Después de Vivas nos queremos ¿qué?

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Lunes 24 de Agosto de 2020

En junio de 2015 se creó la plataforma Ni Una Menos en la Argentina, que llevó a la movilización feminista más grande en el país del sur. En este contexto en 2016 en el Ecuador se funda Vivas nos Queremos como plataforma y espacio de encuentro de mujeres y organizaciones feministas. Como principio fundamental de la plataforma, se hacen y articulan las denuncias de las múltiples violencias que el patriarcado ejerce sobre los cuerpos femeninos, que en su máxima y más brutal expresión, termina con nuestras vidas: el feminicidio (término que reconoce no solo la acción individual de un agresor, sino la complicidad y el pacto patriarcal que existe desde la sociedad y el Estado). He ahí el nombre de la plataforma, haciendo eco al grito nuestro: “Ni una menos. Vivas nos queremos”.

El cierre de la plataforma Vivas Nos Queremos -el pasado 19 de agosto por medio de un comunicado emitido por la colectiva en redes sociales- debe ser interpretado desde varios frentes. Desde el reconocimiento de convertirse en la primera plataforma que logró convocar a colectivas e sujetxs feministas, familiares y víctimas de violencia patriarcal y feminicida, y articulada con el movimiento internacional feminista; por haber logrado convocar a las calles a miles de mujeres feministas y no, a interpelar el rol de la sociedad y al Estado cómplices de la desigualdad y la violencia patriarcal. Cómo desde la también justa crítica a la dirección punitivista, separatista, esencialista y pequeñoburguesa liberal de la plataforma; que en términos reales se percibió desde muchos espacios como exclusiva y excluyente.

Sin conocer a profundidad las causas específicas que desembocaron en el cierre de la plataforma, y sin la intención de darle cabida a rumores políticos y pugnas interorganizativas; creo que todas las feministas del país hemos tenido alguna relación con la plataforma de Vivas, sea directa, en las calles, en talleres y conversatorios, o simplemente de observación al desarrollo de la organización desde la academia. Los reconocimientos y críticas deben ser enunciados, no con el ánimo de destruir a lo que fue Vivas, sino con el ánimo de aprender de las experiencias organizativas. La primera tarea es reconstruir la forma de hacer política desde los feminismos como una actividad crítica, desde la clase, con convicción, en la lucha por los significados, por lo simbólico, desde las calles y dentro de cada organización y movimiento.

Queda claro que tenemos que dar una lucha ideológica desde los feminismos marxistas y anticoloniales. En algún momento de la historia reciente del movimiento feminista, se permeó por el academicismo blanqueado, punitivista, separatista radical y abolicionista. Que tendrá su validez como individuación y la autoidentificación; pero que no responde a las necesidades de la lucha antipatriarcal, anticapitalista y anticolonial. Para la construcción de una plataforma de organizaciones feministas y de mujeres, que pueda aportar de manera sostenida y efectiva a la construcción de mundos mejores posibles, queda de tarea la comprensión de los feminismos como una serie de teorías políticas y propuestas de mundos desde el antipatriarcado, el anticapitalismo y el anticolonialismo. Con miras a la transformación revolucionaria de la sociedad, y no como una política de representación femenina.

Impera la necesidad de un espacio de encuentro, dialogo y acción de organizaciones feministas y de mujeres de base. Un espacio más amplio del que se logró con Vivas, más clasista, enunciado desde la construcción de una conciencia de clase que reconozca al patriarcado en sus dimensiones máximas en los marcos del capitalismo colonial. Menos esencialista, que reconozca los mecanismos de opresión diferenciados que el patriarcado ejerce sobre todos los cuerpos. Que invite a mujeres trans y las reconozca en espacios que se han ganado a pulso en la lucha antipatriarcal en el país y el mundo. Que tenga en sus filas a trabajadoras sexuales, que admita el trabajo sexual como un trabajo digno y en necesidad de reconocimiento social y legal. Que se encuentre abierto para la militancia de varones antipatriarcales y feministas, y reconozca la capacidad de cualquier cuerpo de militar por los feminismos.

El lugar de los feminismos en la revolución comunista es el más relevante. Creería que el fantasma que recorre el mundo es morado, verde y feminista rojinegro. El hilo epistemológico, simbólico y fáctico del patriarcado es el que teje tan estrechamente el sistema de explotación: capitalismo-patriarcado-colonialismo. En este sentido, la superación sistemática de este cerco patriarcal podría ser la forma más efectiva de figuración revolucionaria. Quizás haciendo una relectura de los planteamientos de Gramsci, la primera trinchera que tenemos que tomarnos como revolucionarias en este circuito de capas superpuestas, sea precisamente el subcircuito de trincheras patriarcales que se contienen y alimentan el orden hegemónico expresado desde el capitalismo. La revolución no será feminista, sino que la revolución será el feminismo en sí.

 

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