La moral fascista del sionismo y la conformación de Estados totalitarios

fachos
Miércoles 9 de Julio de 2025

Las crisis no son un equívoco del sistema, sino un recurso sistemático para generar, imponer y legitimar mejores condiciones de explotación, apropiación y despojo para la clase propietaria. Sin embargo, este momento histórico nos presenta una singularidad: las condiciones biofísicas de la tierra nos enfrenta a un nuevo momento (deseado para el poder e indeseado para la clase trabajadora) respecto a la forma de Estado que requiere la clase dominante para administrar la vida, pero sobre todo la muerte. Una forma de Estado idóneo para la explotación del trabajo, sea asalariado, de cuidado o extrahumano.

En este entramado, el fascismo se construye en simultáneo desde el Estado como ente regulador, como desde la sociedad civil como ente regulado de la sociedad. Esto nos encuentra frente a otro periodo ontológico, que se presenta con la anulación del Sujeto Ético. ¿Por qué otro momento ontológico? Porque nos presenta una nueva forma en las categorías del ser, de la realidad y de la existencia, y por lo tanto de como leer y hacer política.

El fascismo es una forma especialmente perversa del capitalismo, como modo de producción pero también como moral dominante. Los preceptos liberales del capitalismo en su versión democrática, han construido una moral con nociones idealistas de justicia y distribución, que dejan intacta la estructura de explotación del trabajo en el modo de producción capitalista, sí, pero que permiten la discusión permanente, permitiendo un sujeto ético, insuficiente, en deuda, pero existente al fin. Es decir, la moral del liberalismo tiene en su lenguaje la noción de derecho, que si bien priorizan la autonomía individual, las libertades particulares y tiene una vocación de igualdad idealista, de una manera deficiente hace prevalecer el Sujeto Ético que habita la sociedad liberal.

Por el contrario, la moral totalitaria del fascismo, ultraconservadora, de disciplina tiránica y orden absoluto, logra manipular a los sujetos hasta su anulación. Las sociedades fascistas son articulaciones de autómatas que han destruido al Sujeto Ético hasta la banalización del mal, como decía Hannah Arendt: la indiferencia hacia la crueldad no es un síntoma irrelevante, como no es irrelevante la justificación y celebración colectiva a esa crueldad. Es decir, la crueldad no solo se ejecuta desde el Estado, sino desde la misma sociedad civil.

Las morales tiránicas acaban con le ética, porque la ética en una sociedad requiere de una permanente discusión con la moral. La moral de una sociedad se construye en el diseño estructural y en la cultura de la sociedad en cuestión, que cuando no es tiránica está en permanente discusión con la ética, que confronta lo que le hace bien o no a una determinada comunidad como un ente colectivo. Es decir, el Sujeto Ético solo es posible cuando la moral está sujeta a discusión. Si los Estados, en este momento histórico, requieren de lógicas tiránicas generalizadas, entonces la moral se convierte en un seguro indiscutible, mientras la ética implica duda, y la duda pone en falta a los sujetos. En la tiranía, no existe posibilidad de duda, porque el absolutismo es la norma.

La moral tiránica del fascismo elimina al Sujeto Ético

Ahora ¿dónde, cómo se está desarrollando esta transmutación de la moral liberal a la moral fascista? Su condición materia es como siempre, la naturaleza: como la base donde se desarrolla la historia y por lo tanto las relaciones sociales. 

En este sentido, nos enfrentamos como globo a una transformación radical en las condiciones biofísicas del planeta, que han influenciado en la organización social de los Estados. El calentamiento global y la crisis climática describen un momento específico de las relaciones de producción capitalistas. Esta crisis ecológica no es un accidente ni un efecto colateral, sino una condición necesaria para profundizar las lógicas de extracción del plusvalor. El consenso, el miedo causado por shock, la indefensión aprendida, la abulia crónica son estados de la psique en los que nos coloca el poder a través de la extremación de las condiciones materiales. Extreman las condiciones para legitimar el resurgimiento del Estado capitalista en su forma fascista, como entidad que ordena los asuntos internos de la burguesía, a partir del control absoluto de la vida y muerte de la sociedad civil.

Volvamos a la crisis ecológica. A esta transformación de las condiciones biofísicas de la tierra, se presenta también la disputa comercial entre Occidente y los constituidos BRICS, que han generado disputas en el mercado que han llevado al colapso casi total de la economía yanqui, y con economía me refiero también al colapso social al que se enfrenta esa sociedad, y la decadencia generalizada de todo el mundo occidental.

Una primera respuesta totalitaria a esta crisis de Occidente tuvo como escenario a la pandemia causada por la Covid-19, donde los Estados respondieron de forma totalitaria, institucionalizando los estados de excepción: legitimando la militarización del espacio público y la injerencia estatal en el mundo de la vida. Mientras tanto siguió la construcción de ese otro no deseado a eliminar: mediáticamente recalcaron la animalización y satanización de los pueblos de Oriente, específicamente al Estado Chino, pero también se reactivó la anestesiada islamofobia. Este momento catalizó una regresión conservadora generalizada. Durante la pandemia los cuerpos indisciplinados ya no requerían ser sujetos a control solamente, sino de eliminación. El totalitarismo poco a poco vuelve a justificarse, sí, pero a desearse también.

Los momentos históricos lo que hacen es describir transiciones

Un segundo momento de respuesta a la crisis del imperialismo Occidental se desbloquea con el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. Occidente hace el intento fallido de integrar a Ucrania a su estructura financiera militar: la OTAN. El intento de expansión de la influencia occidental hacia la frontera con Rusia tiene como consecuencias 1. La demostración de la superioridad militar de Rusia frente a sus pares Occidentales, que ahora han dejado a la deriva a Zelenski, y 2. Han demostrado la fragilidad energética de Occidente, que recurrió inclusive al descarado boicot y atentado al gasoducto Nortstream II. El fracaso político, bélico y energético de Occidente en Ucrania constituyó otro momento decisivo en el cambio de mando de la moral liberal y la moral fascista de Occidente, que después de semejante fracaso, solo tenía una salida a la crisis múltiple que le corresponde enfrentar: la guerra.

La respuesta de los pueblos de occidente, lejos de ser lo que deseamos y soñamos, fue o es el rescate de organizaciones, movimientos y partidos políticos de extrema derecha y ultraconservadores. En el 2022 inicia el ciclo con la victoria de Giorgia Meloni como Primera Ministra de Italia, la victoria histórica del partido Alternativa para Alemania que se convirtió en la segunda fuerza política en el país, heredera directa del Nacionalsocialismo alemán, la victoria de Víctor Orban en Hungría y por supuesto la segunda victoria de Trump es los EE.UU. y un gran etcétera.

Ahora estamos en la fase final de la transición de nuestro momento histórico. Aquí toma fuerza la moral fascista por excelencia: el sionismo. La consolidación del Estado ilegítimo de “israel” como imperio y rector de la moral occidental.

Así se ve el resurgimiento del fascismo

El 8 de octubre de 2023 las Fuerzas de Ocupación de “israel” empiezan la ejecución de la solución final: intensificar el genocidio del pueblo palestino, lo llevan hacia el holocausto, fuerzan el desplazamiento de los sobrevivientes y la despoblación del territorio.

El totalitarismo que el sionismo bastardo ha ejercido en la región ha sostenido a los pueblos árabes en una constante guerra desde antes de 1900, como ha sostenido su expansión paulatina e incansable por Medio Oriente. Palestina es solo el primero de los territorios a conquistar, los altos del Golán en Siria le siguieron, la península del Sinaí, etc. A su favor jugaron insistentemente Hollywood que se ha encargado de deshumanizar a los pueblos árabes, específicamente a los varones árabes. Por sí mismo, “israel” en cambio se ha encargado de cargar de un carácter teológico a su ejercicio político, a su ejercicio colonial.  El sionismo presenta su proyecto del Gran Israel como una guerra santa, con La Torah y la Biblia bajo el brazo. Una moral tiránica rígida e indiscutible. Más del 82% de los israelíes respaldan el genocidio. Una sociedad donde no existe el Sujeto Ético, es fascistas. Miremos los que está pasando con los migrantes en EE.UU. y el comportamiento criminar del ICE.

Esta política de la impunidad, la política de la crueldad, pero sobre todo de la indiferencia a la crueldad, nos coloca frente a una trasmutación de la moral liberal a la moral fascista del sionismo. Una moral que celebra la barbarie, la brutalidad y a los Estados que la ejecutan. Se consolida la transición en la hegemonía de la moral sionista, con el bombardeo de EE.UU. a las centrales nucleares de Irán, donde vemos a Trump transitar de su discurso de América para los americanos, y make america great again, hacia una sumisión al mandato de Netanyahu, que ha proclamado públicamente el inicio de la fase final del proyecto del Gran “israel”.

Estamos colectivamente expuestos a la más sanguinaria crueldad hace 6341 días y contando, una perversidad en 4k. En ningún lugar del mundo se ha movilizado masivamente la gente como para crear una sola revuelta popular, peor aún formación antisionista, a la usanza de organización antifascista, que sistemáticamente se organice contra el Estado de “israel”, la gente que lo respalda y la nueva hegemonía moral que se impone al mundo entero. Los únicos que han puesto en la línea su vida y su seguridad nacional han sido los ejércitos populares Hutíes y Hezbollah.

Por nuestra parte, en este territorio maldito por su riqueza en posibilidad de extracción del plusvalor del trabajo extrahumano, el oligarca que ostenta el poder político ha reiterado que “israel” y Ecuador tienen el mismo enemigo. Tiene razón, el pueblo es el enemigo de este fascista con banda presidencial. Es escasos 21 meses, ha logrado instituir el totalitarismo en el Estado, no sin que antes se instituyeran las economías criminales, por supuesto. Una (mala)suerte de narcoestado fascista.

Esa guerra perversa que el imperialismo Occidental está librando por su supervivencia se inscribe en nuestros territorios como modelo extractivista de producción. Recordemos, una vez más, que nuestra terea es precisamente medir ¿Cuál es la correlación de fuerzas en este aparataje global en el que estamos inmersos? ¿Cuál es nuestra posición en el modo de producción capitalista? ¿Qué y cómo nos explotan en el entramado energético productivo que mantiene al globo en marcha (hacia la extinción sí, pero en marcha)?

La defensa del territorio deja de ser una lucha local por las condiciones de vida de una población, para convertirse en nuestro programa mínimo: en la expresión de la lucha contra el fascismo, que en estos territorios seguirá expresándose como imperialismo occidental. La cuestión es que ahora la moral que rige al imperialismo Occidental ha dejado de tener los preceptos idealistas de la libertad y la democracia, para constituirse como una moral tiránica del orden de lo divino, el tiempo de la “no alternativa”, la moral de la impunidad y del uso de la fuerza letal. Nos enfrentamos ahora a la peor forma de Estado capitalista, al Estado fascista. Pensemos en que esto se traduce a ejercicio tiránicos del derecho: acá en Ecuador se aprobaron 4 leyes marciales que vulneran nuestras vidas, las ponen en peligro, a la completa merced del poder del Estado. En México acaban de aprobar una ley donde todo el mundo tiene la obligación de dar su información biométrica al Estado. En Argentina pueden iniciarte una investigación y ponerte seguimiento si abrir un proceso. Está Palantir y Pegasus. Esto se traduce a la vida.

¿Qué nos compete entonces? Nos compete la defensa de los defensores del territorio. Nos compete el programa mínimo porque no hay ni condiciones ni fuerza para más. Nos compete construir el lenguaje adecuado para que deje de existir esta incongruencia entre la realidad y lo que no queremos nombrar. Le dijimos fascismo al fascismo solo cuando descuartizó a pueblos blancos. Pero los pueblos del sur, los pueblos marrones, afro, negros, indios, rojos y amarillos, hemos sentido la barbarie del colonialismo por 800 – 500 años. Es como que nos cuesta reconocer que cuando nos sacrifican a nosotrxs es fascismo también.

¿Qué hacemos con este reconocimiento de que no existe un Sujeto Ético al cual apelarle consciencia, organización y movilización? ¿Cuáles estrategias vamos a aplicar para enfrentar el monstruo del fascismo? ¿Tenemos siquiera la conciencia de que está aquí, que llegó, que nos rige la vida? La organización clasista es la respuesta. Y urge.

 

Ponencia expuesta en el I Congreso de Filosofía Mundana. Cuenca 3 4 y 5 de juliode 2025.

 

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