El tablero estadounidense y sus peones suramericanos

stados Unidos se debilita después de su derrota sufrida en Siria, de la infructuosa reunión con Corea del Norte y del fallido intento de golpe de Estado en Venezuela, solo por nombrar unos pocos y recientes ejemplos. Guaidó y Maduro son símbolos en una batalla llevada en territorio de Venezuela. Aquel territorio es solo uno de los varios campos de batalla existentes en la gran guerra, la de Estados Unidos frente a Rusia y a China.
Martes 12 de Marzo de 2019

Después de la agitación experimentada en el Sistema Internacional, con la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente encargado” de la República Bolivariana de Venezuela, el 23 de enero pasado; las aguas se calman, pero no se ponen diáfanas. No contentos con la falta de reconocimiento internacional, tanto por estados miembros, como por organismos internacionales e incluso organizaciones de la sociedad civil; ni por el objetivo no alcanzado de ingresar camiones con supuesta ayuda humanitaria después del concierto del 22 de febrero, en la ciudad colombiana fronteriza de Cúcuta; empezaron una gira por algunos países suramericanos. Es prudente analizar el cómo, el por qué y el para qué de algunos eventos, para comprender los intereses reales tras el caso de Venezuela.

La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, impuso a Guaidó la prohibición de salida del país, entre otras medidas cautelares, el 29 de enero. Antes de que Guaidó salga ilegalmente de gira por cinco países con gobiernos afines al de los Estados Unidos, mantuvo reuniones con Iván Duque y con Mike Pence. El día del concierto se reunió nuevamente con Duque y con Sebastián Piñera, Mario Abdo y Gabriela Michetti. Iniciada su gira en Colombia, viajó a Brasil y Jair Bolsonaro le brindó su apoyo en Brasilia. Después de permanecer pocas horas en Asunción para reunirse con Mario Abdo, se trasladó a Buenos Aires para ser recibido por Mauricio Macri. En Ecuador, Lenín Moreno lo recibió y acompañó a un corto recorrido por la ciudad de Salinas, para medir el respaldo de sus conciudadanos venezolanos. Pese a estar previsto un desplazamiento a Lima, desde Ecuador anunció su regreso a Caracas.

La gira permitió el diálogo entre los mandatarios y el autoproclamado presidente encargado de Venezuela. En el discurso, algunos acuerdos fueron alcanzados, pero en la praxis, no representó una visita de estado, ni de gobierno, o ninguna de carácter oficial. Tampoco sirvió para que se legitime a nivel internacional su autoproclamación, ya que solo un 26% de los miembros estados del Sistema Internacional de Naciones ha reconocido la presidencia de Guaidó; es decir 50 de 193 estados existentes han manifestado algún tipo de apoyo. No obstante, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, informó que Guaidó será bienvenido en Europa si desea ir. Las giras podrían continuar las próximas semanas, sobre todo considerando que Guaidó solo ha sido reconocido, por los medios de comunicación internacionales, como presidente autoproclamado, lo que ha molestado al gobierno estadounidense. A demás cabe recalcar que en todo momento ha permanecido acompañado por la Secretaria Adjunta en la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, la estadounidense Kimberly Breier.

Pero no resulta extraño que sean los Estados Unidos los que quieren imponer y legitimar a Guaidó como presidente interino de Venezuela. Tampoco es de sorprendente que sean los amigos de la Casa Blanca, del Fondo Monetario y del Banco Mundial, los presidentes que lo acojan en su desespero por reconocimiento y por protección. Bolsonaro, Macri, Duque, Abdo y Moreno, además de Piñera y Vizcarra, son los Jefes de Estado latinoamericanos que intensivamente buscan destacar su servilismo a los intereses de Washington. Su recorrido por estos países no representa ni implica nada más que su desacreditación y deslegitimación. La representatividad de dichos presidentes sigue decreciendo. Que Guaidó se reúna con ellos lo termina de desfavorecer con los ciudadanos suramericanos. Por el Contrario, la percepción del triunfo de Maduro sigue incrementando al pasar los días. El  resultado del  intento de golpe de Estado en Venezuela, por parte de los líderes de la Asamblea Nacional apoyados por intereses extranjeros que buscan distraer la atención mundial, fue negativo para los Estados Unidos y el Grupo de Lima.

Lo ocurrido en Venezuela resulta ser una cortina de humo que intenta distraer la atención, de los verdaderos problemas, a los ciudadanos de la América Latina, de los Estados Unidos y del mundo entero. En Brasil y en Ecuador han saltado alertas de corrupción relacionadas con las familias directas de Bolsonaro y Moreno. En Argentina la crisis económica, causada por las medidas recomendadas por el FMI y adoptadas por Macri, se intensifica en tal magnitud que muchas familias solo pueden alimentarse una vez al día. En Paraguay continúan los desalojos y las luchas por el acceso a tierras cultivables de manera equitativa. En Colombia, las violaciones a los Derechos Humanos y los atentados contra líderes sociales han aumentado desde la toma de poder de Duque. En los Estados Unidos se vive una cierta incertidumbre debido al posible enjuiciamiento político por parte de los Demócratas a Donald Trump. Mientras tanto, la prensa internacional se mantiene enfrascada en Maduro y en Venezuela. Son varios los asuntos graves, políticamente hablando, que ocurren en estos países.

Pero la cortina de humo no solo la sostiene el gobierno de Estados Unidos para ocultar sus asuntos internos, sino que trata de ocultar también, su evidente debilitamiento frente a otros actores relevantes del Sistema Internacional. Mientras China y Rusia han apoyado claramente a Maduro, Estados Unidos se esfuerza por incrementar el reconocimiento internacional a Guaidó. Los esfuerzos americanos pierden potencia. El llamado de Pence a los gobiernos soberanos de México y Uruguay a reconocer a Guaidó fueron infructuosos. Estados Unidos se debilita después de su derrota sufrida en Siria, de la infructuosa reunión con Corea del Norte y del fallido intento de golpe de Estado en Venezuela, solo por nombrar unos pocos y recientes ejemplos. Guaidó y Maduro son símbolos en una batalla llevada en territorio de Venezuela. Aquel territorio es solo uno de los varios campos de batalla existentes en la gran guerra, la de Estados Unidos frente a Rusia y a China.

 

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