La lucha de clases estremece a América Latina y el mundo

cae el capital
Lunes 21 de Octubre de 2019

En Ecuador, Chile, Haití, Cataluña, Kurdistán, la lucha de clases ha puesto a temblar los pilares de la modernidad capitalista. No se trata simplemente de insurrecciones contra invasiones coloniales, levantamientos multitudinarios provocados por medidas económicas que golpean a los sectores populares, “tarifazos”, “paquetazos”, o incluso, de luchas anti neoliberales posteriores al ciclo progresista latinoamericano. Todo este gran movimiento y su profundidad política, nos remite a una verdad universal: el antagonismo del capitalismo no se resuelve sino es por la lucha entre oprimidos y opresores.

Quienes, hasta hace poco, apoyados en su lectura política de escritorio, aseguraban que la disputa entre clases sociales era un recuerdo anecdótico de la izquierda revolucionaria del siglo XX, han caído de bruces ante la realidad. De la misma forma lo han hecho sus pretensiones de “paz social”, desarrollo económico y culto al Estado moderno, en su lógica por secuestrar la iniciativa popular, misma que ha desbordado en estos momentos a las instituciones, partidos y organizaciones políticas.

Momentáneamente o de forma sostenida, los estallidos sociales que se encuentran en desarrollo en este preciso instante vuelven a poner sobre la mesa discusiones que a la izquierda y al progresismo incomodan: ¿Partido o movimiento político social? ¿Vanguardia o minoría revolucionaria? ¿Estadocentrismo o comunalismo? ¿Poder popular sin control del territorio? ¿Revolución pacífica?

Los desbordes populares que han desembocado en insurrecciones generalizadas, asambleas que se reproducen fuera del control partidario, la creación de redes de abastecimiento y comunicación por cuenta propia de la población, reafirman nuestro convencimiento que la revolución es la única salida, y que nuestra labor es promoverla por todas las formas y medios posibles.

 

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