Andrés Arauz y el futuro de las y los trabajadores

06-04-2021 PLCE ARAUZ
Miércoles 7 de Abril de 2021

La crisis económica, producto de la avasalladora agenda neoliberal desarrollada por el gobierno de Moreno en alianza con el bloque legislativo del candidato presidencial Guillermo Lasso – en la que se han sumado importantes sectores de la oligarquía y burguesías criollas –, ha impactado en las condiciones de vida de la clase trabajadora. Se configuró un escenario constante de violación de derechos, omisión de normativas nacionales e internacionales en materia laboral, conjuntamente con la emisión de leyes anti obreras, que reglamentan y vuelven legal la precarización, el despido y la persecución a las y los trabajadores y sus expresiones organizativas más combativas. Golpe tras golpe, sumado a la pandemia por la COVID 19, la respuesta de las principales centrales sindicales del país ha sido el silencio y la complicidad, expresándose en estos momentos en el apoyo directo a Lasso, como es el caso de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), o disfrazando su anti correísmo en el “voto nulo ideológico”, estrategia de desenmarque de ciertos sectores del Frente Unitario de Trabajadores (FUT).

En este contexto, el economista Andrés Arauz y candidato de la Revolución Ciudadana (RC) a la presidencia del Ecuador, ha podido recoger las principales demandas de la clase trabajadora ecuatoriana mediante una importante estrategia territorial, que, desde finales de 2020, ha ido integrando en la discusión de su Plan de Gobierno a sectores y vocerías del sindicalismo del país. Mismos que corren desde los rincones más críticos de la RC, hasta lo más cercanos, posicionando un compromiso que va más allá de la urgencia y el marketing electoral, hecho evidenciado en la construcción de un programa económico y social, donde la reactivación económica mediante el incentivo y protección del empleo, figuran como ejes fundamentales. Cuestiones objetivas y necesarias para salir de la crisis y devolver el pan a la mesa de millones de ecuatorianas y ecuatorianos.

 

Nuevo sindicalismo para las y los trabajadores

La crisis que atraviesan las organizaciones de trabajadores en el Ecuador, representa una época y forma de hacer sindicalismo, ancladas a las anacrónicas expresiones del mundo de la política vinculadas al Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE) y su brazo electoral Unidad Popular (UP) antes Movimiento Popular Democrático (MPD). El problema no solo parte en cómo las cúpulas sindicales operan y comprenden el contexto político y económico del país -caso de la CUT y FUT- sino también del poco o nulo recambio generacional en sus filas, la inexistencia de un criterio mínimo de paridad de género respecto a las dirigencias, pero también, al descrédito, burocratización y anquilosamiento del sindicalismo en prácticas y concepciones que no han incrementado la consciencia de trabajadoras y trabajadores.

El resultado se traduce en el apoyo decidido a la agenda de las cámaras empresariales, la paz entre clases con el gobierno de Moreno y el imperialismo nortamericano. Los palos de ciego de la dirigencia del FUT para con Moreno en medio de la crisis sanitaria y económica, al mismo tiempo que los trabajadores de Explocen, curiosamente afiliados a esta central sindical, resistían a una huelga heroica y victoriosa que llegó a su fin tras más de 250 días, han profundizado un antagonismo palpable. A esto debemos añadir, que el mentado “voto nulo” de tinte ideológico, como habíamos señalado anteriormente, viene a sumar al candidato de la banca en una estrategia directa que busca impedir y sabotear a la opción progresista en su carrera a Carondelet. En este sentido, el conjunto de la clase no puede evitar tomar partido, sea por intereses particulares de las cúpulas o por lecturas aisladas de la realidad.

Por otro lado, el colaboracionismo abierto entre Richard Gómez, Secretario General de la CUT y la candidatura de Guillermo Lasso, ejemplifica el grado de descomposición de una organización pensada, en un inicio, como la superación de la burocracia sindical que impedía el desarrollo de un nuevo sindicalismo. No obstante, la crítica en torno a que la RC buscó dividir y cooptar al movimiento obrero encuentra su límite, cuando han sido las mismas cúpulas y organizaciones hegemónicas del mundo del trabajo, quienes han compartido la calle y las consignas de la derecha en más de una ocasión. Este es un fenómeno que se explica por si mismo, al desarrollarse en un ambiente organizativo adverso que impide cualquier alternativa para la defensa de los derechos de la misma clase trabajadora, sumando a una anomia social que ha descolocado a millones de trabajadoras y trabajadores de los órganos que históricamente han representado sus intereses inmediatos, volviéndolos casi extraños entre si.

 

El apoyo crítico y estratégico a Arauz

La coyuntura electoral en el mundo del trabajo ha permitido identificar con claridad cuales son los actores, que más allá de la emergencia por cambiar la correlación de fuerzas en la sociedad ecuatoriana mediante la estrategia electoral, han entrado en diálogo con la candidatura progresista, sin que esto implique la entrega de un cheque en blanco. De esta forma, Arauz ha desplegado una estrategia en territorio que ha entrado en diálogo con amplios sectores precarizados y violentados por la política anti obrera del gobierno de Moreno – encuentros generados también por propia iniciativa de las y los trabajadores –. Este proceso ha generado una dinámica que ha visibilizado – aunque las grandes corporaciones de comunicación lo eviten – a los principales actores, como lo son las y los trabajadores del sector público – con énfasis en los sectores salud, ferrocarril, correos, entre otros, principales blancos de arremetida neoliberal – , autónomos y privados.

En el marco de este acercamiento no han sido pocos quienes han plegado estratégicamente su apoyo a la candidatura progresista, como es el caso de la Organización Sindical Única Nacional de Trabajadores del Ministerio de Salud Pública (OSUMTRANSA), la Confederación de Trabajadores del Sector Publico de Ecuador (CTSPE), la Federación Ecuatoriana de Operadores y Mecánicos de Equipo Caminero (FEDESOMEC), la Confederación de Trabajadores de la Construcción de Ecuador (CTC), la Federación Nacional Trabajadores Públicos y Privados del Ecuador (FTPP). Además de las anteriores, ha sido clave la adhesión de la Confederación Unitaria de Trabajadores y Trabajadoras Autónomas del Ecuador (CUTTAE) y la Federación Nacional de Trabajadores Agroindustriales, Campesinos e Indígenas Libres del Ecuador (FENACLE). Cabe recalcar entre los mencionados acercamientos – por el momento, no de carácter público – llegan a las áreas de influencia del FUT.

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La presencia de Arauz en el epicentro de la huelga de Explocen, conjuntamente al apoyo frontal del Parlamento Laboral Ecuatoriano (PLE) -una de las fuerzas sindicales más representativas del país- cuyo presidente, Fernando Ibarra, que ha expresado públicamente en más de una ocasión sus diferencias con el proceso de la RC, dan cuenta de una brecha existente que marca la diferencia con el resto de organizaciones, hecho que determina su inclinación hacia la única opción electoral anti neoliberal y modernizadora.

Cabe señalar que en el marco de esta discusión, los pronunciamientos y desautorizaciones a la dirigencia de la CUT y su adhesión a la campaña de Arauz, desde el Foro Permanente de las Mujeres Ecuatorianas, la Red de Trabajadoras Sexuales del Ecuador (REDTRABSEX), el Sindicato Nacional Único de Trabajadoras Remuneradas del Hogar (SINUTRHE), Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN) y CUTTAE, marcan un precedente que no puede ser ignorando.

 

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¿Un gobierno de las y los trabajadores?

La victoria de Arauz en las urnas promete la construcción del poder popular y un gobierno para los sectores populares, donde estos jugarían un rol fundamental en la recomposición de las fuerzas productivas y la dignificación del trabajo -son los y los trabajadores públicos uno de los ejes principales en la recuperación y gestión del Estado-. Los pasos se han dado, el diálogo se encuentra abierto, la necesidad urgente de derogar la Ley de Apoyo Humanitario -herramienta que profundiza y legitima la dominación y explotación- ha generado una cuña necesaria para la recomposición de las fuerzas populares y el desarrollo de la lucha de clases en un escenario diferente del que significaría la victoria de Lasso.

Dicho triunfo no significa la paz entre clases, sino la posibilidad para que la lucha de clases se exprese en otro contexto para las y los trabajadores, permitiendo implementar desde las organizaciones y su autonomía, las medidas correctivas políticas, ideológicas y organizativas necesarias desde el anti neoliberalismo. Dependerá entonces, en gran medida, de estas organizaciones, impulsar el gobierno del pueblo, expresándose en el poder popular sin que la tutela estatal sea el único elemento aglutinador.

Arauz llegaría al poder con una tasa de desempleo que hasta enero de 2021 se ubica en 5,7%, respecto a una población económicamente activa de 7.874.226, que hasta el año anterior contaba con más de 1.000.000 de desempleados, cifras que han sido maquilladas bajo las categorías de empleo adecuado y subempleo, encubriendo la precarización absoluta producto de las reformas laborales que ha permitido regímenes contractuales inhumanos. Es así que se vuelve imprescindible la derogatoria de la Ley de Apoyo Humanitario, y de las once nuevas formas de contrato laboral precario, promulgados por el Ministerio del Trabajo durante estos cuatro años. Una de las victorias más importantes y recientes de la organización sindical, es la de EXPLOCEN, que lograron no solo firmar el contrato colectivo después de la huelga, sino que también han logrado que la Asamblea Nacional atienda la solicitud de juicio político al actual Ministro de Trabajo, Andrés Isch, este 8 de abril. Además, resultará fundamental avanzar hacia la democratización del Ministerio del Trabajo, la protección de la seguridad social, la reforma al reglamento del Consejo Nacional del Trabajo y Salarios, con la participación de las centrales sindicales más representativas, entre otros.

En este sentido, la urgencia de un nuevo sindicalismo que, por un lado defienda los derechos de las y los trabajadores, al mismo tiempo que por la organización sostenga la opción anti neoliberal - en el marco de la contienda democrática liberal-, sin renunciar al proyecto histórico de la clase trabajadora. Este debe ser el horizonte que marque la acción de las organizaciones sindicales, en la construcción del poder popular con independencia de clase y ejercicio del poder en todas sus formas.


Foto: GH

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