La herencia autoritaria de Keiko Fujimori

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Lunes 7 de Junio de 2021

El día de ayer, el tablero geopolítico regional se centraba en el Perú, consolidándose como territorio en disputa entre la oligarquía local, aupada por el imperialismo yanqui y sectores ultra conservadores, y las fuerzas populares articuladas en torno a los progresismos. El profesor sindicalista Pedro Castillo, se enfrentaba en las urnas a la fiel y digna heredera del autoritarismo anticomunista de su padre, Alberto, Keiko Fujimori. Perú se encuentra atravesando una crisis política estrechamente ligada al clan Fujimori, con entramados de corrupción que salpican a toda la clase política, en torno a la operación Lava Jato y las coimas de Odebrecht. Adicionalmente, los medios hegemónicos, en un intento de campaña sucia en contra de Castillo, volvían a evocar el espectro del comunismo sobre el Perú, imaginario inseparable del dictador Fujimori y sus ansias de sangre en contra del pueblo, pretendiendo “liberar” al Perú de todo lo que no se conjugue en torno a la ultra derecha.

Perú se encuentra atravesando por una de las crisis políticas más profundas de su historia reciente, con cinco sucesiones presidenciales en los últimos cinco años y una clase política permeada por la corrupción, la inoperancia y la falta de legitimidad representativa. Frente a la restauración neoliberal que atraviesa la región, las elecciones peruanas se enmarcan en una disputa geopolítica entre los progresismos y la ultra derecha en torno al Grupo de Lima y una subyugación a los intereses imperialistas de E.E.U.U.

De mantenerse la tendencia, Keiko Fujimori se posiciona a la delantera de las elecciones presidenciales, con el 51,5 %, versus el 48,5 % de Pedro Castillo,al cierre de la edición actual. El conteo se localiza sobre todo en Lima y Callao, faltando aún aproximadamente el 20% de actas por escrutar. Estas corresponden sobre todo al sector rural, donde Castillo muestra una importante ventaja. En la región del Cusco, Castillo presentaba el 68% de los votos y en Ayacucho, el 82%.

En sus mandatos, Fujimori padre, fue uno de los esbirros más importantes del imperialismo yanqui en la región. Con dictamen del FMI y el Departamento de Estado de los E.E.U.U., el 5 de abril de 1992, Fujimori redactó la Constitución, suprimió el Congreso Nacional y la Corte de Justicia, implantando una dictadura innómina, con el sostén y apoyo de las Fuerzas Armadas, caracterizándolo por el terrorismo de Estado y la privatización de prácticamente todas las empresas y servicios públicos. La implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional logró la criminalización y persecución de toda oposición, especialmente de izquierda y la ejecución del plan económico neoliberal, que Fujimori había intentado efectuar durante sus primeros dos años de gobierno.

La criminalización de la organización popular y en general, toda fuerza disidente a la ultra derecha peruana, ha sido catalogada históricamente como “terrorista”, ligada discursivamente al enterrado Sendero Luminoso. Este es, sin duda alguna, el mayor logro y legado de Fujimori padre: materializar el mandato macartista en el Perú, complaciendo a los amos del Norte en su afán por instaurar la “democracia” en la región.

En términos discursivos, una extrapolación conceptual lleva a que el capitalismo pase a ser sinónimo de democracia y el comunismo, de dictadura. La intención de Castillo, como medida central de gobierno, reside en el simple hecho de nacionalizar los recursos estratégicos, siendo el Perú uno de los países con mayor explotación minera en el continente. Esto, sin embargo, jamás le sería perdonado por las élites peruanas, ni la oligarquía industrial, primario exportadora, de la cual Fujimori hija forma parte intrínseca.

La herencia autoritaria de Fujimori padre se impregna en la realidad nacional de todo el Perú, siendo uno de los países más desiguales de la región, con una pobreza que llega al menos al 30% y la pobreza extrema al 22%. Los sectores de poder económico se conjugan principalmente en torno al sector primario exportador, concentrándose en la explotación minera. Así como un fuerte monopolio de la comunicación, concentrándose el 80% del poder mediático, en un solo grupo económico. El ya colapsado sistema de salud, profundizó su crisis en pandemia, siendo el Perú el país con la mayor tasa de mortalidad por Covid-19 en el mundo, con más de 180 mil muertes reconocidas por el Estado.

La herencia autoritaria y de derecha ultraconservadora del Fujimorismo, marca la pauta de lo que podría convertirse en uno de los gobiernos más represivos de América Latina, con el discurso anticomunista como punta de lanza, para arremeter en contra de militantes e intelectuales de izquierda. Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, Alberto Fujimori y su política de persecución y exterminio, causaron la muerte de al menos 70 mil personas, y aún se encuentra en proceso el juicio por la esterilización forzada de más de 270 mil mujeres pobres y racializadas. Alberto Fujimori enfrenta 25 años de cárcel, por delitos de lesa humanidad. Keiko Fujimori ha declarado que concederá el indulto a su padre, de llegar al poder.

La candidata Fujimori, la cual pretende “salvar al Perú del comunismo” de Castillo, augura un periodo presidencial en el cual se perseguiría, acallaría y amedrentaría a cualquier voz disidente al canon oficial, como durante los diez años de mandato antipopular de su padre. Con Fujimori en el poder, el viejo discurso del enemigo interno, sinónimo de todo lo que se llame pueblo, volverá a avivarse, ante un bloque de la ultra derecha que se consolida en la región, fiel al mandato de E.E.U.U. y su política de “patio trasero”. Con Bolsonaro en Brasil, Lasso en Ecuador, Duque en Colombia, Piñera en Chile, Lacalle Pou en Uruguay, Bukele en El Salvador, y ahora, posiblemente Fujimori en el Perú, el ciclo de restauración neoliberal en América Latina adquiere tintes cada vez más autoritarios. La ultra derecha se conjuga alrededor de la demonización de Venezuela y Cuba, para justificar sus transgresiones, violaciones constitucionales y atropellos a los Derechos Humanos, en cualquiera que podría ser el frente.

Así mismo, la corrupción es especialmente característica de lxs Fujimori. Toda la familia Fujimori, incluida la ex esposa de Fujimori padre, enfrenta investigaciones por corrupción y lavado de activos. La misma Keiko podría haberse enfrentado a más de 30 años de cárcel por estos cargos, así como por delincuencia organizada, lavado de activos, obstrucción a la justicia, fraude en procedimientos administrativos y falso testimonio. Keiko se encuentra directamente involucrada con el escándalo Odebrecht, con el aporte de 1,2 millones de dólares por parte de la empresa a su campaña presidencial en 2011. Por este caso, Keiko Fujimori ya enfrentó 13 meses de cárcel.

Correspondiente a las palabras del flamante banquero presidente en el Ecuador, “el poder regresa a sus verdaderos dueños”. En el Perú, el poder político nunca dejo de pertenecerle a la oligarquía, conjugada estrechamente alrededor del clan Fujimori. Con una victoria de Keiko Fujimori, se postergaría nuevamente la esperanza de una vida digna para el pueblo peruano.

 

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