FMI: El brazo dorado de la dependencia

El gobierno de Moreno acaba de concretar un endeudamiento de 10.200 millones USD con organismos multilaterales, volviéndose a imponer la condicionalidad crediticia en el país. De tal manera, la política económica, fiscal y social vuelven a estar subordinadas a intereses foráneos. Este escenario resultará en  consecuancias catastróficas para la gran mayoría de la población.
Martes 26 de Febrero de 2019

Este 20 de febrero el gobierno ecuatoriano, en conjunto con la misión técnica del Fondo Monetario Internacional en el país, anunciaron un nuevo acuerdo técnico que llevará al Ecuador a endeudarse por un total de 10.200 millones USD en un plazo extendible a 30 años. Incluye una parte equivalente a 4.200 millones USD en deuda directa con el FMI, además de 6.000 millones USD de deuda con otros organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Europeo de Inversiones, el Banco de Desarrollo para América Latina. Este acuerdo se alcanza después de que Lenín Moreno haya anunciado ya desde el principio de su administración la explícita intención de acudir nuevamente a la institución financiera con la que el gobierno de Rafael Correa, en su momento había terminado todo relacionamiento.

Indudablemente desde el principio del gobierno de Moreno se impuso un discurso por parte de las autoridades y la gran mayoría de la opinión pública que se basa en una narrativa que revierte la anterior consigna de década ganada a década perdida para de tal forma, impulsar reformas que se inclinen a la doctrina económica profesada por el FMI, propiciando un escenario en el que se llegue a un rápido acuerdo y se creen condiciones que antecedan la condicionalidad crediticia. Entre estos se encuentran la eliminación de subsidios a los hidrocarburos y la licitación para la privaticación de empresas estatales, incluyendo masivos despidos en el sector público y los tradicionales recortes en inversión social. En el Ecuador pasó a imponerse el discurso que culpa de todo mal al gobierno anterior, incluyendo la corrupción estructural que atraviesa al complejo estatal, además de generar un supuesto consenso de falta de alternativas ante una crisis económica, implicando la inevitabilidad de un “rescate financiero” por parte del FMI.

Las recetas caducas del neoliberalismo no representan nada nuevo ni para Ecuador ni para Latinoamérica, región que observa en tiempo real como indudablemente la historia se repite en forma de deja vú. Así, el imperialismo retorna no solo en su variante militar, como hoy se vive en las fronteras de Venezuela, ante una inminente provocación por parte de EUA disfrazada de “ayuda humanitaria”. La hidra capitalista, en palabras de lxs compas zapatistas, tiene cabezas por doquier, las cuales cobran formas diversas pero persiguen siempre el mismo fin, el de dominar en todo aspecto y a toda costa. Se presenten estas en forma de intervencionismo militar o por medio de la imposición de recetas económicas para la consolidación fiscal y una política de shock gradual hacia reformas neoliberales de flexibilización tanto laboral como financiera, no terminan siendo más que diferentes dimensiones de la misma hidra.

El péndulo político, que se encuentra gravitando cada vez más pronunciadamente hacia la derecha, permite la expansión y consolidación de modelos que habían perdido toda hegemonía en el continente. La vuelta del neoliberalismo en su forma atroz de condicionalidad no prepara nada bueno para las economías latinoamericanas, más allá de prometer una supuesta recuperación después de la terapia de choque a la que se someterá a lx paciente. Hace falta observar la historia contemporánea para concluir lo obvio: las recetas neoliberales no crean más que bienestar para unxs pocxs, al mismo tiempo de condenar a la amplia mayoría de la población a la miseria. Este parásito carcome las instituciones estatales por dentro y fuera, privatizando áreas enteras que competen a control estatal para repartir los dividendos entre accionistas de una holding. El Estado abandona gradualmente sus competencias para entregarlas al libre mercado, desistiendo sistemáticamente de funciones y responsabilidades que pasan desde el sector de la salud hasta la infraestructura y el manejo de los recursos estratégicos.

Desde esta doctrina se replantea fundamentalmente la lógica estatal, definiendo a este actor colectivo como un mero administrador de una empresa llamada Estado, el cual no debe de inmiscuirse en lo más mínimo en el libre mercado y su “adecuado” funcionamiento. Esta lógica, planteada desde fuera para una economía del Sur global, además de carecer de sentido alguno, profundiza desigualdades al mismo tiempo de liberar nuevas áreas de inversión para multinacionales y corporaciones financieras que especulan con el devenir de sociedades enteras. Indudablemente, el giro político, económico y social en el que se encuentra el Ecuador llega a concretarse con el pasar de cada día. ¿Cuál será el detonante definitivo de la contundente respuesta social que corresponde a una tan grave pérdida histórica de soberanía, ante la clara imposición de interéses financieros del Norte? Parafraseando a Galeano, la gran máquina del poder mundial es tanto militar, política cultural como financiera. En este momento sin duda nos encontramos en las entrañas más profundas de esa máquina. De este reconocimiento nace el deber histórico de una nueva y firme oposición al imperialismo y su instrumento, el neoliberalismo y las fuerzas nefastas que este desata.

 

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