La emancipación de las mujeres será obra de las propias mujeres, o no será

chile

Eleonora Roldán Mendívil, politóloga, periodista e integrante de la coordinadora para la huelga feminista del 8 de marzo del 2019 en Alemania, habló con la compañera Paola Arroyo Fernández, miembro del colectivo "La Violeta Rebelde", vocera de la "Coordinadora Feministas en Lucha" de Santiago de Chile sobre los retos de las luchas anti-patriarcales, históricas y actuales en el país sudamericano.

 

p

 

¿Cuál es la situación actual en Chile en respeto a las luchas feministas / anti-patriarcales?

El feminismo en Chile es de larga data. Parte a comienzos del siglo XX con la lucha que dieron las obreras, quienes rápidamente advierten su doble explotación y las desfavorables condiciones tanto laborales como en el hogar, por el solo hecho de ser mujeres. Ya en esos años hablaban del aborto como un derecho y cuestionaban la subordinación que dentro del matrimonio se establecía para las mujeres en relación a sus maridos. Desde entonces y hasta ahora, el feminismo chileno no ha parado, sólo ha sido ocultado, eclipsado o interferido por otros procesos.

Desde que en los años noventa comenzara la posdictadura en Chile, el movimiento feminista, como todos los sectores sociales organizados en el país, vieron traicionada la promesa de una democracia real que restableciera los derechos arrebatados bajo el régimen de terror de la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet.

En esa década, la última del siglo pasado, muchas feministas entran a la institucionalidad naciente y otras prefirieron continuar la lucha de manera autónoma, porque ven con desconfianza el pacto concertacionista y la transición pactada. No se equivocaban.

Lo que hoy vivimos en Chile es la eclosión de un movimiento feminista vinculado con las diversas problemáticas de la presente década: la migración, las diferentes sexualidades, los fundamentalismos religiosos y el avance, en estos últimos años, de las derechas a nivel regional.

El feminismo chileno, con sus diversas corrientes, se alza contra una política que precariza la vida: en Chile no se garantizan los derechos sociales y ello nos golpea con mayor fuerza a las mujeres, y más aún si se trata de mujeres y niñas pobres. Las banderas del anticapitalismo, del antirracismo y decolonialismo son levantadas por la gran parte de las organizaciones feministas y las feministas “sueltas”, que es como llamamos en Chile a aquellas que militan en el movimiento, sin ser parte de ningún grupo específico.

 

¿Qué rol tiene la Coordinadora Feministas en Lucha para las reivindicaciones actuales?

La Coordinadora Feministas en Lucha (CFL) nace en 2013, tras el bochornoso episodio por el que Chile fue noticia mundial, en el que el presidente Sebastián Piñera, en el último año de su anterior período, señalaba públicamente que una niña de 11 años, violada por su padrastro y embarazada producto de tal aberración, estaba madura para ser madre. Estas declaraciones las da luego de que supuestamente la niña señalara “querer continuar su embarazo”.

Frente a toda esa violencia, las feministas se autoconvocaron a una manifestación pública, en las calles, sin previa autorización del gobierno, lo que en Chile es usual: no se puede hacer uso del espacio público si no existe autorización de la Intendencia. Fueron cerca de 5000 mujeres y disidentes sexuales quienes avanzaron hacia el Palacio de la Moneda. Esa noche, la manifestación concluyó con el ingreso de un grupo importante de las manifestantes a la Catedral Católica de Santiago.

Nació así la marcha del 25 de julio por el aborto libre, seguro y gratuito, la que este año se realizó por sexto ocasión consecutiva. La CFL marcó el camino de la masificación de esta demanda y la ha seguido sosteniendo año tras año, instalando el tema a nivel mediático, universitario y social. En ese sentido, la Coordinadora está en contacto con diversas organizaciones de las otras ciudades de Chile, para articular las diversas acciones que se realizan en el marco de la demanda por un aborto libre.

 

¿Qué rol tienen y han tenido los compañeros varones en las luchas anti-patriarcales en Chile?

Este es un tema que no ha sido lo suficientemente problematizado. Durante décadas las militancias masculinas de la izquierda chilena se resistieron a considerar al feminismo como un aliado, postergando las demandas de las mujeres a un segundo plano o incluso negándolas. En ese sentido, la matriz política propia de estos sectores determinó en gran medida la suerte de las alianzas con el movimiento feminista. Muchas feministas durante los años 80 dejaron sus militancias de la izquierda tradicional y comenzaron a exigir “democracia en el país y en la casa”, porque advertían que los hombres que adscribían a las luchas para derrocar a la dictadura. No se hacían cargo de la desigualdad estructural que ponía a las mujeres en condición de inferioridad.

Hoy en día, tras casi tres décadas de terminado el régimen dictatorial, y con el influjo internacional de la potencia de las luchas feministas, estos sectores se han abierto a considerar al feminismo un aliado, pero en las prácticas cotidianas y en cómo se establecen los roles y las relaciones de poder, aún falta demasiado por hacer: la masculinidad hegemónica se sigue imponiendo.

Hay feministas, entre las que me incluyo, que vemos con recelo la inclusión de los hombres en esta lucha. Y cuando digo “recelo” me refiero a que puedan terminar siendo las figuras masculinas quienes representen las exigencias de las mujeres, relegándonos una vez más a un plano secundario, pues si algo hemos aprendido con el feminismo es que la igualdad es un engaño y la justicia es también una cuestión de los cuerpos. ¿De quien son esos cuerpos que luchan por una vida equitativa y digna? Somos muchas las feministas que comprendemos que la emancipación de las mujeres será obra de las propias mujeres, o no será.

 

Categoria