Ecuador: un Narcoestado en anfetas

Narcobananero
Lunes 3 de Junio de 2024

Daniel Noboa y Cia. -como debería llamarse la República Bananera del Ecuador- continúa profundizando el sometimiento al imperialismo financiero yanqui. Este 31 de mayo, paralelamente a anunciar el mismo día la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles -vaya coincidencia-, el directorio del FMI dio luz verde al desembolso de USD 4.000 millones adicionales al Ecuador, en un periodo de 2 años.

El Ecuador sobrepasó su capacidad de endeudamiento regular en 2020, después de que Lenín Moreno haya contratado un paquete de deuda por USD 6.500 millones, con el pretexto de la reactivación económica y necesidad de asistencia a causa de la pandemia. Actualmente y por darse en circunstancias excepcionales -por sobrendeudamiento- tres cuartas partes de la nueva contratación de deuda se utilizarán para pagar la deuda previamente adquirida. Previo a Noboa, Guillermo Lasso había continuado con la contratación de deuda -única constante en la historia económica del país- con nuevos paquetes contratados: USD 700 millones adicionales con el FMI en 2022 y USD 200 millones con la CAF en 2023.

La tan aclamada deuda e(x)terna, con la que malabarean y se benefician todos los gobiernos de turno, incluye ahora el logro de Noboa de incrementar el IVA del 12% al 15%, que en términos relativos a los ingresos afecta mayoritariamente a la clase trabajadora.

Este presupone ser el tercer intento de la clase empresarial de imponer las reformas antipopulares que las instituciones financieras del imperialismo imponen sobre las economías dependientes y periféricas. En este sentido, Noboa habría cumplido con dos de las condicionalidades centrales que se le han impuesto al Ecuador: subida del IVA y eliminación de subsidios. Los gobiernos anteriores han intentado cumplir estas condicionalidades, que han despertado sus respectivos estallidos sociales y populares en Octubre de 2019 y Junio de 2022. Las condiciones actuales de la organización popular, conjuntamente con un estado de depresión social –similar al estado emocional que vivió el pueblo durante la pandemia- prácticamente constituyen un estado de indefensión que muy probablemente impida una movilización popular masiva. Al menos por el momento.

En la actualidad y gracias al círculo vicioso de la deuda, el Ecuador bordea los USD 90.000 millones entre deuda externa pública -con instituciones crediticias-, deuda privada -con tenedores privados de bonos del Estado, en su mayoría ecuatorianxs con fortunas en paraísos fiscales- y deuda pública interna -en su mayoría con el IESS-, que equivale a más del 75% del PIB. En términos generales, resulta inconstitucional que el Ecuador rebase el límite impuesto del 40% relativo al PIB, mientras también ha sobrepasado los mecanismos regulares de endeudamiento con FMI. Esto significa que un default en un mediano plazo resulta inevitable y lo que se intenta actualmente es retrasar ese momento al máximo posible, para seguir aprovechando el desfalco del Estado y provocar una crisis autoinducida que desemboque en la privatización de los sectores públicos.

Mientras tanto, Noboa pretende mantener a flote un “proyecto” de país que, según estimaciones del propio FMI, en 2024 crecerá un ridículo 0.1%. Contrario a la cortina de humo que vende Noboa bajo la ilusión de la “generación de empleo”, las condiciones de la clase trabajadora nunca han sido tan precarias. Mientras el país se hunde en el desempleo, la precarización y la violencia -de la que se beneficia directamente el grupo económico al que pertenece el presidente-, Noboa se hunde en una serie de falacias insostenibles. La profundización de la deuda externa simplemente nos subyugará aún más a la lógica del capitalismo decadente y terminal que trata de sostener el Norte global.

Como es evidente, el gobierno empresarial no generará ningún mecanismo para el cobro de las deudas millonarias que su clase tiene con el SRI. Solo el Grupo Noboa debe alrededor de 100 millones de dólares al Estado. En la carta que Juan Carlos Vega -el Ministro de Finanzas- envió al FMI, colocó entre los compromisos la eliminación gradual al impuesto a la salida de divisas, perjudicando considerablemente a la liquidez del país, así como también facilitará la fuga de capitales del crimen organizado y la calse empresarial –que comúnmente son lo mismo-. Mientras tanto, el FMI le da palmaditas en la espalda al bananero presidente por el alza del 3% al IVA, que recae principalmente sobre los hombros de la clase trabajadora.

Por otra parte, el gobierno del Ecuador también promete a los organismos multilaterales en su carta, intensificar la explotación petrolera. La visión lumpenezca de la burguesía nacional sostiene a la sociedad ecuatoriana en un permanente estado de miseria, perpetuando la lógica primario exportadora. Claro que al presidente Noboa le ha ido muy bien exportando banano y cocaína a todo el mundo, a costa del bienestar del pueblo y la clase trabajadora, cada vez más precarizada y expuesta a un sinnúmero de expresiones de violencia sistémica. En el país sobra la violencia y falta la comida, la educación y el trabajo.

Otra de las promesas que los gobiernos de turno han hecho al imperialismo financiero, es la famosa reforma laboral, medida soñada por el empresariado nacional. Lxs trabajadores han sido atacadxs desde hace más de 10 años con enmiendas, acuerdos, decretos y mandatos. Primero se mutiló el derecho a la huelga, después se crearon nuevos regímenes de contratación, quitándole a millones de trabajadorxs los derechos del Código de Trabajo. Durante la pandemia, la Ley de Apoyo Humanitario permitió despidos sin indemnizaciones y generalizó los contratos ocasionales. Lasso intentó meter una ley integral donde se contemplaba una brutal reforma laboral, que no logró pasar, aunque varios puntos se resolvieron vía Acuerdo Ministerial, como la flexibilización de la jornada laboral. En el periodo bananero, el gobierno intentó imponer sin éxito el trabajo por horas, y la Ministra Núñez se ha referido al Código de Trabajo como “el libro gordo de Petete”.

Por otro lado, pero en relación con el ataque a lxs trabajadorxs, esta semana las corporaciones de comunicación han prestado un inusual interés en el contrato colectivo de CNEL, en una intensa campaña de desprestigio al sindicalismo. En este momento el interés central es lograr privatizar todo el sistema de producción y distribución de energía eléctrica del país, y definitivamente trabajadorxs organizadxs y que gozan del derecho a la contratación colectiva, no convienen en el mercado. El proyecto neoliberal exige la privatización de las empresas estratégicas del Estado, por lo mismo, la burguesía en el poder se ha dedicado por años a autosabotearlas, los apagones son testimonio de ello. Ahora, después de cumplir la primera misión en el camino a la privatización, intentan descalificar en la opinión pública a sus trabajadorxs y a la organización sindical, para arremeter en su contra a vista y paciencia de la gente.

A 6 meses del gobierno de Noboa, el discurso de la guerra contra el terrorismo se cae. La gente no siente más seguridad, lo que siente es más hambre y miedo. Si bien los índices de violencia bajaron los primeros dos meses, el famoso Plan Fenix no ha logrado controlar la seguridad interna. Lo que sí ha logrado es precarizar aún más -aunque suene increíble- la vida de lxs PPLs, someter a los jóvenes de sectores populares y arremeter en contra de territorios de Pueblos y Nacionalidades, como es el caso de Palo Quemado y las Pampas en Cotopaxi. Este gobierno, como sus antecesores solo han sabido repartir miedo y miseria, mientras crecen sus bolsillos lacayos.

Mientras el país se encuentra en llamas, Daniel Noboa intenta vender la imagen de que apaga un incendio forestal -causado por él mismo- con un solo balde de agua fría llamado FMI, pagando deuda con más deuda, y así sucesivamente. Este es el verdadero significado de un círculo vicioso. Sabemos que cuando se hunda el barco, la clase narcobananera escapará a sus tan aclamados paraísos fiscales, como ratas en un naufragio. La República Bananera, además de imponer la violencia, el crimen organizado, la precarización laboral y un éxodo masivo a EE.UU., insiste en demacrar todavía más al Ecuador. Somos un Narcoestado en anfetas.

 

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