El genocidio en Palestina inaugura una nueva era de fascismo

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Lunes 4 de Diciembre de 2023

En estos 58 días el Estado fascista de Israel comprobó que la tolerancia internacional frente al genocidio y ocupación palestino es infinita. Tras un cese al fuego bilateral entre el 24 de noviembre y el 1 de diciembre, que permitió el intercambio de rehenes, el Estado sionista de Israel reanudó los bombardeos de alfombra contra Gaza. Entretanto en el panorama internacional son contadas y pequeñas las manifestaciones oficiales que se han hecho presentes, como Bolivia, Irlanda y en menor medida, México, Colombia y Chile. Al contrario, el Estado colonial y genocida de Israel cuenta con el respaldo y la complicidad de todo Occidente, además del silencio o inoperancia de los Estados árabes, China y Rusia.

Se estima que el genocidio sionista ha cobrado más de 20.000 vidas palestinas desde el pasado 7 de octubre. Tan solo en las últimas 24 horas, se reportan 316 muertes y más de 1.000 en las últimas 48 horas. La limpieza étnica en contra del pueblo palestino -transmitida en vivo por redes sociales- tiene múltiples paralelas en la historia, incluyendo al genocidio nazi como referente más próximo. Resulta irónico que tras 78 años de un intento de borrar de la tierra a los pueblos judíos -además de a millones de comunistas y anarquistas, Sinti y Roma-, una fracción de los pueblos que vivió aquel genocidio, incurra exactamente en las mismas prácticas.

De acuerdo al método dialéctico-materialista, la historia se repite en diversos momentos con rasgos particulares. Las dinámicas del capitalismo vuelven a crear infinitas crisis sistémicas, que terminan por acercar a la humanidad al abismo o a la revolución. En este sentido, la invocación del fascismo, al que la burguesía recurre constantemente, representa el último recurso frente a un momento de posible cambio social. No podemos olvidar que el capitalismo se profundiza y fortalece justamente mediante las crisis. Al mismo tiempo, el recrudecido genocidio al pueblo palestino -que se prolonga por más de 75 años- demuestra la decadencia generalizada de Occidente y el modelo capitalista en general, que parece caer cada vez más profundamente en una espiral cíclica de crisis múltiples, combinadas con el ascenso de un escenario geopolítico multipolar.

El panorama actual en Palestina parece indicar el inicio de la fase -o solución- final de limpieza étnica: el exterminio absoluto del pueblo, con la intención de despoblar al territorio y consolidar la colonia israelí. El cese al fuego terminó siendo tan solo un alivio efímero, mientras la arremetida del Estado fascista de Israel intensifica el genocidio con el paso de cada hora. Por otro lado, los ataques vía terrestre y con francotiradores incrementaron tanto en Cisjordania como en Jerusalén del Este, demostrando que definitivamente no se trata de una “guerra contra el terrorismo”.

El objetivo del sionismo es llevar el genocidio y la ocupación a su máxima expresión, contando ahora con la confirmación explícita de la comunidad internacional de que la impunidad les resguarda. Este 2 de diciembre, el genocida Netanyahu inauguró el primer asentamiento en el norte de la franja de Gaza, haciendo un manifiesto político que solo se puede tender como precedente una agresiva incursión militar de décadas sobre el territorio y pueblo palestino. La solución final del sionismo -utilizando lenguaje de su aliados ideológico, el nacismo- es el exterminio completo de Palestina, incluyendo su territorio, su cultura, y su pueblo -siendo estos los tres elementos que forman un Estado y comunidad nacional-.

La respuesta auto-convocada de los pueblos del mundo tuvo una fuerza y masividad importante -sobre todo en el Norte global-. La poca claridad ideológica de las demandas, que fueron en mayor medida motivadas desde un espíritu humanista y en menor medida desde una reivindicación al legítimo derecho del pueblo palestino a la resistencia; así como el carácter inorgánico de las movilizaciones, desgastaron semana tras semana a las movilizaciones. En ningún lugar del mundo las movilizaciones lograron apelar a la voluntad política de los Estados para condenar al Estado de Israel por sus graves crímenes contra la humanidad. Inclusive Estados Unidos, Alemania, Francia, Bélgica y el mismo Israel han redactado leyes que criminalizan no solo las protestas en solidaridad con el pueblo palestino, sino que logran limitar el alcance de la posición política anti sionista, que de paso también criminaliza oficialmente el amplio espectro de izquierda política, especialmente a la izquierda consecuente.

Así mismo, no solo se ha confabulado el poder de las corporaciones de comunicación para bannear o intervenir el algoritmo en redes sociales respecto a la solidaridad con palestina. La extrema violencia sí funciona como pedagogía de la crueldad, tanto para adentro como para afuera del territorio afectado directamente. La normalización y el agotamiento emocional han jugado un papel importante en el decaimiento de las demostraciones y publicaciones respecto al genocidio. La evidencia hace indiscutible que los principios de democracia y defensa de los derechos humanos del liberalismo, no son más que una falacia. La campaña de Occidente por criminalizar a la resistencia palestina llega al punto de justificar y hasta celebrar su completo exterminio, y el castigo colectivo contra todo un pueblo.

Queda demostrado que no tenemos la fuerza ni la organización suficientes para marcar una diferencia en la vida de nuestras hermanas y hermanos palestinos. No por falta de voluntad, sino por falta de organización. El discurso liberal aglutinado en el progresismo y el oenegeismo han logrado ahogar en buena medida las capacidades organizativas populares, y han marcado como extremas, ultristas y hasta infantiles a las propuestas políticas y organizativas de la izquierda consecuente.

Recién ahora -más de 30 años después- empezamos a sentir sobre nuestra realidad material y política la caída del frente socialista. El fascismo sionista –el nuevo orden mundial- se consolida a sí mismo con el bautizo de sangre del pueblo palestino, pero no será el único pueblo que sufrirá las consecuencias de la nueva hegemonía de la ultra derecha totalitaria. Ahora nos enfrentamos al fascismo, sin un ejército rojo y en medio de la crisis ideológica más profunda de la historia.

Por su parte, el pueblo palestino que se ha articulado en una inmensa medida en varias organizaciones en resistencia unificadas en una gran comandancia general, como Hamás, el Frente Popular por la Liberación de Palestina (PLFP-marxistas-leninistas), las Brigadas Al-Ansar, las Brigadas Al-Quds, y más; han reafirmado que el proyecto político del pueblo palestino sigue siendo la liberación nacional, y que la única justicia aceptable, después de más de 70 años de asedio, es la devolución de todas las tierras ocupadas y el fin del Estado de Israel.

Una vez más, el llamado de Lenin a la organización local como mejor expresión de solidaridad entre las luchas de los pueblos se vuelve una emergencia real. Lejos de ser un discurso retórico, la organización popular debe entenderse como un llamado urgente a la acción en contra de lo que se viene para los pueblos del mundo. El nuevo orden mundial que se inaugura con el genocidio palestino plantea un escenario futuro extremadamente duro: el fascismo. Sabemos que nuestra fuerza radica en nuestra superioridad numérica, pero también sabemos que nuestra superioridad numérica es irrelevante si no es orgánica. Esta es quizás nuestra última oportunidad para concretar el proyecto histórico de la clase trabajadora. Más nos vale estar a la altura de las circunstancias.

¡Solidaridad eterna con la heroica resistencia del pueblo palestino!

¡Desde el río hasta el mar, Palestina será libre!

 

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