La izquierda y el canibalismo neoliberal

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El gobierno de Moreno es un claro ejemplo de antropofagia. Por fuera de caracterizaciones antojadizas de algunos actores políticos, que pretender ver esta práctica ritual en una inexistente izquierda, el verdadero acto de canibalismo es el banquete que en estos momentos está ocurriendo en el país, donde la oligarquía engalanada con sus mejores trajes, se come a la gente y sus ahorros cual Saturno a sus hijos.

Los acólitos son muchos, cada uno con su rol, incluyendo a la vieja izquierda, cuya racha de novata no cambia y, que hoy, después de varios meses de silencio cómplice, irrumpe con la acostumbrada cantaleta autocomplaciente, repitiendo la historia al verse copada por la derecha: darse la vuelta, retornar al pueblo pretendiendo que nada pasó, para ganar fuerza y re articularse al poder público una vez más.

Las camarillas políticas de la izquierda burocrática, creen tener, casi por designio divino, una vocación de poder que los determina a romper el sistema y buscar justicia social, más en realidad funcionan como empresas políticas de masas, agencias de empleo, dependientes de estructuras burocráticas nucleadas alrededor de intereses económicos específicos, determinando en última instancia, que su involucramiento con el pueblo siempre será instrumental.

Unos y otros, partidos y centrales de izquierda, en este punto, son cómplices de la rearticulación del neoliberalismo y están profundamente corrompidos, como tal, son una expresión más de la descomposición del sistema político burgués. Es evidente que carecen de rigor, legitimidad y propuesta, lo que dibuja el verdadero panorama: la inexistencia de la izquierda popular, de base, como un sector potente y organizado, el que, alrededor las necesidades reales de la gente pueda sostener procesos autónomos.

¿Acaso nadie advirtió, entre tan ilustres ciudadanos, que la oligarquía es el caníbal, el antropófago, el “Nico Tiberio”, de este asunto?

Ya lo advertía Pablo Palacio en su cuento, cuando algunos “valientes” provocaban al encarcelado creyendo que por su quietud y ojos vacíos se había convertido en un perfecto idiota. “Pero no les oiga” -escribe el poeta- “tenga mucho cuidado frente al antropófago: estará esperando un momento oportuno para saltar contra un curioso y arrebatarle la nariz de una sola dentellada.”

No por un silencio momentáneo, frente a la maquinaria mediática de la Revolución Ciudadana, la oligarquía estaba derrotada, todo lo contrario, esperaba en el fondo de su encierro el momento oportuno, acumulando capital, ganando fuerza política y legitimidad, construyendo en la antesala su momento de retorno, para finalmente lanzarse, como antropófago que es, y devorar al pueblo para saciar su gula.

 

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