La lucha es el camino: del paro a las urnas
El 16 de noviembre de 2025, se dio un hecho histórico: el pueblo le plantó un NO contundente al hacendado autoproclamado “dueño” del Ecuador. Daniel Noboa enfrenta un revés en su proyecto lacayo-extractivista y autoritario. Los pueblos y sectores populares, hermanados en una sola clase que le demostró a quienes la explotan, que pese a toda la violencia, deshumanización y criminalización desatada por su Narcoestado, el pueblo del Ecuador tiene dignidad y voluntad de lucha.
Esta dignidad nace de la lucha. Lucha que se sostuvo en cada una de las 32 jornadas de Paro Nacional, con los pueblos de Imbabura enalteciendo el estandarte colectivo de la resistencia popular, y lucha la que se dio en la campaña por el NO, con trabajo de hormiga en minga. La dignidad de un rotundo NO colectivo por nuestros muertos, porque NO, tampoco le perdonamos ni uno solo de nuestros hermanos y nuestras hermanas. NO por Efraín, por José, por Rosa, por Ismael, Nehemías, por Steven y por Josué. No por tantos hermanos y hermanas innombradas que nos arrebata el Narcoestado día a día, por los 10.000 muertos que Noboa nos regala este 2025, convirtiendo al Ecuador en el país más violento de la región.
En 2025 Imbabura se convirtió en la capital de la resistencia y dignidad del Ecuador, a la vez que demostró a los explotadores que se enfrentan a un pueblo desarmado de las armas de guerra que el Estado y el paraestado sí tienen; pero que está armado de valentía y comunidad. Daniel Noboa: no todo tiene precio en la vida, la dignidad no se compra ni se vende, al igual que el territorio, las montañas, los bosques, las selvas, las islas, y nuestros corazones.
Pensamos que las décadas de propaganda yanqui había cooptando las almas y mentes de nuestros compatriotas, pero no. Esta fuerza en el NO también demuestra que lo que se hace con lucha, con escarcha no se quita. Ecuador le ha dicho un claro y rotundo YANQUI GO HOME al pequeño dictador. Lejos de que este sea el último intento de que Ecuador sea la hacienda privada de Noboa y compañía, definitivamente es una primera gran victoria para las clases populares de este país frente a la institución de la Banana Republic. En efecto, la lucha es el camino.
La gente no solo reconoce cuando le están arrebatando sus derechos, sino que además le es inaceptable que los derechos de sus hermanos sean atropellados. El triunfo del NO es el triunfo de la dignidad y coraje del paro nacional. Para Noboa y sus 4 lacayos blanqueados, tratar a los pueblos de Imbabura –capital de la resistencia- con ese desprecio, les es natural, hasta piensan que están en todo su derecho. Pero NO, NO mismo. Para el pueblo son imperdonables los abusos y vejaciones impuestas por las FF.AA. los 32 días de paro nacional. Para el pueblo esa prepotencia, es imperdonable. Ándate tú a Miami, se le dijo con el NO al miserable de Carondelet.
De esta victoria popular, resulta fundamental resaltar dos factores que fueron centrales en el fracaso de la segunda Consulta Popular que impone Noboa en dos años: 1. La lucha es el camino, inclusive en las urnas; y 2. Existe un desgaste del proyecto oligárquico-neoliberal.
El primero reside en la voluntad colectiva de transformación, que a pesar de la brutalidad represiva expuesta en los cinco Convoyes de la Muerte en Imbabura -500 heridos, decenas de mutilados y heridos graves y al menos dos ejecuciones extrajudiciales-, se tradujo en una campaña popular autoconvocada y sostenida desde la organización desde abajo, que supo vislumbrar el carácter autoritario y regresivo en derechos de la propuesta constitucional de Noboa.
La voz de resistencia que se alzó en Imbabura en septiembre y octubre, tuvo como consecuencia directa el rechazo popular a la imposición de la Constitución del Narcoerstado el 16 de noviembre. La lucha de clases esta vez también se plasmó en la papeleta electoral, y además de manera independiente y autónoma de partidos y movimientos parlamentarios.
El segundo factor se refleja en un resquebrajamiento del proyecto oligárquico-neoliberal, mismo que ha demostrado pura y desmedida represión y extractivismo, mientras recorta todo lo que considera obsoleto: salud, educación, bienestar y supervivencia. En cada aparición pública Noboa habló de los supuestos logros del gobierno, frente a un pueblo con hambre y miedo. La gente no perdona ser tratada como pendeja –disculpen el francés-. Incluso el gobierno yanqui tuvo que interceder, anunciando un supuesto acuerdo arancelario a escasos días de la consulta, queriendo hacer ecos a la estrategia que se jugó en Argentina en las últimas elecciones. Adicionalmente, parecería que los discursos de odio no terminaron de calar en un pueblo que va despertando poco a poco de la necrosis neoliberal.
Mientras los oportunismos políticos de siempre intentan capitalizar de esta victoria popular, se pudo develar también la lógica reaccionaria y cómplice de algunos sectores del progresismo, la izquierda oportunista y sectores del Movimiento Indígena, que llegaron a hacer campaña por el sí abiertamente o de manera tapiñada, con la intención de asegurarse una posición privilegiada de llegar el caso de darse una constituyente, o favores a sus organizaciones. Stalin bien decía que la burguesía tiene dos balas en el mismo cartucho, el fascismo y la socialdemocracia.
Este NO se convirtió en algo más. Es primero que nada, un castigo colectivo contra la violencia extrema que Noboa demostró en el Paro Nacional. La gente se dio cuenta de que el narcoestado imponga una constitución a su medida, sería la legalización del terrorismo de Estado. Es una negativa a los crímenes del “Nuevo” Ecuador y sus Fuerzas Armadas han cometido en estos dos años, que han dejado 4 niños incinerados, 47 desapariciones forzadas y 21 ejecuciones extrajudiciales, persecución, criminalización y miedo
En esta campaña se ha demostrado el poder popular con una campaña hecha en minga, donde se juntó toda la inteligencia, toda la fuerza y todo el entusiasmo de cada quien, que puso la certeza de saber que nos merecemos una sociedad bonita.
A Daniel Noboa, la clase trabajadora, los pueblos y nacionalidades, le expresaron un contundente BASTA a tanta muerte, precarización, violencia y feria de territorio a los imperialismos de turno. Esta muestra de dignidad colectiva representa tanto los límites de la democracia burguesa -nos tendremos que organizar en las calles, les guste a quien le guste-, a la vez de reflejar también los límites del Narcoestado. El modelo Bukele no cala entre pueblos organizados y con conciencia de clase.
Al pueblo, a organizarnos, a preparar un nuevo bloque histórico, una resistencia colectiva capaz de plantear un proyecto de sociedad que valga la pena vivir. Tomar esta victoria como punto de partida para el inicio de una organización de clase: si hacemos bien las cosas, podría ser la hora de los pueblos, la hora de la clase trabajadora.
Trabajadores del Ecuador, unámonos.
Imagen: Azul Aiassa Montenegro