La Asamblea Nacional y la ley curuchupa

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Jueves 19 de Septiembre de 2019

La Asamblea Nacional volvió a congregar a cientos de personas en sus exteriores, lugar en donde las vallas metálicas y la presencia de la policía nacional se ha vuelto común y símbolo del actual gobierno. Este 17 de septiembre, se debatía una posible reforma al artículo 150 de Código Orgánico Integral Penal (COIP) del año 2014 respecto al aborto en el país. Punto central del debate fue la ampliación de nuevas causales que permitan un aborto en caso de violación, incesto, inseminación no consentida, grave malformación fetal e incompatibilidad con la vida extrauterina.

Bajo el mediocre pretexto de “salvar las dos vidas”, de “no manchar tus manos con sangre” o “mi madre fue la culpable de mi muerte”, miles de ciudadanxs se congregaron a un lado de la Asamblea Nacional a la espera del resultado de un debate histórico para las mujeres y la lucha feminista. Por el otro lado, cientos de compañerxs, grupos y colectivos feministas reclamaban su derecho histórico y fundamental para ejercer autonomía sobre sus cuerpos y sus vidas.

De un lado de la cerca, se caracterizaba al aborto como un acto criminal, en términos extremos como los que nos encontramos en algunos argumentos que condenan al aborto a base de fanatismos o dogmas religiosos, opuesto a la vida. Estos argumentos son inaceptables en un país en el cual 6 niñas de entre 10 y 14 años son obligadas a parir a diario, producto de una violación, muchas veces ejercida dentro del mismo núcleo familiar.

Lo que pudo ser un avance histórico en la manera de legislar de la Asamblea Nacional, nos demostró una vez más que el aclamado Estado “laico” no es más que una ficción mediocre, retrograda, machista, patriarcal y sobre todo, apática, que legitima y se vuelve cómplice de la violencia sistemática contra niñas, adolescentes y mujeres. De los 70 votos requeridos para aprobar las causales, 59 asambleístas votaron en contra, 6 se abstuvieron, 7 estuvieron ausentes, de todas formas, es positivo que 65 votos se manifestaron a favor.

Lo que queda claro es que en las calles la lucha por el aborto libre, legal, seguro y gratuito continua, las demandas feministas no quedarán en la historia, sino que se harán realidad. La lucha por la legalización del aborto en América Latina continúa tomándose las calles, desde Buenos Aires a la Ciudad de México, pasando por La Paz y Quito, la marea verde da lucha contra todo una estructura, contra gobiernos y políticas caducas, neoliberales, patriarcales, reaccionarias y sobre todo, antihumanas y desiguales.

Que no se olvide que sobrevivir a un aborto y no ser criminalizada por ello es un privilegio de clase. Criminalizar el aborto es simultáneamente criminalizar la pobreza, obligando a miles de mujeres a abortar den la clandestinidad, a poner en riesgo la vida. La negligencia de un Estado que desprecia la vida de las mujeres, condenando a cientos de ellas al sistema penitenciario, por ejercer el derecho humano de cualquier cuerpo gestante, a decidir sobre sus propio cuerpo.

Mientras en Ecuador sigan habiendo niñas y mujeres obligadas a parir por los caprichos de las élites e iglesias, que históricamente han ejercido control sobre los cuerpos femeninos - no olvidemos que sobre sus hombros cargan no una cruz, sino las vidas de miles de hermanas violadas, torturadas y asesinadas-, este Estado no podrá llamarse ni laico ni justo. La criminalización del aborto se convierte en una cacería de brujas contemporánea. Pero esta vez, las brujas estamos juntas, nos están viendo y el patriarcado se va a caer. ¿Y ahora? Que arda. 

 

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