Shot ideológico: riesgos para la continuidad del socialismo en Cuba

FIDEL
Lunes 17 de Julio de 2023

"Hubo quienes creyeron que con métodos capitalistas iban a construir el socialismo. Es uno de los grandes errores históricos (...). Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería nuestra culpa". Fidel, 17 de noviembre de 2005.

En Cuba la cuestión económica no se puede reducir a un análisis técnico cuya única preocupación sea producir riqueza. El problema de la economía es también el problema de la justicia social, de la lucha contra las desigualdades y las estructuras socioeconómicas que las sostienen.

La situación de crisis que se vive en Cuba determina la urgencia de buscar una alternativa económica que haga viable el sistema. Actualmente, se ejecutan los cambios que estuvieron previstos en la Constitución de 2019, ahora a través de la elaboración de un conjunto de leyes, reglamentos y medidas, para darle una salida a lo que consigna la carta magna.

El escenario en el que se legisla y toman las nuevas medidas es el de una crisis. Bajo la fuerte presión del bloqueo, como diría Naomi Klein, periodista y activista canadiense, autora del best seller La Doctrina del Shock, citando a Milton Friedman, "lo políticamente impensable se hace inevitable" y las fórmulas liberales que se encuentran a disposición prometen la salida de esta crisis. Contexto óptimo para un timonazo hacia el liberalismo económico.

Los cambios económicos se han traducido fundamentalmente en la institucionalización e impulso del sector privado a través de las Mypimes. No tenemos la intención de hacer una campaña negativa contra las formas de gestión privadas. Ellas fueron concebidas como un complemento para el desarrollo de la empresa estatal socialista, en los lineamientos aprobados por el Partido hace más de una década. Consideramos importante, en ese sentido, debatir sobre las implicaciones sociales, políticas, culturales e ideológicas de las medidas económicas en el momento actual, porque como afirmara Fidel en noviembre de 2005, la reversibilidad del socialismo cubano es una posibilidad real.

No se habla de ello en los medios oficiales, que abordan los beneficios de impulsar la actividad privada, sin contrapunteo alguno. Se evade polemizar, debido a una ingeniería del consenso que ha apostado por abandonar el discurso de clase y desideologizar la narrativa, para disminuir la conflictividad con los detractores del socialismo, que pudiesen ser aliados. Pudiera inferirse que se aspira a crear un frente unido que incluya a sectores con aspiraciones restauracionistas, opuestos al sistema político, pero “leales al gobierno”. Esto ha determinado un cambio importante en el escenario político cubano.

La ruta para conseguir la hegemonía ha incluido, incluso, forjar alianzas mediáticas con voces de la socialdemocracia y, como consecuencia, desmovilizar el ejercicio del pensamiento revolucionario que pueda derivar en la crítica de estas tendencias. El eje del consenso se ha corrido, por voluntad política, del consenso en torno a los valores del socialismo, hacia el consenso en torno a la visión de algunos sectores sobre qué rumbo debe tomar la agenda de cambios, sin discusión.

Sin embargo, consideramos de una importancia vital, poder realizar un análisis de los cambios desde el compromiso con el proyecto de socialismo y los grupos más vulnerables de la sociedad cubana. Pensamos que el consenso debe crearse en torno a la defensa y construcción del socialismo. El gobierno, el Partido, las organizaciones e instituciones, la institucionalidad jurídico política en Cuba, y los hombres y mujeres que ocupan responsabilidades en ese sentido, deben seguir siendo un vehículo para la defensa de una alternativa efectiva al capitalismo, porque es lo único que garantizará que el progreso que se desea beneficie a todos, y no solo a una élite económica.

No puede realizarse la concesión de un repliegue total en cuanto al análisis de clases en la determinación de lo que está pasando en nuestro país. La hegemonía que necesitamos producir, es la hegemonía de la clase trabajadora y la ideología que garantiza la defensa de sus derechos, de la justicia social y de la igualdad. Si nos replegamos en el plano ideológico, estaremos destruyendo el fundamento de la institucionalidad jurídico-política creada a partir de enero del 59 para construir y defender una sociedad más justa para todas y todos. Esa institucionalidad necesita actualizarse, pero no retrotraerse bajo fórmulas liberales. Sería, sin lugar a dudas, un retroceso histórico.

El Estado no puede ser negligente ante las redes de actividades económicas ilícitas, que se fortalecen cada vez más, como una segunda economía, que penetra todos los estratos de la vida social. No puede ser negligente ante la actividad especulativa de actores del sector privado que asfixian a una parte importante de nuestro pueblo y generan un clima de verdadera desintegración social, aumentando las desigualdades ya existentes y desmoralizando el referente de justicia y equidad del sistema. No puede ser negligente ante la corrupción por evasión fiscal del sector privado en materia de millones de pesos, que pone en duda el modelo de estado fiscalizador que se promueve, en contrapeso al modelo de estado responsable.

Ningún emprendimiento privado por sí solo significa un riesgo para la continuidad del socialismo en sí, si se acota su actividad a lo económico, si se ejerce un control fiscal efectivo, si se sopesan a cada paso los impactos sociopolíticos de cada medida económica, si se combaten la corrupción y el conflicto de intereses, o sea, que funcionarios de las estructuras del poder político, tuviesen aspiraciones individuales de crecimiento en el sector privado.

La conformación de un sector privado en Cuba, si bien puede traer beneficios para grupos determinados y ventilar algunos rubros de la actividad económica del país, pone sobre la mesa los siguientes riesgos de los que consideramos que hay que hablar en términos muy claros:

1. Profundización de las desigualdades sociales a partir de la acumulación de riqueza en manos de determinados grupos que pasan a conformar una élite económica. Esto traerá como consecuencia una agudización de la fragmentación y desintegración social, que tendrá, entre algunas de sus expresiones más lamentables, el aumento de la delincuencia, la desligitimización del socialismo como alternativa y un retroceso efectivo en el camino hacia la justicia y la igualdad.

2. Emergencia y consolidación de una burguesía, o nuevos ricos. Un grupo social que comienza a pulsar por sus intereses de acumulación y expansión económica, que dependen de la actividad privada para existir y crecer, y presionan en favor del libre mercado, sin sopesar los costos que esto tiene para la continuidad socialista.

¿Cuáles pudieran llegar a ser los mecanismos de influencia? Asociarse como parte de la sociedad civil, para conseguir músculo político y marcar agenda en el debate nacional. Prometer "lealtad" al gobierno en busca de concesiones y privilegios económicos, convertirse en los "empresarios de confianza", ya hay algunos. Aliarse a funcionarios de las estructuras del poder político. Integrarse a órganos decisores como la Asamblea Nacional del Poder Popular. Influir en la agenda de los medios de comunicación. Contar con una intelectualidad orgánica a la restauración dentro de las instituciones cubanas, que en nombre de la Revolución, en comisiones de asesoría a decisores políticos, asumen una mirada tecnocrática y liberal.

3. Corrupción en el encadenamiento entre sector estatal y privado. Aumento de los delitos económicos que interfieren con la economía legítima y legal. Evasión fiscal. Conflicto de intereses, si fuera el caso de que funcionarios del poder político, altos dirigentes del Partido, ministros, etc. o familiares allegados, tuviesen inversiones e intereses económicos comprometidos con el crecimiento de negocios privados.

4. Un sector de los medios, la prensa, la intelectualidad, la academia, entre los que se encuentran asesores del gobierno y del Partido, proyectan el futuro como un escenario donde hay que superar la conciencia de clase y la ideología comunista, porque constituyen un estorbo obsoleto para los cambios que promueven, con los que se busca convivir con ciertas dosis de liberalismo, disfrazado de retórica revolucionaria, para no incomodar a sectores de revolucionarios que aún perduran en las estructuras de poder. Modernidad comienza a ser sinónimo de liberalismo. Se promueve el rechazo hacia posturas defendidas desde principios ideológicos, incluido el linchamiento a quienes defienden tales posturas. Se conforma una élite tecnocrática de voces autorizadas, que son los únicos que se sienten con derecho a opinar sobre temas que determinan la vida de todos.

Esta intelectualidad es arropada mientras no cometa el delito de ser mercenaria, es colocada en posiciones estratégicas, comienza a articularse con actores de la incipiente burguesía nacional y algunos grupos dentro de las estructuras del gobierno y del Partido, promoviendo un ethos que favorece el curso hacia el capitalismo, el libre mercado, la propiedad privada, la libre empresa y el resto de las aspiraciones burguesas.

5. Aumento de capas sociales completas que dependen de la actividad económica privada para todos sus ingresos o, por lo menos, de una parte sustancial de sus ingresos. Privilegiar esta actividad, en comparación con otras formas de gestión no estatales de carácter socialista, que también pudiesen ensayarse, va conformando una cultura para las relaciones de mercado, la privatización y el cambio de las relaciones monetario-mercantiles. En otras palabras, funciona como un mecanismo de pedagogización para el cambio de sistema, en la medida en que no existe contrapeso ideológico y se resiente la ausencia de un pensamiento y una cultura para el socialismo.

¿Quién, que sea revolucionario, estaría en contra de abordar estos temas y discutir con honestidad sobre ellos? ¿Quién, que desee que el progreso al que se aspira sea el progreso también para los que hoy tienen menos, y no solo el progreso de unos grupos privilegiados, se opondría a debatir el tema de la desigualdades y la corrupción? ¿Quién, que desee que el futuro de Cuba siga siendo el de una tierra libre, libre de la dominación extranjera, pero también de la dominación de élites económicas nacionales que solo legislen en función de sus intereses particulares, no desea abordar estas cuestiones con transparencia, determinación y voluntad política?

 

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