización sucesiva de la clase trabajadora, como lo demuestra la reforma laboral que se entregará a la Asamblea Nacional en abril. Se preparan así las vías para que el capital que entre a la economía nacional desde el extranjero, como el capital local que ya nos explota, no tengan los más mínimos obstáculos, entre los cuales se encuentran sobre todo los derechos laborales y contractuales, además del régimen de impuestos, del cual se encontrarán exentos.

Al mismo tiempo, la maquinaria económica imperialista y ante todo el FMI, pronostican una desaceleración económica en los dos siguientes años para América Latina, con índices de crecimiento del 2,4% en 2022 y 2,6% en 2023. El FMI concluye también que la recuperación económica regional a niveles pre pandemia podría aplazarse hasta el 2025.

Uno de los pilares discursivos que sostiene el neoliberalismo es el desarrollo económico por medio del libre comercio. Sin embargo, este se sostiene sobre una falacia, que es la igualdad de condiciones. La meritocracia juega un papel fundamental: según esta falacia, es responsabilidad de cada quien lograr el éxito, con trabajo duro y sacrificio. Sin embargo, si esto fuese cierto, todxs lxs pobres del mundo, toda la clase trabajadora tendría asegurado el éxito en los parámetros del capitalismo, y aun así cada día se engrosan los índices de pobreza. La razón se encuentra en que el capitalismo acumula en manos de unos pocos, algo más que dinero: acumula también capital político y social, que se traducen en oportunidades para la competencia.

La competencia es la base fundamental del libre mercado y del capitalismo en sí mismo. La falacia se encuentra en plantear a la competencia como si se fundamentase en un principio de igualdad. Esta mentira se vende al pueblo y la clase trabajadora como el santo grial capitalista, alegando que beneficiará al conjunto de la sociedad, impulsando el desarrollo y el progreso. Sin embargo, sabemos de antemano que esta base de igualdad es ficticia, no existe y nunca existió. En el mismo proceso de acumulación primitiva, la clase burguesa se quedó con todos los medios de producción y con las tierras, dejando a la clase trabajadora y al pueblo con nada más que su capacidad de trabajar para poder sostenerse, obligándonos a la esclavitud y patriarcado del salario. No solo que la clase trabajadora está obligada a trabajar por un salario, sino que este salario está diseñado para apenas cubrir las necesidades más elementales para su supervivencia. En el momento histórico neoliberal, estas condiciones se reducen incluso por debajo de la línea del sostenimiento más básico de la vida.

Lo que le espera al pueblo es una profundización de la precarización, para volver “atractiva” la economía ecuatoriana para atraer inversión, la entrada de las grandes maquilas, la privatización de sectores y empresas públicas a favor del capital transnacional y la decimación sistemática de derechos. Bajo el libre mercado, la burguesía es la que amplía sus privilegios de clase, mientras que el pueblo queda relegado a las migajas del neoliberalismo. La burguesía jamás velará por intereses que no sean los suyos. En definitiva, se prepara el banquete neoliberal de la precarización, la privatización y que prime el libre mercado. Dentro de este marco, el único camino digno en favor del pueblo es la organización popular anticapitalista.

 

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