El cura Cordero: que se vaya como el violador que fue

CURA CORDERO

En los últimos dos meses, la ciudad de Cuenca se ha “convulsionado” con las denuncias por abuso sexual a menores contra los sacerdotes César Cordero Moscoso y Germán V., cuya identidad no se ha difundido, y quien cuenta ya con una sentencia de 13 años, 4 meses y la irrisoria compensación económica de 2000 dólares por violar a un niño de 5 años.

El caso del “cura Cordero”, como se lo conoce, ha revelado a la “luz pública” la indolencia, ineptitud, inoperancia y la complicidad de las instituciones eclesiásticas, sociales, educativas y de justicia, así como, la comunidad misma que ha encubierto e ignorado éste y varios casos más.

Prueba de ello, es que el cura Cordero ya fue denunciado en 2010 ante la Junta Cantonal de Derechos de la ciudad de Cuenca, sin embargo, se alega que la misma no procedió como debía por la presunta prescripción del delito de violación a menores. Desde ese momento se evidencia la indolencia institucional ante las víctimas del mencionado personaje, porque la Junta argumenta que se emitió una resolución, la cual, nunca tuvo el seguimiento necesario, así, la denuncia no quedó más que en el archivo y hoy, nadie sabe dar cuentas de lo sucedido en dicha Junta. Incluso en instancias judiciales como la Fiscalía se habría desestimado la acción por la misma razón, la prescripción del delito, debido a que la violación tuvo lugar hace 40 años.

Entonces ¿cómo se hace público el caso a pesar de la indolencia e inoperancia institucional?

Para responderlo debemos remitirnos a inicios de abril de 2018, cuando después de un presionado lobby con autoridades municipales, se decide mocionar el nombre de César Cordero Moscoso para recibir la presea Santa Ana de los Ríos de Cuenca, máxima distinción que entrega la ciudad a personajes ilustres.

Es en ese momento cuando Jorge Palacios Barrera y su familia -  particularmente su hermana María – presentan una denuncia al Concejo Cantonal de Cuenca para exigir que no se otorgue dicha presea a Cordero Moscoso. La reacción fue no entregar el reconocimiento, aunque el aludido previamente ya había presentado una excusa por motivos de salud. Lo aún más sorprendente es que esta problemática fue ocultada por el Concejo Cantonal al no hacer público lo que había acontecido, y en la Sesión de Cabildo del 12 de abril fingir demencia.

Tuvo que ser el propio Jorge Palacios Barrera – persona admirable por su valentía – quien denunció los abusos sufridos a través de medios de comunicación nacional, debido a que en la ciudad nadie hacía eco de la situación, si eso no es complicidad ¿qué es?.

A raíz de la denuncia pública de Palacios, se han presentado 4 personas con acciones formales por violación y abuso sexual contra Cordero ante la Arquidiócesis de Cuenca, instancia que inicialmente se hizo de “oídos sordos”, sin embargo, fueron las presiones sociales ejercidas en medios, redes sociales y en manifestaciones públicas – como la marcha del 29 de mayo con más de 3.000 personas – las que condicionaron a la “Curia” a actuar iniciando procesos de investigación en las instancias canónicas y a emitir (el 30 de mayo) un comunicado apático que califica como “verosímiles las acusaciones” contra el cura Cordero y lo suspende del ejercicio del ministerio público mientras dure la indagación.

Quisiera nuevamente recalcar el valor de la familia Palacios y de la presión social organizada, ya que fruto de ello, Jorge Palacios rindió versión en la Fiscalía el 29 de mayo tras 40 años de impunidad e injusticia, en una investigación contra un “sacerdote con poder” propietario de extensas tierras, escuelas, colegio, universidad; quien fue ampliamente retratado y perennizado en efigies, cuadros y edificios que en estos días se han retirado y pintado, como símbolo de un ajusticiamiento social contra un victimario sexual de menores.

Ahora la lucha de las víctimas y de la comunidad sigue porque el cura Cordero de 92 años está consciente de los procesos judiciales y canónicos, pero todavía ostenta más de 30 reconocimientos a su trayectoria educativa entre: preseas, medallas, doctorados Honoris Causa, monumentos en Azogues, Méndez y Surampalti; incluso fue nombrado Monseñor, Obispo Titular de Nazareth, por la Iglesia Cristiana Ortodoxa de Moldavia y Bielorrusia. 

Cabe señalar que está situación no es una batalla contra la religión católica ni mucho menos, sino la lucha para denunciar a un abusador de menores quien escudado en la fe, el temor y en las necesidades económicas de la gente se aprovechó de los más indefensos: nuestros niños, niñas y adolescentes que asistían a sus instituciones educativas “de servicio social”. Por eso, las denuncias de las víctimas y el eco social no buscan una reparación económica o una plataforma mediática sino que el cura Cordero, patrono de instituciones educativas y “figura del servicio social”, se “vaya” como el violador que fue…   

 

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