Covid-19 y economía de guerra: ¿Qué hacer?

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Miércoles 25 de Marzo de 2020

Dependiendo de cuánto dure la actual cuarentena, podríamos encontrarnos en camino a un escenario de economía de guerra -sin destrucción de capital- pero con todas las cadenas de pagos y productivas interrumpidas. Puede convertirse en una crisis nunca antes vista, a nivel regional y global, una crisis de proporciones imprevisibles para el Ecuador, la región y el mundo. Las medidas económicas tradicionales no serán útiles para un escenario cada vez más complejo que se avecina. Dentro de esta problemática el Estado debe garantizar -como mínimo- un ingreso de subsistencia para los hogares.


Existen muchas familias en el país que subsisten de los ingresos que puedan generar a diario; muchas más si agregamos a aquellas que viven de una quincena y todavía muchas más si se suman las que viven de un ingreso mensual. Cuando se acaben las reservas en las despensas -y por la paralización de las actividades económicas no se cuente con dinero para adquirir alimentos e insumos esenciales- podríamos entrar en un escenario caótico de resquebrajamiento de la paz social. Este escenario tiene que ser prevenido a toda costa, y para lograrlo tenemos que utilizar todas las herramientas que la política pública tenga a su alcance.


¿Qué hacer?


Dotar de dinero a las familias del país -una transferencia directa a modo de renta básica de subsistencia para todos- por el tiempo que dure la emergencia resulta ser una medida fundamental. La herramienta para materializar esta medida se denomina dinero electrónico y el Banco Central del Ecuador (BCE) se encuentra en plenas capacidades para implementarlo.


Con el dinero electrónico, la población tendría cuentas directamente en el Banco Central del Ecuador y éste -a través de sus operaciones- puede dotar de recursos a las cuentas bancarias. Todos los hogares podrían acceder a estos recursos y todos podrían usarlos, porque para la efectuación de pagos se utilizaría el teléfono celular y no se necesitaría de conexión a internet ni de aplicaciones. Únicamente por medio de mensajes de texto sería posible realizar y recibir pagos. Considerando que en el Ecuador existe un mayor número de celulares que personas, con esta herramienta se podría llegar a casi la totalidad de la población. El límite a los recursos que el BCE puede colocar en estas operaciones, no se limitaría al tamaño de sus reservas internacionales, aunque en un futuro estos recursos sí se podrían ver afectardos.


Los riesgos asociados a las reservas internacionales – que representan el talón de Aquiles de esta herramienta- se mitigan evitando temporalmente la convertibilidad del dinero electrónico a dinero físico. Adicionalmente, resultaría ser un medio transaccional más seguro y además prevendría contagios por la circulación de billetes y monedas. Además, resultaría fundamental imponer serias restricciones a la salida de divisas. Como han sugerido algunos colegas economistas, es posible pensar en una convertibilidad posfechada y así garantizar que la población utilice únicamente el dinero electrónico sin demandar efectivo. Las reservas internacionales -en términos generales- pueden ser afectadas por las siguientes dos vías: la demanda de efectivo y giros al exterior. Con ambas variables monitoreadas, el dinero electrónico no representaría una amenaza para las reservas internacionales.


La potencialidad de esta herramienta es gigantezca, ya que en este mismo instante todos los ecuatorianos podrían recibir asignaciones monetarias y evitar así paralizar la economía, al menos asegurando un mínimo de subsistencia.


Dos incognitas centrales se presentan ante esta propuesta: quién debería recibir esta asignación y en qué monto. Personalmente, considero que debería ser una asignación a todos los jefes y jefas de hogar, una especie de renta básica de subsistencia familiar, y por un monto equivalente al de una canasta básica. Si no existe información de calidad disponible que permita materializar esta focalización, el monto debería asignarse a grandes grupos de población mayores de edad y luego ir focalizándola de forma consecutiva.


De igual importancia resulta el hecho que los grandes grupos económicos apoyen la herramienta y contribuyan a sostener la paz social. Es decir: no deberían presentarse obstacúlos de ninguna índole y que estos círculos acepten el dinero electrónico sin excepción alguna. Si este llegase a ser el caso, todos los encadenamientos productivos de estos grupos le seguirían.


Se recalca la naturaleza temporal de este tipo de herramientas y -cuando las cosas empiecen a regresar a la normalidad- el exceso de liquidez generado por la herramienta tendría que se retirado, en tal caso sí por medio de impuestos u otras herramientas.


Ante el panorama actual, las herramientas tradicionales fiscales y monetarias -como impuestos, subsidios, recortes, endeudamiento externo, reducción de tasas de interés, diferimientos de los créditos, suspensión de cualquier pago, etc.- no serán suficientes para enfrentar las consecuencias generadas por la pandemia. Muchas de estas medidas son necesarias e importantes, pero no suficientes. La solución reside en asegurar un ingreso a los hogares cuando no es posible salir al lugar de trabajo. No estamos hablando de una parcialidad de la población sino de casi la totalidad, la cual requiere un ingreso para subsistir y que -con la paralización de actividades económicas- simplemente no dispondrían de tal ingreso. Estas medidas tendrían un carácter de implementación inmediato y urgente, para poder prevenir un descalabro adicional al sanitario.


La implementación de la plataforma de dinero electrónico por medio del BCE no será tarea fácil, ya que lamentablemente el Estado decidió prescindir de su utilización. Sin embargo, resulta imperante y urgente desempolvarla. Si por el momento no existe voluntad política acerca de su utilidad, al menos deberíamos poder contar con esta herramienta. Ante la naturaleza de la emergancia actual, la necesidad de tener un Banco Central activo se convierte -en última instancia- en una obligación ética y en un aspecto central en el manejo de la isma.


Sin la existencia de estímulos económicos contundentes necesarios en el sector de la demanda, podría avecinarse una crisis con proporciones sin paralelas. La dimensión más desastroza en esos escenarios resultaría en el resquebrajamiento de la paz social: cuando existe la necesidad de asegurar alimento para una familia, el ser humano es capaz de todo.


El Ecuador y el mundo nunca se han enfrentado a una interrupción de las cadenas productivas y de pagos como la que estamos viviendo. Dependiendo de la duración de la misma, esta podría desembocar en contextos sociales, económicos y políticos de extrema dificultad y fragilidad. En situaciones como estas -presentando panoramas que resultan inéditos- impera la necesidad de proponer alternativas muy por fuera de lo tradicional y lo establecido, como Keynes en los 30 o las soluciones propuestas durante la crisis financiera global del 2009.