Fue el Narcoestado: a un año de la desaparición forzada de los 4 niños de las Malvinas
A 11 meses de la declaratoria del Conflicto Armado Interno por Daniel Noboa vía Decreto 111 -en el que se decretó también la movilización de las Fuerzas Armadas dentro de territorio nacional- el 24 de diciembre de 2024 16 militares de la Fuerza Aérea, participaron en la desaparición forzada de Josué (14), Ismael (15), Steven (11) y Nehemías (15), en Guayaquil. Los militares los subieron a una camioneta a golpes, y se los llevaron para Taura a la fuerza. Estuvieron desaparecidos por 17 días, hasta que llegó la que se recordará como la Navidad de pesadilla: el 24 de diciembre la policía encontró los cuerpos calcinados de los niños, y una semana más tarde, el 31 de diciembre, la Fiscalía confirmó que laa identidades de los cuerpos incinerados eran en efecto de los 4 niños desaparecidos. Los cuatro de las Malvinas.
El Gobierno ha insistido en desatinos y posturas contradictorias frente al caso. La primera, tratar de negar la responsabilidad del Estado en la Desaparición Forzada y posterior tortura y asesinato de los cuatro niños. En la primera semana, se intentó justificar la detención diciendo que los niños estaban delinquiendo, acusación que hasta el momento no se ha podido probar. Posteriormente, el jefe de operativos de Fuerzas Armadas dijo que “ellos (los uniformados) no han participado en ninguna detención”, adhiriendo que posiblemente puede tratarse de “bandas criminales vestidas de militares”, negando los hechos registrados en cámaras de seguridad. Posteriormente la DYNASET presentó testigos que aseguraban que en efecto los niños fueron detenidos por los militares, pero que fueron dejados sanos en Taura, y que serían unos supuestos alias Dany, Ñato, Momo y Ruco, de “Las Águilas” los presuntos responsables de la tortura y asesinato de los cuatro niños. Las familias y las organizaciones de DD.HH. han peleado contra todo el aparataje estatal para llegar a la verdad.
El 25 de diciembre de 2024, la Jueza de niñez y adolescencia de Guayaquil Tanya Loor, mediante un hábeas corpus declaró la desaparición forzada de los cuatro niños y ordenó la investigación y las disculpas del Ministerio de la Defensa por los hechos. Este hábeas corpus significó la amenaza directa de dos Ministros contra la Jueza que lo firmó. La Ministra del Interior de ese entonces, Mónica Palencia, fue la primera en amenazar a la Jueza. La apelación de Palencia señalaba que existía “una confabulación entre los padres de los niños y las organizaciones de DD.HH. para hacer persecución política contra el Presidente de la República Daniel Noboa, y que por otro lado existía la intención de desprestigiar al Estado y a sus instituciones. La apelación incluía la amenaza de que “se guarda el derecho a demandar indemnizaciones”.
Posteriormente el 6 de enero de 2025, en la cadena nacional donde Giancarlo Loffredo ofreció unas supuestas disculpas públicas por el crimen atroz contra Ismael, Josué, Steven y Nehemías, el Ministro de Defensa arremetió de manera amenazante contra la Jueza Loor, "Señora jueza, he cumplido con lo que usted dispuso, a pesar de que llegaremos hasta las últimas consecuencias para que se sancione su actuación, ya que la misma ha dado el paso a una persecución política y no voy a permitir que su sentencia sea utilizada para arrodillar a las Fuerzas Amadas”.
La responsabilidad del Estado tanto en la desaparición forzada, la tortura y el posterior asesinato de los cuatro de las Malvinas es irrefutable. El un verdadero Estado de Derecho el Presidente de la República y su Ministro de Defensa, ya hubieran sido llamados ambos a un juicio político, así como a procesos penales vinculantes, tanto por el intento de encubrimiento y negación de los crímenes contra los niños, como por la responsabilidad política de decretar públicamente la impunidad institucional frente a crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, que se instituyeron en el gobierno de Daniel Noboa por medio de la declaratoria del CAI y los consecuentes estado de excepción que le siguieron.
El caso de los niños de las Malvinas no es el único, y podría no ser el más perverso, simplemente es del que conocemos más detalles, lo que coloca a la sociedad civil del Ecuador en una situación de vulnerabilidad nunca antes vista frente al terrorismo de Estado.
El proceso de investigación por desaparición forzada ha avanzado entre sugerencias del presidente para reconocer a los 4 de las Malvinas como “héroes nacionales” el 23 de diciembre de 2024 y simultáneos intentos de desprestigio de los niños, sus familias, organismos de DD.HH. y una jueza, por parte Palencia y Loffredo en su calidad de Ministros. También han existido varios intentos de deslindarse de la responsabilidad estatal y de revocar la prisión preventiva contra los militares, que incluyen la revocatoria de la sentencia de hábeas corpus por desaparición forzada por un Tribunal del Guayas el 20 de mayo, e inclusive el intento de apelar a la ya declarada inconstitucional Ley de Solidaridad Nacional, el 16 de junio. Lo prometido es deuda, dicha ley constituía la promesa de impunidad que Noboa a los aparatos represivos del Estado.
Por su parte, las versiones que han rendido los militares implicados –que ahora son 17 y van desde Cabos y Subtenientes, hasta un Teniente Coronel- han espeluznado a todo el país por un año entero, y aun no existe claridad de cómo se dieron exactamente los hechos, ni hasta donde llegaron los abusos de los militares con los niños mientras estaban vivos, así como los abusos sobres sus cuerpos posteriormente a su asesinato.
¿Cuál es el contexto geopolítico regional en el que se ejecuta la desaparición de los 4 niños?
Donald J. Trump inauguró una nueva era de intervencionismo imperialista en respuesta a su decadencia terminal. EE.UU. anuncia la ola de despidos masivos más grande de su historia en las próximas semanas, rompiendo los récords de la Gran Depresión de 1929, que marca una decadencia inevitable que terminará con el predominio estadounidense a nivel global de una vez por todas. En consonancia, Trump, otro megalómano compatriota de Noboa, anuncia el nuevo enfoque de seguridad nacional yanqui: revivir la doctrina Monroe.
Apenas se independiza de Inglaterra, EE.UU. comienza a aplicar las tácticas de expansión y dominación imperialista, con el exterminio de los pueblos como divisa principal. Si la corona británica inventó el imperialismo en su entendimiento moderno, indudablemente EE.UU. lo perfeccionó. Se estima que entre 1776 -año de independencia- y 2023, el imperialismo yanqui ha desarrollado alrededor de 400 intervenciones extranjeras, para imponer sus “intereses nacionales”. ¿Acaso este recuento histórico no resuena en algo con las amenazas actuales de EE.UU. a Venezuela? Queda claro con Afganistán, Irak, Libia, Siria, el Yemen, Panamá, ahora Venezuela y en especial Cuba -el terrorimos económico más longevo del planeta con 64 años y contando-, que a EE.UU. únicamente le importan sus áreas de influencia neocolonial, los recursos minerales que pueda asegurarse a su paso de devastación global y su influencia en el narcotráfico. El mayor Estado terrorista de la historia de la humanidad, tiene nombre y apellido, y se llama Estados Unidos de Norteamérica.
El gusano mayor y actual Secretario de Estado Marco Rubio, sintetizó la nueva agenda imperialista de EE.UU. al declarar que debe asegurarse su patio trasero. Las bases yanquis propuestas por Noboa para cimentar el dominio imperialista en Ecuador, se enmarcan en una nueva Doctrina Monroe-Trump, impuesta por el supuesto todopoderoso sobre lo que considera sus colonias. En esta estructura es que se enmarca la desaparición forzada, tortura y posterior asesinato de los cuatro niños de Las Malvinas. Cuando James Monroe, presidente de EE.UU. en 1823, declaraba “América es para los americanos”, pretendiendo declarar la libertad de las colonias inglesas, francesas y españolas en suelo americano, se refería a “América” como todo el continente, mientras que los “americanos” eran y son solo los yanquis. El resto de pueblos estamos para someterse, según la escoria supremacista.
En apenas dos años de mal gobierno, Daniel Noboa acumula al menos 43 casos de desapariciones forzadas y 21 ejecuciones extrajudiciales, convirtiéndose en tiempo récord en el presidente con más crímenes de Estado de la historia del país, superando incluso al infame León Febres Cordero.
Los discursos de odio imperantes y hegemónicos completan la responsabilidad moral, política y penal que tiene Noboa en el atroz crimen de Estado en contra de Ismael, Nehemías, Josué y Steven. Un año después, todavía la gente de “bien” intenta incidir en las redes sociales y la opinión pública aduciendo que el Estado habría evitado futuros crímenes, ya que los niños podrían convertirse en “futuros sicarios”. El odio de clase, siempre termina desencadenando procesos de limpieza social.
La gente de “bien” se retuerce cuando se trata de defender a las infancias de lo que consideran falazmente marxismo cultural o ideologías “woke”, como lo visto contra la obra “Las aristócratas: crónica de una marica incómoda”; mientras frente a un crimen de Estado que se llevó la vida de cuatro niños de la forma más cruel, la gente de “bien” ha reaccionado con indiferencia o hasta con celebración, lo que demuestra ladecadencia moral del “pensamiento” Noboa.
Estos son los resultados de un Conflicto Armado Interno que desde su inicio estuvo concebido como una purga a las clases explotadas, a los pobres. En este sentido, el NO colectivo contra Noboa del 16 de noviembre, se convierte, además de un triunfo popular antineoliberal, en una negación colectiva a una profundización del Narcoestado y la lógica antisubversiva que ahora se traduce como “lucha contra el crimen organizado”. Recordemos que la campaña coincidió con el inicio del juicio a los 17 militares responsables en la desaparición y ejecución de los niños. Actos desgarradores contra los niños que no podemos siquiera imaginar, se presentaban en el juicio.
La moral que permite que el Estado cometa crímenes de lesa humanidad
La declaratoria del CAI no fue ningún accidente o apresuramiento por parte de Daniel Noboa. Las crisis no son un equívoco del sistema, sino un recurso sistemático para generar, imponer y legitimar mejores condiciones de explotación, apropiación y despojo para la clase empresarial. El proyecto megaminero y primario exportador de Noboa, se sostiene en la estructura criminal del narcoestado, esto es innegable en vista de la cuantiosa evidencia que lo comprueba. En el Ecuador se configuran condiciones similares a las que construyeron un Narcoestado fascista en Colombia por más de 30 años. ¿Por qué fascista? Porque que se libera discursivamente de la retórica democrática, y legaliza el terrorismo de Estado, institucionalizando la impunidad de los aparatos represivos del Estado, en nombre de la pacificación. Y entre tantas cosas que pasan, militares terminan desapareciendo, torturando y asesinando a 4 niños afro en Guayaquil, el 8 de enero de 2024.
El fascismo es una forma especialmente perversa del capitalismo, como modo de producción pero también como moral dominante. Es innegable la estrecha cercanía que han desarrollado el Ecuador y el Estado ilegítimo de “israel”. “Dime a quien admiras, y te diré quién eres”. Recordemos hoy también que la causa número uno de muerte, enfermedad y mutilación infantil es precisamente el sionismo. La banalización del mal, la aceptación de la crueldad, la indiferencia hacia el dolor de nuestros pares, peor aún de crías, y la deshumanización a las que la extrema violencia del fascismo somete a todas nuestras psiques, definitivamente ha marcado la transformación de nuestra sociedad hacia un lugar donde en efecto, exactamente hace un año 16 militares desaparecieron a 4 menores, los desnudaron, torturaron y grabaron videos de los actos. Posterior a este suceso inefable, se encontraron los cuerpos de los niños calcinados y sin órganos. Parece una película de terror o un documental histórico, pero no. Este es el Estado que tenemos, y este es el gobierno que lo maneja.
El presidente Daniel Noboa prometió respaldo a todos los miembros de las fuerzas represivas que incurrieran en abuso de la fuerza durante su “servicio”, lo reforzó con la presentación de la Ley de Solidaridad Nacional y lo repitió el pasado 26 de noviembre cuando declaraba que “cualquiera que ose atacar o menospreciar a las Fuerzas Armadas tendrán que enfrentarse conmigo primero". Si, en medio del juicio. Esta política de la impunidad, la política de la brutalidad, pero sobre todo de la indiferencia a la crueldad, nos coloca frente a una trasmutación de la moral liberal a la moral fascista. Noboa no está solo, el fascismo se promueve globalmente con el respaldo de Occidente al sionismo, con las imparables acciones del ICE, y se intenta instituir en Ecuador por medio de la justificación de los crímenes de Estado. Una moral que celebra la brutalidad y a los Estados que la ejecutan.
La cuestión es que ahora la moral que rige la oligarquía en el poder ha dejado de tener los preceptos idealistas de la democracia, para constituirse como una moral tiránica del orden de lo divino y de la “no alternativa”. EN hora buena parece que la moral de la impunidad y del abuso de la fuerza encuentra resistencia entre la mayoría de la sociedad civil del Ecuador, pero no podemos confiarnos. Sin embargo, nos enfrentamos ahora a la peor forma de Estado capitalista, al Estado fascista, que además en nuestro territorio se fusiona con las estructuras del crimen organizado vinculado al narcotráfico.
No cabe duda de que el crimen de Estado y de lesa humanidad ocurrido el 8 de diciembre de 2024, es producto directo del belicismo y la guerra interna impuesta sobre el pueblo por la oligarquía bananera en el poder: Daniel Noboa, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y su máximo responsable tiene manchadas las manos de sangre, incluyendo la sangre de los cuatro niños.
Las páginas del “nuevo” Ecuador no solo se escriben con sangre, sino que este modelo de contrato antisocial se cimienta sobre los cuerpos de incontables niños, cuyas vidas son arrebatadas cada día por un régimen al que le importa exclusivamente reinstaurar el sistema de hacienda del siglo XIX. El fenómeno Noboa se inscribe en un amalgama entre caudillismo con tintes de megalomanía napoleónica y la férrea imposición de un proyecto extractivista que satisfaga los intereses de las élites lacayas del Narcoestado ecuatoriano, con los intereses imperiales yanquis. Es simplemente intolerable.
Fue el Estado. Fue el Narcoestado. Fue Daniel Noboa. Ni perdón ni olvido para los verdugos del pueblo. Verdad y justicia para Ismael, Josué, Nehemías y Steven.