¿365 días de crisis? Neoliberalismo, desmantelamiento y pandemia

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Viernes 5 de Marzo de 2021

Queda claro que la pandemia no es la causante de la crisis. La crisis inicia por las decisiones del poder gubernamental, que antepuso el interés y protección del empresariado por sobre el de las poblaciones. La emergencia sanitaria, fue el escenario propicio para ejecutarlo y revelar que se reinstaló el régimen neoliberal. En nuestro país iniciamos esta transición hace cuatro años, para restablecer el régimen social neoliberal -es decir- volver de una experiencia de Estado mas cercana al Estado de bienestar, para re-anudarnos al neoliberalismo, eso es quizá lo que no se dice.

Tuvimos una experiencia gubernamental inscrita en la acción del Estado, que garantizó la acumulación en otras condiciones jurídico-políticas, instalando un rol del Estado que fue tejiendo el bienestar colectivo, con estrategias y discursos que se inscriben en lo que hoy se habla como progresismo. Con una especie de redistribución de las regulaciones como táctica de gubernamentalidad y donde la ley mandatoria incorporó en los sujetos la sensación de protección, cuidado y bienestar -en lo real y lo simbólico-.

Esto significa que la ley es el mecanismo por el cual los seres humanos internalizamos una serie de regulaciones, prohibiciones y sistemas de gratificación, que nos permite la cohesión social, la convivencia, la protección-cuidado. Es decir, nos permite vivir en relación con los otros, una vivencia en bien-estar.  La ley supondría -a pesar de su arbitrariedad- el lugar en el que las sociedades construyen su lazo social, produce una inscripción, es decir el sentido de pertenencia, la identidad y la referencialidad para la existencia.

Ese mínimo bienestar existente, se desgarró por completo a partir de la frase: “la realidad supera la legalidad”, dicha por la ex Ministra de Gobierno María Paula Romo. Entendimos entonces,  que se inició un proceso de deterioro de la ley, y se impuso una nueva. Prácticamente, la ley del Estado de bienestar se modificó y la enunciación de la ex ministra, proclamó el retorno al régimen social neoliberal que inició hace casi cuatro años, volviendo a la senda neoliberal como decreto.

La ley del régimen social neoliberal nos muestra nuevamente que es perversa, no garantiza el bienestar de la población ni su cuidado, fue y es usada para que el poder gubernamental se aprovechara de la pandemia para agudizar la crisis ya provocada por el mismo régimen. La catástrofe sirvió como el apuntalamiento para reinstalar el sistema social neoliberal. Pasamos del lugar discursivo de la inexistencia de la ley, a la producción narrativa de su sustitución, a través del discurso de la crisis, la perdida y la conspiración.

Fue inminente la imposición de una nueva ley, y otro lugar de enunciación, se quitó la máscara y se exteriorizó la voz del empresariado y su ventriloquía, al instalarse el relato del régimen neoliberal en el poder gubernamental. Esta narración intentó ocultar lo que ha causado; el desamparo de las poblaciones y su sacrificio, y declarar que el poder gubernamental debe proteger al empresariado, garantizar la acumulación de capital, como salida a la crisis y reinstalar la idea que la democracia es la defensa del capital, y al mismo tiempo, la defensa del empresariado.

Este régimen mostró el carácter perverso de su forma de gobierno. No sintió, ni siente remordimiento por los sacrificios humanos que han ejecutado. La muestra de inmutabilidad afectiva frente al dolor que ha causado, lo manifiesta a través de la narrativa que fabrica, y lo revela en los medios de comunicación privados, que son parte constitutiva de este poder gubernamental. Pero además, moviliza todas las fuerzas que se encuentran en coalición, no es nada extraño que entre ellas se encuentren actores y sectores de izquierda, socialdemocracia, progresismo, que se asocian a las oligarquías a través de un enemigo común, un fantasma.

Esta forma de gobernar, produce el desmantelamiento subjetivo de las poblaciones. Esto significa que nos deja en situación de fragilidad. Cuando la ley desaparece, se despliega el sentimiento de desamparo, la humillación y la indefensión, que al instalarse la ley neoliberal -que protege al empresariado- nos damos cuenta del abandono y la orfandad de las mayorías. De ahí el uso frecuente de eufemismos, como “ley de apoyo humanitario”, “ley de defensa de la dolarización”, “lucha contra la corrupción”, entre otras, que defiende sus intereses, y sacrifican a las colectividades en su nombre.

El desmantelamiento ocurre a través de procedimientos de despojo: nos hurtaron el empleo, disminuyeron los salarios, precarizaron el sistema de salud. Re-instalaron el discurso de la superioridad del derecho privado, donde millones de personas carecemos de este derecho. Esto se puso en evidencia en quienes recibieron la vacuna en el país, por ejemplo, miremos quienes son los beneficiarios de la crisis.

Al fragilizarse el lazo social tras la pérdida, y no permitir comprender la catástrofe y la angustia que esta provoca, se reinventa la crisis. Eso significa que ocasionaron una crisis sobre la crisis ya existente: causando un déficit con la condonación de la deuda tributaria a empresas, por casi 3 mil millones de dólares, pagaron la deuda externa anticipada, despidieron a médicos, enfermeras y trabajadores de la salud, y luego iniciaron el proceso de despido masivo de trabajadores públicos y privados, proceso que aún continúa. Esa es la manera de re-editar la crisis.

El desmantelamiento provocado por el poder gubernamental y el empresariado, imposibilita realizar el duelo por las pérdidas: por la muerte de miembros de la familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos. El duelo por la pérdida del trabajo, la pérdida del lazo social, todo aquello de lo que se nos ha despojado, nos deja una fisura enorme en nuestro inconsciente colectivo, y no podemos vivir los ciclos del duelo.

Se construyó el relato de que la pandemia ha generado pérdidas de miles de millones de dólares, se organizó en el justificativo para darle legitimidad a todas las acciones ilegales del poder gubernamental y el empresariado. A esto, sumaron la idea de las tramas conspirativas, y construyeron unos demonios para depositar en ellos las responsabilidades de la crisis, y con ello desplazar a otro lugar, los sentimientos de rechazo que se tiene sobre el poder gubernamental. Este discurso de la conspiración opera como el chisme y el rumor, y moviliza los resentimientos hacia los depositarios de la culpa, ese enemigo fabricado en los medios de comunicación y el poder gubernamental.

Pero el odio implica también un rechazo a aquellos que usurparon el poder gubernamental. Este enemigo común, que se atrevió en democracia, a relegarle a las élites, lo que estas consideran les pertenece: esa condición de amo que no admite que los siervos hayan llegado a ejercer el poder gubernamental. Muestra que el neoliberalismo reedita las diversas formas de colonialidad. El narcisismo herido moviliza al narcisismo destructivo, y sus consecuencias ya las hemos y seguimos viviendo.

Me permito citar el fragmento de un artículo que escribí en los inicios de la pandemia por el mes de abril de 2020 y muestra que el balance de estos 365 días de pandemia en el país:

Hemos visto dos formas o visiones en el mundo, que intentan disminuir el impacto de la pandemia, una en la que se intenta poner por -sobre todo- a la vida de los seres humanos, fortaleciendo los sistemas de salud, protegiendo a los ciudadanos con recursos para que puedan sostenerse en el confinamiento social y disminuir al máximo las pérdidas de vidas de personas que han sido infectadas con el virus. De ellos conocemos muy pocos porque los medios de comunicación en los países como el nuestro difícilmente querrán mostrar que hay otras formas de enfrentar la crisis.

Y la otra manera, en la que primó salvaguardar los intereses de los grupos de poder económico, eso los podemos mirar en los países de américa latina, donde el modelo y régimen neoliberal retornó en los últimos años. El presidente de la Republica Lenin Moreno, decía que somos un país modelo a seguir, felicitado por los organismos internacionales, FMI y BM, particularmente. Que las medidas tomadas han permitido enfrentar la crisis con valentía y solidaridad por sobre todo con los más necesitados.

Sin embargo, en lo real, dista de ser verdad, aunque puede que, las palabras utilizadas “los más necesitados” era para referirse a los empresarios y el sistema financiero, etc. Y ahí si cabe, entender porque las medidas a todas luces protegen a esta clase social y la felicitación del Banco Mundial y del Fondo Monetario, lo legitima.

 

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