Nuestra purga

De tal forma, si es que el fascismo ha retornado, lo ha hecho no solo como una forma estatal represora sino bajo el estímulo de una lucha entre los dominados a los fines de canalizar la conflictividad social derivada de las políticas de ajuste.
Martes 26 de Febrero de 2019

El 20 de enero de 2019 Lenín Moreno culpó a la migración venezolana por el asesinato de Diana. Al respecto, dispuso “la conformación inmediata de brigadas para controlar la situación legal de los inmigrantes venezolanos en las calles, en los lugares de trabajo y en la frontera”. Y sentenció “Es deber de la Policía actuar duramente contra la delincuencia y el crimen, y tienen mi respaldo”. Horas después, con aval presidencial, parte de la población de la ciudad de Ibarra salió a cazar ciudadanos venezolanos, literalmente.

De esta manera, el gobierno ecuatoriano sumó una gota más a la ola xenófoba que se esparce desde gobiernos y fuerzas políticas de la derecha en el norte del planeta. Al respecto hemos escuchado discursos de líderes del Frente Nacional francés, de VOX en España y hemos sido testigos de las declaraciones y políticas del presidente de los EEUU en referencia a la criminalización de los inmigrantes. El incentivo del odio es la clave fundamental de la movida. Pero si afinamos la mirada, resulta que no es algo que esté madurando solo contra inmigrantes y en las potencias occidentales. Otros países sudamericanos se encuentran en la misma senda.

En el caso de Brasil, el presidente Jair Bolsonaro constantemente violenta e incita a la violencia contra las minorías sexuales, y persigue a los sectores vulnerados de los barrios pobres. Mientras lo hace, excluye a la comunidad LGTBI+ de las políticas de Derechos Humanos y estimula que la población se arme para asegurar su propia “seguridad”. De hecho, desde la asunción de Bolsonaro, el diputado Jean Wyllys decidió no asumir su tercer mandato y exiliarse tras recibir constantes amenazas de muerte por su condición sexual. Al igual que Marielle Franco, Jean es miembro del Partido Socialismo y Libertad.

Por su parte, en Argentina, por decisión del primer mandatario, Mauricio Macri, se discute un nuevo régimen penal juvenil para bajar la edad de imputabilidad. Esto, al tiempo que su Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aplica un nuevo protocolo de manejo de armas por parte de las fuerzas represivas y defiende: “El que quiere andar armado, que ande armado”. Los casos de gatillo fácil y linchamientos contra la población más pobre no dejan de proliferar.

Inmigrantes, homosexuales, pobres, poblaciones racializadas, en definitiva “los otros”, son los destinatarios de una política de eliminación física implementada por -no tan- sutiles articulaciones entre fuerzas estatales (represivas) y societales (organizadas y “espontáneas”). En un contexto histórico de ajuste fiscal y en el que los Estados no cuentan con la legitimidad para atacar amplios sectores de la población de manera sistemática y utilizando exclusivamente sus recursos, los gobiernos de turno y los poderes fácticos incitan a que la sociedad se purgue a sí misma.

Entre tantas derivaciones que semejante experimento en ascenso tendrá, hay una que ya se empieza a percibir: la fractura de los vínculos sociales. A partir de la gestión del odio mutuo, las derechas logran generar quiebres profundos entre los sectores subordinados. Para sus fines, los dominados tienen que verse como enemigos que amenazan la propia existencia: mujeres vs migrantes, pobres nacionales vs pobres migrantes, etc. Así, logran desviar la atención de los verdaderos causantes y factores de las diversas opresiones y reorientan la acción de los oprimidos hacia sus inmediatos.

Se trata de una apuesta sumamente eficiente para los poderes hoy gobernantes. Primero, porque logran quebrar la solidaridad social y con ello perjudican la construcción de procesos colectivos cuando recrudece la indignación, la desesperanza y el miedo ante la falta de perspectivas de futuro por la aplicación de políticas neoliberales. En segundo lugar porque a los potenciales y efectivos adversarios del orden, se les administra muerte por debajo y por arriba, aunque siempre con la dura mano derecha.

De tal forma, si es que el fascismo ha retornado, lo ha hecho no solo como una forma estatal represora sino bajo el estímulo de una lucha entre los dominados a los fines de canalizar la conflictividad social derivada de las políticas de ajuste. Por ello, una vez más y como siempre la mejor forma de resistirse e instituir una alternativa está en la solidaria unidad de los de abajo.

Referencias:

https://www.eluniverso.com/2019/01/21/video/7150712/turba-enardecida-desaloja-venezolanos-ibarra.

http://desastre.mx/internacional/bolsonaro-elimina-a-la-poblacion-lgbt-de-las-politicas-a-favor-de-los-derechos-humanos/.

https://www.youtube.com/watch?v=ZVLhJDyEGuQ.

Marielle Franco: Concejala de Río de Janeiro, negra, mujer, lesbiana, proveniente de sectores populares y responsable de control los excesos de las fuerzas de seguridad en las favelas, Marielle fue asesinada el 14 de marzo de 2018. Las balas eran de la Policía Federal.

En sus propias palabras: https://www.youtube.com/watch?v=LnFzDlyxWXc. Además sostuvo que el gobierno argentino “es el maestro de lo que hace Bolsonaro en Brasil” (https://www.facebook.com/watch/?v=243619243192674).

Para más información: http://www.lapoderosa.org.ar/2017/08/la-secta-del-gatillo-facil/http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/12/03/argentina-gatillo-facil-como-politica-de-estado/.

El último caso se sucedió en la ciudad balnearia de Miramar: https://www.perfil.com/noticias/policia/miramar-mataron-golpe-joven-17-anos-acusado-de-robar.phtml.

 

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