Plan Ecuador: la burguesía contra el pueblo

ACAB
Lunes 31 de Octubre de 2022

En el Ecuador neoliberal, existe tan solo una certeza en estos momentos: el Estado burgués se encuentra permeado por el crimen organizado de forma estructural, y es precisamente esta alianza la que permite profundizar la lógica de la subyugación frente al capital, y la apropiación de lo común que impera en el Ecuador. El capitalismo neoliberal radicaliza los antagonismos de clase, al mismo tiempo que amplía el margen de la violencia impuesta sobre el pueblo y la clase trabajadora.

Resulta imposible no calificar como una profundización de la violencia estructural al afamado “Plan de seguridad interna”, valorado en USD 5.000 millones, por el cual el oficialismo venderá lo que tiene y prometerá lo que no tiene, para asegurar el influjo de financiamiento extranjero al pilar bélico. Única política bajo la cual se asegura un mínimo de gobernabilidad al aplacado, difamado y mutilado gobierno neoliberal de Guillermo Lasso. La burguesía putrefacta y reciclada del Feriado Bancario, se esmera en generar la pantomima de un plan de gobierno, al mismo tiempo de depredar y carroñar los restos y las ruinas del “Estado de bienestar” -proyecto condenado al fracaso por el propio peso de la historia frente a los progresismos complacientes con la clase burguesa-.

Esta nueva empresa imperialista se enmarca en el nuevo ciclo de apropiación capitalista iniciado por Moreno y continuado por Lasso. Por lo mismo, se encuentra intrínsecamente ligada a la profundización del ciclo insostenible de contratación de deuda externa. Mientras el Ecuador se hipoteca en más del 65% de su PIB, el belicismo securitista pretende aumentar esta insostenibilidad en un 5% adicional. El círculo vicioso de la deuda externa, se completa por medio del financiamiento del Plan Ecuador, profundizando la deuda, a la par del crecimiento del margen de ganancia privada de funcionarixs del Estado burgués. La lógica neoliberal consolida la subasta de lo público.

En el momento histórico actual, el oficialismo ruega que el imperialismo yanqui asuma  el costo de radicalizar la guerra interna y la guerra contra las drogas en territorio ecuatoriano. El crimen organizado -brazo armado irregular de la burguesía- se tolera con permisividad absoluta, mientras legitima la imposición más cruenta de guerra antipopular por excelencia: la guerra contra el enemigo interno y la “guerra” contra las drogas. El mayor consumidor de cocaína a nivel mundial y estandarte de su uso en términos ideológicos, los EE.UU., se jactan de aplicar manuales antisubversivos desde el final de los años 50s en el continente, sin la pretensión ni la intención explícita de imposibilitar los flujos de sustancias ilícitas a su territorio. El imperialismo yanqui profesa la aniquilación de los pueblos que luchan, bajo la hipocresía del estandarte anti-drogas, mientras su propio mercado interno consume la inmensa mayoría de las drogas que supone combatir y la burguesía transnacional aliada al imperialismo y el crimen organizado engorda sus bolsillos. La ironía y contradicción más profunda del capitalismo, se refleja justamente en sus “guerras perdidas”.

El discurso del enemigo interno es el hilo conductor que el mal gobierno de Guillermo Lasso intenta posicionar para justificar sus políticas securitistas y de pacificación social. Desde el centro del poder del Estado, Lasso ha intentado explotar el hiper presidencialismo del modelo democrático nacional, proponiendo leyes, vetos parciales, consultas y decretos que involucren de una manera directa a las FF.AA. en el control interno, así como proporcionar a la labor represiva de la Policía Nacional un marco legal flexible, que facilite la violación sistemática de Derechos Humanos.

Si bien la cúspide del discurso del enemigo interno tuvo su momento más agudo cuando en octubre de 2021, en el segundo aniversario del paro nacional de Octubre de 2019, Lasso personalmente encabezó la campaña de desprestigio en contra de Leonidas Iza y todo el Movimiento Indígena y popular. En ese momento, Lasso y Vera -en una entrevista orquestada- escenificaron un pobre intento de pseudo análisis del libro El Estallido, acusando a Iza de violentador de mujeres y subversivo, e intentó implicar a la organización popular con el crimen organizado frente a la opinión pública. El mismo discurso se volvió a ensayar después del paro nacional de Junio de 2022. Así mismo,  la detención de varixs miembrxs del Movimiento Guevarista, se convirtió en otro eje de “la lucha férrea y patriótica” que el gobierno neoliberal de Lasso emprendía contra el enemigo interno.

Posteriormente, las implicaciones del mismo Estado con el crimen organizado desbordaron poco a poco las posibilidades del Gobierno Nacional para el encubrimiento del problema: las políticas neoliberales y el manual del FMI y el BM ejecutadas al pie de la letra por el banquero presidente, han generado intencionalmente las posibilidades para consolidar un Narco Estado en el Ecuador. Las constantes masacres carcelarias, agentes policiales y militares de todo cargo implicados repetidamente en escándalos de corrupción, tráfico de drogas, actividad criminal y feminicidios, han logrado descolocar parcialmente los discursos montados desde el centro del poder político. Para la gran mayoría del pueblo, la verdadera cara de la burguesía mafiosa se hace evidente. Nunca ha habido una aprobación de la gestión del gobierno y de sus agentes represivos tan baja como en este preciso momento.

Esta realidad obliga al Gobierno Nacional a intensificar y acelerar la imposición securitista sobre la población, en una maniobra de doble filo: por un lado consolida la posición geopolítica de subyugación al imperialismo yanqui y su vocación intervencionista en la región; y por otro lado coloca a las fuerzas represivas en una posición extremadamente aventajada para el control de la creciente organización popular antineoliberal, que surge inevitablemente frente a condiciones de vida constantemente precarizadas por el neoliberalismo. Con una intensidad moderada pero constante, el discurso del enemigo interno permanece latente detrás de la ejecución del “Plan de Seguridad Nacional” de Guillermo Lasso.  

Respecto al genocidio popular que pretende desatar la burguesía lassista sobre el pueblo ecuatoriano, el componente referente a inteligencia, contrainsurgencia, dotamiento bélico, y la legitimización del discurso del enemigo interno, presumiblemente se importará directamente desde Estado de Israel. El sionismo israelí se jacta de implementar la guerra interna más cruenta y violenta en contra de la población que ocupa, subyuga, y aterroriza. El pueblo palestino, sujeto a más de 75 años de ocupación y genocidio, sirve como carne de cañón y “conejillo de indias” -eufemismo que describe el rol al que somos subyugados los Sures- para perfeccionar los mecanismos burgueses de dominación y exterminio en contra de los pueblos del mundo. La dictadura de la burguesía, profesada por las tecnologías de la información y la contrainsurgencia, se perfilan como los elementos  centrales en sostener el capitalismo contemporáneo.

Resulta impensable conceptualizar al Plan Ecuador y al exterminio popular venidero sin observar detenidamente la historia de Colombia, sin la cual la expansión del imperialismo yanqui en la región resulta impensable. El Plan Colombia inició en el año 2000, prometiendo ser un “Plan Marshall” para el Sur global, reafirmando el exterminio de los pueblos en resistencia a la imposición capitalista. Se hizo una inversión bélica de más de USD 10 mil millones, destinada por un lado a la guerra contra las drogas, y por otro lado a la guerra antisubversiva, atadas estrechamente al Tratado de Libre Comercio con EE.UU. En retrospectiva, cabe recalcar de manera enfática, que tanto la guerra contra las drogas, como la guerra contra los pueblos, fracasaron rotundamente. Nos enfrentamos a una radicalización de los instrumentos de dominación yanquis en la región, frente a una pérdida persistente del predominio económico y comercial de los EE. UU. a nivel internacional. Esto demuestra una disputa del orden mundial y un posible cambio de polo.

Mientras tanto, como sabemos por experiencia histórica, la afamada guerra contra las drogas, se convierte en la excusa perfecta para perfeccionar las implicaciones del crimen organizado dentro del aparataje estatal, como sucedió con el Plan Colombia y sus miles de muertxs y desplazamientos forzados, al mando de la burguesía con sus brazos paramilitares. El pacto interburgués entre el poder del Estado y el crimen organizado queda intacto, generando niveles de acumulación capitalista desorbitantes y colocando al pueblo como carne de cañón para los experimentos de control territorial que se les plazca a “ambos bandos”. La consolidación del Plan Ecuador es una de las noticias más desastrosas para el pueblo, la clase trabajadora y la organización popular, que tiene que sortear la supervivencia frente a la extrema precarización de la vida, y el Estado burgués en guerra contra el pueblo.

 

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