La Banana Republic levanta la impunidad como bandera

La impunidad es el signo de este momento histórico. Sin un minuto de descanso, por 621 días hemos presenciado el genocidio del pueblo palestino, que ha pasado de ser un etnocidio de mediana escala por más de 76 años, a ser un holocausto de la escala más brutal. Hasta mayo 2025, el Estado fascista de “israel” ha tirado más de 100.000 toneladas de TNT sobre la Franja de Gaza, que tiene una extensión similar al del Distrito Metropolitano de Quito. Para hacer un par de referencias históricas, entre Hiroshima y Nagasaki se tiraron el equivalente a 35.000 toneladas de TNT. Así mismo, sobre Gaza y su población, se han tirado 8 veces más explosivos que durante toda la Segunda Guerra Mundial, misma que duró 6 años. Por otro lado, hasta el 2022 habían al menos 10.500 palestinos presos en cárceles israelíes, mismos que fueron procesados en tribunales militares. Durante este genocidio no existen cifras contrastables sobre cuantos palestinos están detenidos en lo que difícilmente pueden llamarse cárceles –sino capos de concentración-. Lo que sí ha podido conocerse, son las torturas físicas, psicológicas y sexuales a las que han sido sometidos los prisioneros a manos del “ejército más moral” del mundo. En estos 20 meses, centenas de miles han sido asesinados, entre los cuales constan al menos 15.690 bebés y niñxs.
Este “país”, ese Estado que ha ejecutado los crímenes de guerra arriba listados -y muchísimos más- se ha convertido en uno de los aliados principales del gobierno de extrema derecha de Daniel Noboa Azin. Si no estamos rabiando de indignación, por lo menos deberíamos estar seriamente preocupadxs. El hacendado, en su primera visita como presidente electo, dio una declaración en Palestina ocupada que augura terror: Ecuador e israel “tienen los mismos enemigos”, dijo el magnate criollo al genocida Netanyahu. En menos de 10 días ingresaba a la Asamblea Nacional, como proyecto de ley económica urgente, la Ley de Solidaridad Nacional, que a un mes de semejantes declaraciones, fue aprobada y ha otorgado al Estado y sus aparatos represivos del signo de “israel: la impunidad. De esta característica que ahora refuerza el Estado, tenemos ya el primer ejemplo: el abogado de los militares implicados en la desaparición forzada, tortura y ejecución de los 4 niños de las Malvinas ha ingresado un recurso de habeas corpus con el objetivo de dejar sin efecto la presión preventiva, sosteniendo la posición de que la ley de Solidaridad Nacional ya está en vigencia. Si antes percibíamos impunidad, ahora sabremos su verdadero poder.
Así mismo, a menos de 72 horas, la Asamblea Nacional volvió a aprobar otra ley que tiene los mismos alcances en términos de detrimento a los derechos civiles, políticos y humanos de quienes habitamos Ecuador: la Ley de Inteligencia, que entre otros incisos curiosos, insta a la destrucción de documentos de registro de acciones y maniobras que fueren realizadas en procesos de investigación y procesamiento de personas, grupos y organizaciones. Impunidad garantizada. En este entramado, el Estado también ha firmado alianza con Palantir, una empresa que oferta un software de inteligencia y espionaje, que al menos en EE.UU y Palestina ocupada, funciona como mecanismo para identificar objetivos militares. A propósito de este punto, la ley de inteligencia también concibe la posibilidad de catalogar a la organización popular como objetivo militar de “comprobarse” uso reiterado de violencia. ¿Comprobado por quienes, con qué mecanismos de control y veduría? Recordemos que solo en Palo Quemado y Las Pampas, 164 compañerxs campesinxs están procesados por delincuencia organizada y terrorismo. Con esta ley, los defensores y defensoras del territorio podrían pasar a ser objetivos militares. Es decir: bala.
En este entramado político, que describe la transformación del Estado de policial a un Estado de vigilancia, y paulatinamente a un Estado fascista, es necesario recalcar que la familia Noboa sostiene inversiones mineras, precisamente en el proyecto La Palta de la empresa Ático Mining en Sigchos, y en el proyecto El Domo de la empresa Curiminig en el Cantón Las Naves. Es decir, es posible identificar con claridad como la totalidad del aparataje estatal se coloca al servicio de los intereses privados de transnacionales extractivas, y la élite económica en el centro del poder político. Los alcances de la criminalización y persecución, especialmente contra defensorxs del territorio y oposición política, llegarán a unos estándares que nunca hemos experimentado en este país, colocando a las vidas de pobladores, militantes, activistas y políticos en altísimo riesgo. Recordemos la herencia de falsos positivos que el Plan Colombia ha dejado en la región. Por otro lado, en un contexto en el que el Ecuador es el más reciente narcoestado del continente, la evidencia histórica demuestra que aparatos paramilitares complementan el accionar del Estado y las corporaciones privadas, como en el caso del desplazamiento forzado de lxs compañeros de la Asociación Agropecuaria 30 de Marzo en Los Ríos, donde “sujetos armados” complementaron el trabajo de la Policía Nacional al desalojar a 74 familias campesinas de sus casas, tierras y medios de subsistencia. Cuando el Estado impone la impunidad como sentido común, la sociedad se convierte en una sociedad de la impunidad: “israel” y toda su estructura son el vivo ejemplo de esta lógica.
En el mes posterior a la victoria electoral del magnate hacendado-bananero, sus intenciones de acumulación de capital a costa de la vida humana y de la naturaleza en el Ecuador volvieron a saltar a la luz. El anuncio del Narcoestado comandado por Noboa de una reapertura del catastro minero, augura una profundización de la violencia estatal y paraestatal en territorios de extracción mineral, al costo que sea. Actualmente se encuentran concesionadas más de un millón ochocientas mil hectáreas para la explotación minera.
En términos estratégicos, Daniel Noboa consolida al Estado ecuatoriano como el principal instrumento de acumulación de capital al servicio de su grupo económico y afines: el “Nuevo” Ecuador se perfila como un oligopolio, un Estado permeado por completo por la oligarquía y sus estructuras paraestatales ligadas al narcotráfico. En estos términos, absolutamente todos los poderes del Estado se encuentran alineados a estas lógicas de acumulación de capital, convirtiéndolas en la prioridad absoluta por sobre todo lo demás: todo al servicio de la clase parasitaria corporativa.
Por otra parte, los tentáculos del imperialismo occidental vuelven a desplegarse en términos financieros: el 11 de junio se confirmó que el FMI accederá a un nuevo desembolso por un total del USD 5 mil millones para 2025 en el marco SAF- Servicio Ampliado de Financiamiento-, considerado únicamente para países sobre endeudados como el Ecuador y Argentina. No cabe duda de que sin este “incentivo” -y lo ha determinado el propio FMI en sus previsiones de crecimiento-, la economía ecuatoriana no podrá generar siquiera un ínfimo crecimiento positivo en el 2025, como fue en 2024, con el mínimo 0,4% del PIB.
Esto significa para las clases explotadas del Ecuador, la imposición de un nuevo paquetazo económico y financiero que desconoce el costo social y humano que se impondrá a la interna: reforma tributaria, laboral, leyes antiterroristas. Entre tanto, Ecuador cerrará el 2025 con más de 10.000 muertes violentas. En términos económicos, las corporaciones privadas dependen de estos salvavidas para sostenerse, demostrando fácticamente que las corporaciones privadas no generan ni empleo ni inversiones. La clase parasitaria saca USD 30.000 millones a paraísos fiscales, cifra que corresponde al lavado anual de activos en el Ecuador, según el propio hacendado presidente.
En un Narcoestado que se mantiene a flote únicamente por los dólares que entran de las economías ilícitas, el Estado prioriza el control social y la generación del consenso: el lavado de cerebro colectivo que la propaganda gubernamental que se destila tanto en redes sociales como desde las corporaciones de comunicación, quienes concentran más del 80% de los medios de este país – un monopolio -. Al mismo tiempo y ante la falta de un proyecto mínimo de país, se impondrá el terrorismo de Estado a copia, calca y cargo del sionismo, movimiento genocida que pisa fuerte en el Ecuador desde hace décadas, pero como nunca. La Inteligencia Artificial que se aplica para exterminar a un pueblo entero en Palestina se impondrá a sangre y fuego en el Ecuador, bajo la estrella de david, la esvástica de nuestro momento histórico. Más temprano que tarde, como el glorioso pueblo de Irán lo está demostrando en estos momentos, caerán los verdugos de los pueblos, y Noboa en esta ecuación es tan solo un infame títere del imperialismo occidental, como bien lo demuestra su verdadera patria: la gusanera de Miami.
El faro de luz es y será Palestina.