¿Nebot y Lasso se volvieron feministas?

NEBOT HDPTA
Miércoles 7 de Agosto de 2019

Guillermo Lasso y Jaime Nebot, dos de las figuras más representativas de la extrema derecha ecuatoriana, dieron paso para que los bloques del Partido Social Cristiano (PSC) y CREO voten “libremente” en el marco del segundo debate de la reforma al COIP respecto a la despenalización del aborto por violación el día 6 de agosto en la Asamblea Nacional. Recordemos que este movimiento político no es ajeno a la derecha, al menos a Nebot, quien en enero de este año se declaró feminista en twitter, hecho que ejemplifica claramente como el adversario de clase está en la capacidad de asumir, cooptar y hacer para sus propios fines, las reivindicaciones históricas del feminismo. Y es que la declaración “feminista” de ambos representantes de la oligarquía, tiene otro sentido, más profundo, al evidenciar que las fuerzas progresistas, de izquierda, e incluso el feminismo liberal hegemónico, han cedido la perspectiva política del aborto en la opinión pública a la derecha.

Está claro que el correísmo en la Asamblea Nacional no ha tenido una postura unitaria al respecto, tan claro como que, si Rafael Correa estaría en la presidencia Gabriela Rivadeneira no podría vestir una pañoleta verde sin que a este le dé una embolia cerebral. Sin duda, la composición heterogénea del bloque correísta, así como la negativa moralista de Correa respecto al tema, explican que este sector haya cedido la cancha al PSC y CREO en un debate en el que cualquier fuerza “progresista” tomaría partido desde un inicio.

El feminismo urbano también ha cedido, momentámente, la discusión en torno a la clase y las diversidades sexo genéricas, profundizando su guión punitivista separatista, demostrando los límites de la clase media que pulula a su alrededor, cuyo contacto con los sectores y mujeres populares, a las que pretende interpelar, es bastante reducido. Allí que sea urgente comenzar a disputar el sentido político del feminismo desde una perspectiva que contemple la lucha de clases como un eje articulador de las demandas de las mujeres, las disidencias sexo-genéricas y los varones compañeros.

Finalmente, desde las organizaciones políticas, se debe comprender la complejidad del contexto que vivimos, donde tanto las instituciones como los aparatos del Estado, han radicalizado, y lo continuarán haciendo, el uso de la fuerza por medios legales e ilegales, por lo que es necesario ir más allá del discurso abstracto y liberal de los derechos humanos urgentemente. Nos resulta paradójico encontrar una pila de lloriqueos en redes sociales denunciando “la represión contra una manifestación de mujeres” y exigiendo “respeto a los derechos humanos” a instituciones que monopolizan la violencia y son el instrumento de una clase dirigente masculinista, heteronormativa, católica y blanco mestiza.

Por lo expuesto, no podemos sino llamar nuevamente a construir una corriente feminista popular, clasista, ecologista, que contemple la pelea contra el capitalismo y el patriarcado.

 

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