Autoritarismo, persecución y una izquierda fuera de foco

khvhv
Lunes 25 de Octubre de 2021

El proceso sucesivo de instauración de un modelo autoritario en el país -que poco a poco se profundizará hasta alcanzar niveles críticos de persecución y hostigamiento- no parece motivar la reflexión en una mayoría de la izquierda, que por condiciones históricas y generacionales, se encuentra desprovista de nociones de protección y autosostén colectivo. Tras diez años de ficción democrático burguesa y el “descalabro” -la falta de perspectiva estratégica y lectura histórica- de las organizaciones marxistas, se generó el caldo de cultivo que sirvió de plataforma para una descomposición interna. Esta, además de comprometer la vida e integridad de militantes de movimientos o colectivos, pone en riesgo las nociones mínimas -ahora tan desacreditas- de lo que implica enunciarse desde la izquierda y desde el comunismo.

Esta descomposición -que tiene características históricas y por ende materiales en el desarrollo del capitalismo y la lucha de clases- se explica desde los siguientes elementos base: a) la cooptación de las nuevas generaciones de izquierda, debido al acceso a la espectacularidad de la política burguesa modernizante entre los años 2007 y 2014, en conjunto con el crecimiento de la clase media, apoyada principalmente por una pequeño burguesía ilustrada urbana; b) el rechazo del marxismo – incluso por quienes se consideran marxistas –, y por ende de la lucha de clases, así como de tácticas y estrategias de lucha consideradas obsoletas; c) el sobre dimensionamiento de la democracia burguesa, el Estado de derecho y la mediatización de figuras y referentes organizativos, como de la acción por sí misma; d) la negativa a la formación y el desarrollo teórico, poniéndolos en un segundo plano a partir del “éxito” de lo inmediato; e) el avance de fundaciones y ONG, así como de espacios de reflexión eclécticos y revisionistas que brindan una de-formación política a decenas de jóvenes provenientes en su mayoría de la pequeño burguesía, como también de la clase trabajadora. Estos elementos permean a toda la izquierda.

Después de la Paro Plurinacional de Octubre de 2019, que desde el Estado burgués constituyó un escenario de ensayo para ataques de falsa bandera, montajes, persecución política, linchamiento mediático –el posicionamiento de ideas falsas sobre la violencia del Estado y autodefensa popular en importantes sectores de la sociedad ecuatoriana-, los aprendizajes de la izquierda, con excepción a espacios dedicados a los derechos humanos desde perspectivas eminentemente liberales, son casi nulos. Tras la declaración del estado de excepción por 60 días -limitando las propias facultades de una sociedad democrático burguesa-, reafirma por la fuerza la dictadura de clase propia del Estado burgués y del gobierno de Lasso. Esta imposición se materializa frente a un completo abandono de estrategias legales de seguridad y sostén de la vida ante la inminencia de la persecución, propia de la deriva autoritaria que está tomando el país.

Las respuestas a posibles montajes y hechos de persecución -entre los cuales varios se encuentran en curso- se han caracterizado por una inexperiencia, soberbia, e infantilismo por parte de colectivos de izquierda. Los mínimos de responsabilidad con el pueblo y la clase trabajadora son débiles aún, pues agrupaciones ultra izquierdistas, dirigentes sociales o reformistas, terminan siendo objetivo e instrumento para regular el autoritarismo. El cerco mediático se estrecha, sin que se puedan desarrollar en lo inmediato los mecanismos de supervivencia -sin referencia a una posible acumulación o fortalecimiento, ya que estos son todavía menos probables-.

Finalmente también los derechos humanos, una de las herencias centrales de la democracia burguesa, se tergiversan frente a este panorama: el Estado, en tanto aparato de dominación de una clase sobre otra, y la democracia -dictadura de la burguesía en sí misma-, se evidencian como superfluos en una realidad material en la que los únicos derechos son los de quienes explotan, dominan, reprimen y persiguen al amparo de la ley. Una izquierda fuera de foco, difícilmente puede hacer frente a este contexto. En definitiva, el reto consiste en romper con la espera pequeño burguesa, iniciando en lo inmediato una batalla ideológica contundente que no permita espacio alguno al Estado burgués para la criminalización y la persecución. Frente al autoritarismo de Estado: refortalecimiento de la unidad ideológica del pueblo.

 

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