Careta democrática y autoritarismo de Estado

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Lunes 8 de Noviembre de 2021

El gobierno de Lasso genera cada vez más preocupaciones y alertas en múltiples aspectos, siendo uno de los más relevantes, su posicionamiento frente a la construcción del discurso de la seguridad nacional, la protesta social (manufactura del enemigo interno) y la democracia, conjugándose todos estos subtemas en su política securitista. El capitalismo, como sistema perverso, genera varios instrumentos de marginalización, siendo el Estado uno de los mejor logrados. En el momento histórico del neoliberalismo y con un personaje conservador ultraderechista como Lasso, los mecanismos utilizados por el Estado se extreman, naturalizando la militarización del espacio público, la criminalización de la protesta social y la pobreza, y causando una fascistización sistemática de la sociedad en general, acompañada de un creciente tinte de autoritarismo de Estado.

En los anuncios del gobierno de retomar el diálogo con la CONAIE, Lasso plantea en un tono evidentemente arcaico, “seguir conversando sobre la realidad del mundo indígena en el Ecuador”. Ante la radicalización discursiva del oficialismo en torno a un supuesto golpe de Estado -estrategia del gobierno para combatir tanto al pueblo organizado como a la oposición legislativa-, este miércoles 10 de noviembre, se retomará el diálogo con el Movimiento Indígena. Así, el Estado burgués perpetúa una supuesta apertura democrática, al mismo tiempo que con tintes protofascistas, criminaliza la organización popular, en un giro evidente hacia el autoritarismo de Estado. Los sectores populares se mantienen vigilantes al diálogo, ante la inminente reactivación de las movilizaciones antineoliberales en rechazo a la imposición burguesa del fundamentalismo de mercado.

Lasso confirmó la intención de firmar la Carta de Madrid, artilugio ideológico fundamental de círculos hispanistas asociados a la ultra derecha en América Latina y España, con financiamiento y promoción ideológica del libertarismo yanqui. La propia carta, declaración de guerra explícita al comunismo, en defensa de la libertad capitalista y la democracia liberal burguesa, se ha convertido en la carta de presentación de un frente ideológico radicalizado desde la ultra derecha, fundamentalista de mercado, latentemente anticomunista, y eurocéntrico.  En compañía de su amigo personal, el ex presidente español José María Aznar, Lasso declaraba en contra de demandas por una reparación histórica del genocidio colonial, que “eso es contra la naturaleza” y que “no participa de esas ideas”, en una clara referencia al relativismo histórico y al enaltecimiento de la colonia como hito “civilizatorio”. Este es tan sólo el episodio más reciente del racismo estructural latente en las élites burguesas, que contrasta con la realidad histórica.

La securitización es la materialización de una serie de perversiones, ya que logra imponer un orden simbólico que justifica y naturaliza la eliminación del otro. En los discursos de Lasso, es evidente que intenta manufacturar un enemigo interno que se coloca muy claramente como un otro-indígena, otro-comunista/anarquista, otro-migrante. En un intento de fracturar el sentido de unidad  del pueblo y la clase trabajadora, en el discurso oficial, el gobierno ha insistido -incluso en medios internacionales- en tejer una trama que logra unir (forzadamente) la lucha contra el narcotráfico, la supuesta ilegitimidad de la protesta social y las investigaciones acerca de su vinculación a paraísos fiscales, como un intento desestabilizador. En este sentido, la perversión de la securitización se deposita sobre el pueblo desde varias aristas: la criminalización de la pobreza, la criminalización de la protesta social y el autoritarismo político.

Por segunda vez a lo largo de su mandato, en su viaje a Europa el presidente hizo una referencia a un posible “Plan Ecuador”, advirtiendo alianzas estratégicas con EE.UU, Colombia y la UE. Con la UE, se reveló un acuerdo de cooperación en seguridad con la Guardia Civil y Policía Nacional de España, ambas conocidas internacionalmente por la utilización de extrema violencia y violencia sexual, además de tener una evidente tendencia a la ultra derecha. Por otro lado, en este aspecto  no deja de ser alarmante la cercanía ideológica de Lasso al uribismo, inclusive en el servilismo que implica solicitar un “Plan Ecuador”, subyugándose totalmente a los intereses geopolíticos del imperialismo yanqui en la región. Recordemos que el Plan Colombia ha traído consecuencias devastadoras y criminales contra la sociedad colombiana, con especial énfasis sobre el pueblo organizado y los movimientos sociales en la vulneración permanente al derecho a la protesta.

La cooperación en servicios de inteligencia con el Departamento de Estado yanqui se consolidó durante el gobierno de Moreno, de la mano de la entonces Ministra de Gobierno, María Paula Romo. El discurso de los intentos de desestabilización y golpe de Estado, se conjugan retorcidamente con el discurso que coloca a Iza como un personaje desobediente y destructivo, logrando una reactivación de criminalización a la protesta, al tiempo de colocarse un escudo “democrático”, precisamente desde actitudes autoritarias. La claridad teórica del marxismo evidencia que el Estado y la democracia son instrumentos de clase, que reafirman y sostiene la dictadura de la burguesía. “No, cuando vuelva a Ecuador yo me voy a encontrar con la CONAIE. Con el señor Iza, no. El señor Iza es un golpista. El líder indígena es un anarquista. Promueve solamente la destrucción de todo lo que existe” (Guillermo Lasso, 2021).

Retomando la propaganda anticomunista como herramienta reciclada de la Guerra Fría, para Lasso y su entramado discursivo, el pueblo y la clase trabajadora organizada se convierten en “mariateguistas, comunistas, anarquistas, golpistas y  desestabilizadores”, intentando por todos los medios deslegitimar lo suficiente a la protesta social, para justificar su criminalización. Ya se evidencia un primer despliegue de ataques dirigidos sobre actores específicos, que indudablemente va a irse diseminando sobre todo el resto de la izquierda y minorías revolucionarias. Al mismo tiempo, Lasso también arremete contra actores que están en la orilla contraria de la acción colectiva: la oposición legislativa. Un supuesto golpe estaría siendo promovido por bancadas opositoras, con la intención de destitución del Ejecutivo por su evasión fiscal relatada en los Pandora Papers.

Paralelamente a la reactivación del frente popular antineoliberal en rechazo al dictado de la banca y la burguesía representado por Lasso, se encuentra su entramado con evasión fiscal y  capitales en paraísos fiscales, develada por los Pandora Papers. El 5 de noviembre, la Comisión de Garantías Constitucionales aprobaba el informe legislativo que ratifica la vinculación a Lasso de forma directa con la Corporación Multi BG S.A., siendo él su accionista principal al 18 de febrero de 2021 y evidenciando un incumplimiento al Pacto Ético y al Código de la Democracia. Dicho informe recomienda la declaración del presidente en el pleno de la asamblea, además de una investigación detallada a sus transacciones y registros bancarios, tanto por parte del legislativo ecuatoriano como por el congreso de EE.UU. La conclusión central del informe se fundamenta en que si al presidente se le presentan indicios vinculantes, se recomienda la aplicación del artículo 130 numeral 2 de la Constitución, el cual define las causales de destitución presidencial por la Asamblea Nacional, “por grave crisis política o conmoción interna”.

Simultáneamente, el acólito legislativo al oficialismo, Fernando Villavicencio, anunció la publicación de un informe paralelo -sin mandato o sustento legal alguno-, demostrando la desesperación del Ejecutivo y sus acólitos frente al escándalo de evasión fiscal que salpica al presidente. Sin duda, el supuesto “triunvirato de la desestabilización”, según el cual existiría un pacto entre Correa, Iza y Nebot, se contradice abiertamente, ya que el bloque legislativo del PSC no demoró en anunciar que no apoyará el informe de la comisión, al cual se sumaron los bloques de ID, además del oficialismo.

Lasso se respalda en el fascismo europeo para invocar nuevamente un ambiente de golpismo, tal como lo articuló su antecesor, Lenín Moreno en Octubre 2019. Según la propia narrativa del presidente, este se enfrenta a un intento de golpe proveniente tanto de la Asamblea Nacional como del pueblo organizado. La estrategia anticomunista, la cual criminaliza la organización popular, vuelve a ramificarse en las instituciones y lógicas del Estado burgués. El pueblo se encuentra frente al artilugio ideológico más elaborado del libreto democrático liberal: defender la democracia a cualquier costo, incluso a costo de la propia democracia. La meta y logro primordial en la gira más reciente del presidente Lasso, ciertamente parece haberse alcanzado: blindar al Estado en términos represivos, al mismo tiempo de radicalizar el discurso, en el cual la persecución política y la guerra al enemigo interno adquirirán una contundencia sin precedentes.

El Gobierno del Encuentro instrumentaliza un supuesto intento de golpe de Estado para radicalizar el discurso e indumentaria represiva para apagar la legítima protesta popular antineoliberal y se blinda institucionalmente como mecanismo de defensa en contra de la intención de judicialización y fiscalización legislativa. En el momento histórico neoliberal, el anticomunismo es sin duda el instrumento antipopular de imposición capitalista más sofisticado a manos de las élites burguesas en el poder. La lucha de clases se agudiza en el Ecuador, dinamizando el escenario contingente que representa la actual crisis generalizada.

 

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