Movimiento Indígena: lucha étnica vs lucha de clase

skbadw
Lunes 3 de Mayo de 2021

El panorama regional latinoamericano es importante dentro del análisis de los fenómenos sociales que ocurren en Ecuador, ya que tenemos modelos económicos y condiciones sociales históricamente análogos. Este escenario se presenta como propicio para el fortalecimiento de proyectos progresistas, teniendo sus fortalezas en Bolivia con la derrota de los grupos golpistas de extrema derecha, en Argentina tras derrotar al gobierno neoliberal de Mauricio Macri, y en Chile con la esperanzada Convención Constituyente. El Grupo de Lima está debilitado. Los personajes más representativos, Jair Bolsonaro e Iván Duque, portan una bomba de tiempo relacionada con el pésimo manejo de la pandemia y el agravamiento de la situación de violencia, respectivamente.

Pero en el Ecuador se produceuna excepción dentro de la marcha progresista latinoamericana. Una de las variables fundamentales fue la falta de unificación de los proyectos de gobierno indigenista y correísta. Las diferencias irreconciliables entre los líderes de ambas tendencias que no supieron encausar la ola progresista y los procesos sociales de octubre contra la burguesía, que encontró en Moreno el mejor títere para la implementación del neoliberalismo. La campaña de desinformación, tergiversación y odio que la derecha supo manejar astutamente en medios de comunicación vinculados a los grandes poderes económicos, y las redes sociales mediante posicionamiento de tendencias, cápsulas goebbelianas, y una evocación a la desmemoria social con un claro distanciamiento al gobierno mediocre de Moreno que, al ya no serle útil, se distancia y falazmente lo tilda de «continuador del correísmo». Las tácticas digitales de manipulación de información, y segmentación de grupos sociales en redes sociales, con la finalidad de moldear la opinión pública mediante información falsas no es nueva. Uno de sus antecedentes es el conocido escándalo de Cambridge Analytica que ha envuelto a varios gobiernos alrededor del mundo, entre ellos el de Macri en Argentina, el cual tuvo como asesor a Jaime Durán Barba, un nefasto elemento vinculante del neoliberalismo en Latinoamérica.

En medio de este panorama regional, cabe resaltar un momento clave dentro del intento de unificación del proyecto indígena con las fuerzas progresistas de izquierda del Ecuador en noviembre de 2020 en Bolivia. El motivo de la reunión era el retorno al orden democrático con el Movimiento Al Socialismo –MAS- en el poder. Evo Morales, luego de sufrir la persecución, violencia y destierro por parte de una extrema derecha fascista, despiadada y antidemocrática, es quien encabeza este intento de unificación, con la finalidad que ambos movimientos puedan frenar el avance de la derecha en el proceso electoral. Entendiendo de esta manera que es imprescindible la unión dentro de la diversidad ideológica de las izquierdas, de acuerdo a las condiciones históricas por las que atravesamos. Cabe recordar que en esa delegación indígena no participaron los líderes de Pachakutik. Yaku Pérez fue el gran ausente de este proceso de resurgimiento del MAS en Bolivia por su reconocida vinculación a las fuerzas contrarrevolucionarias: en 2019 celebró el golpe de Estado en Bolivia.

El visible fraccionamiento dentro del Movimiento Indígena, y la evidente falta de cohesión ideológica, irrumpe como un factor elemental en el fallido intento de alcanzar el poder. El Movimiento Indígena tiene una expresión ideológica heterogénea, lo cual ratifica que su lucha sea de carácter étnica, más no clasista. No todo el tiempo fue así. La primera organización indígena con personería jurídica del país fue la FEI, de carácter marxista-leninista, que tuvo como principales liderezas y líderes a lo largo de su historia a Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña y Jesús Gualavisí. Como consecuencia de la Guerra Fría, aparecen las políticas anticomunistas que descalabraron las organizaciones sociales, políticas y persiguieron a sus principales líderes en toda Latinoamérica. La FEI no fue la excepción y las organizaciones indígenas se comienzan a reunir bajo la lucha étnica separada del carácter marxista-leninista que la definía anteriormente. De esta manera nació la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, y posteriormente su brazo político: el Movimiento Pachakutik.

Existe un precedente en el que Pachakutik se unió a las fuerzas progresistas de izquierda, que llevó a la presidencia a Lucio Gutiérrez en 2003. En un intento de cerrar la oportunidad de toma de poder a grupos neoliberales jugó un papel indispensable, a pesar de los lamentables resultados que produjo el ascenso al poder de Gutiérrez. Posteriormente, Pachakutik tendrá como aliados al Movimiento Popular Democrático que se convertirá en Unidad Popular. De allí saldrán elementos como Yaku Pérez que tendrá una visión personalista de los procesos sociales, vinculados con elementos contrarrevolucionarios y de derecha, como sus dos vicepresidentas, Larissa Marangoni y Virna Cedeño, apoyando a la derecha.

Dentro del Movimiento Indígena, al igual que todos los movimientos, deberá existir un proceso de restructuración organizativa, fortalecimiento ideológico y autocrítica, para trascender a través del tiempo, con madurez para aceptar errores estratégicos y dar el paso hacia la unidad que resista cuatro años más de neoliberalismo. No es aceptable que se equipare un proyecto progresista con uno de corte neoliberal, ni llamar a una perpetua movilización a las calles sin tomar en cuenta quién ostentará el poder. Tener al Estado como un indiscutible enemigo es caer en dogmatismos. Hasta el momento, es evidente que los dirigentes de la CONAIE no pudieron discernir el llamado a la unidad contra el embate neoliberal, promovido en Bolivia por un dirigente regional que conoció la más violenta cara de la derecha.

 

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