Luto en el Ecuador

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El asesinato de los tres periodistas en la frontera norte es un  hecho repudiable desde cualquier punto de vista. Eran hijos, padres, amigos, compañeros, seres humanos que no tenían nada que ver con problemas históricos que el Estado colombiano - y en parte el ecuatoriano - no han sabido resolver.

Son las víctimas de un sistema injusto, de una guerra que en otros países como México y Colombia ha derramado mucha sangre. Una guerra que nos era ajena en apariencia, pero que ahora, se devela en su verdadera dimensión.

Su crimen fue informar, y a pesar que como medio de comunicación tenemos una línea crítica con los grandes medios de difusión, es la dimensión humana la que nos moviliza a guardar un respetuoso silencio por colegas que murieron en el ejercicio de sus profesiones.

Para la sociedad ecuatoriana es un grave golpe, un evento inédito en la historia reciente, y que pone en duda aquella idea que somos un territorio de paz; en medio de una de las principales regiones proveedoras de estupefacientes del mundo.

Más, en medida del respeto que se merecen los periodistas y el dolor que sienten sus familias y el Ecuador en general, advertimos el peligro que el Gobierno o la clase política, utilicen estos lamentables hechos para justificar la implementación de políticas de distinta índole. Se debe respetar la memoria de los periodistas y no utilizarlos para fines particulares.

El Gobierno deberá responder por estos hechos; debe dejar de cubrirse y culpar al anterior régimen y entender el peso de sus elecciones geopolíticas. Es hora que asuma la dimensión del encargo que les ha sido entregado por la vía electoral y empiecen a dar respuestas concretas.

Debemos ahora entrar en una profunda reflexión, lejos de la bulla de los medios de difusión, y plantearnos qué queremos como ecuatorianos, como ecuatorianas. Pensar por qué ahora tenemos esta amenaza, o por qué trabajadores inocentes son víctimas de una guerra que enriquece a unos pocos.

No debemos lanzar criterios apresurados, o ser replicadores de discursos ajenos. Que el luto nos sirva a comprender estos sucesos por fuera de la manipulación, y con responsabilidad, rechacemos cualquier acción política que utilice tan nefastos sucesos como una oportunidad para impulsar sus intereses particulares.

 

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