La desigualdad y su impacto sobre el planeta

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Jueves 4 de Abril de 2019

Partiendo de una comparación ecológica, los seres humanos somos una población animal que vive en desequilibrio. Suponiendo que el dinero es un recurso fundamental de supervivencia, se observa que la OXFAM en 2018 publica un informe que menciona que 26 individuos poseen la riqueza equivalente a 3.800 millones de personas, es decir, casi la mitad de la humanidad. Esto significa que, en los últimos 2 años, los ricos del mundo se hicieron más ricos y los pobres, más pobres. Entonces, ¿qué implicaciones tiene esto sobre el planeta?

A más de representar una catástrofe social envuelta en corrupción y malicia, presume una situación que empuja a las personas más pobres a subsistir en condiciones totalmente antiecológicas, adquiriendo productos de bajo costo, que generalmente tienen bajos estándares de calidad, y poca o nula regulación ambiental durante su producción. Este grupo de personas, en muchas partes del planeta no cuenta con otra opción ni los medios para salir de un sistema que incita a poner en riesgo la salud y la vida, para poder satisfacer sus necesidades más elementales. Tienen poco acceso a educación o servicios de salud de calidad, por lo que sus vidas dependen de los ingresos que bien puedan lograr, sean estos peligrosos, poco éticos, o ilegales.

Y justamente ahí radica el problema, la realidad que cientas de miles de personas dependen de esta industria cruel y contaminante para sobrevivir. Bajo estas circunstancias, muchos necesitan hacer daño a los animales, destruir la naturaleza, o a sus propias vidas con la esperanza de que su situación mejore, o al menos, que no empeore. Estas personas, que no conocen otras alternativas, escogen actividades como la tala de árboles, el saqueo de especies de los bosques, la caza, cultivo de transgénicos y fumigación con químicos como el glifosato. Fuentes laborales basadas en el uso de productos que ni siquiera pueden suponer lo que contienen o cómo actúan en sus cuerpos. Se adentran en minas sin ningún tipo de protección y son capaces de arrojar todos los desechos en los espacios en los que conviven, y eso termina finalmente también por comprender un paisaje natural.

El capitalismo necesita de la población pobre, precaria y marginada, para reproducir sus riquezas. Necesita de una población ignorante, que no cuestione lo que se encuentra a su alrededor, necesita personas que no critiquen las formas ni el sistema de producción y necesita mano de obra barata, para tapar todo lo que hacen bajo un sueldo miserable.

Los mecanismos de control estatales no tienen la capacidad de limitar estas realidades; las grandes empresas, en definitiva, no se hacen ricas pagando impuestos. Las grandes marcas no se hacen exitosas promoviendo el bienestar animal o el comercio justo. El capitalismo es el sistema más nocivo para el ser humano y la naturaleza, ¡y necesita serlo! De otra forma, sería mucho más difícil acumular fortunas.

Y aunque en un sistema justo quizás no fuera posible acumular tanta riqueza, resulta necesario cuestionar nuestra propia condición humana, incluyendo las circunstancias que la limitan. Las especies en su hábitat sobreviven mejor en base a la colaboración, que a la competencia. Quizás es tiempo de bajar de la nube antropocéntrica y definirnos a nosotros mismos como una especie más de este mundo, no la especie dominante. En los ecosistemas pertenecientes a los bosques, el aparecimiento de especies dominantes es síntoma o consecuencia de una alteración. ¿Seremos capaces de restaurar nuestros sistemas naturales de forma que los individuos dominantes regresen al equilibrio? La respuesta seguramente está en la naturaleza, pero hasta ahora, esta es pasada por alto.

Referencia:

OXFAM, (2018). El 1% más rico de la población mundial acaparó el 82% de la riqueza generada el año pasado, mientras que la mitad más pobre no se benefició en absoluto. Obtenido desde: https://www.oxfam.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/2018-01-22/el-1-mas-rico-de-la-poblacion-mundial-acaparo-el-82-de-la