El primero de mayo y los mártires de Chicago: la conquista de la jornada laboral de 8 horas

dignidad o muerte
Martes 30 de Abril de 2024

El Primero de Mayo o Día Internacional de las y los Trabajadores es una fecha de celebración para todo el Movimiento Obrero Internacional y para las permanentes reivindicaciones sociales y laborales que este exige. Pero paralelamente es una fecha de homenaje y conmemoración histórica por todxs lxs obrerxs de Chicago que entregaron sus vidas por la conquista de la jornada laboral de las ocho horas de trabajo, vigente hasta el día de hoy.

En el siglo XIX, en pleno auge de la revolución industrial y consolidación del modo de producción capitalista se contextualiza un Estados Unidos marcado por la explotación y precarización laboral en sus diferentes formas que iban desde jornadas de trabajo de 12 a 18 horas en las grandes fábricas, entornos de trabajo insalubres, ningún tipo de seguro para lxs trabajadorxs, ni siquiera para cuando llegasen a mutilarse por el uso de las maquinarias, sumado a las permanentes amenazas de despido por parte de los patronos es el día a día que viven lxs trabajadorxs en Estados Unidos, sobre todo en Chicago. Fueron esas condiciones las que llevaron a que los obreros de las ciudades más importantes se organizaran para plantear y ejecutar una huelga en todas las fábricas que se negaran a reducir la jornada de trabajo a 8 horas.

La Federación Estadounidense del Trabajo, que entre sus filas contaba con comunistas, socialistas y anarquistas convocó oficialmente para el 1 de mayo a la huelga general en las principales ciudades de Estados Unidos, con especial énfasis en Chicago (caracterizada por ser una de las ciudades con las peores condiciones de trabajo), a esta convocatoria se sumó la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo que contaba con una gran número de obreros afiliados, invitando así a todas las organizaciones laborales y sindicales obreras a que sumaran al llamado de la huelga general.

El 1 de mayo de 1886 inició la huelga en la que 200.000 obreros organizados paralizaron la producción industrial, se movilizaron y realizaron múltiples mítines bajo la consigna de “ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio”. La huelga no fue bien vista por parte de la burguesía explotadora quienes acusaron a los huelguistas de ser poco patriotas y que trabajar 8 horas es lo mismo que no trabajar ninguna hora. La policía de Chicago obedeciendo a la sanguinaria burguesía resguardó las fábricas y repelieron violentamente a los obreros que se encontraban protestando afuera de estas.

Para el 2 de mayo la huelga continuaba en la ciudad de Chicago y la represión por parte de la policía había escalado, el clímax de esta jornada llegó cuando la policía disolvió una manifestación de 50.000 obrerxs dando como resultado decenas de obrerxs heridxs de gravedad. Para el 3 de mayo aún quedaban muchxs huelguistas con firmes convicciones en no abandonar la lucha hasta que todas las fabricas aceptaran la reducción de la jornada laboral, la tensión entre lxs obrerxs y las fuerzas represivas del estado estalló, materializándose en múltiples batallas campales en diferentes zonas de la ciudad de Chicago, jornada que culminó con 6 huelguistas muertos y decenas de heridos de bala por parte de la policía.

Adolph Fischer, uno de los personajes más destacados del movimiento anarquista en la ciudad de Chicago publicó un manifiesto al final de la jornada del 3 mayo que incitaba a no abandonar la huelga y mantenerse en las calles, convocando a una concentración al día siguiente, el 4 de mayo en la plaza Haymarket:

Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!

Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.

Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!

¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!

¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!

Para el 4 de mayo en la plaza Haymarket acudieron más de 20.000 obrerxs quienes fueron arremetidos por distintos escuadrones policíacos, ante lo cual lxs obrerxs ya preparados para el combate respondieron con explosivos de fabricación artesanal. La policía abrió fuego directo contra los huelguistas y asesinaron a 38 obrerxs y otrxs 200 fueron heridxs de gravedad. Los enfrentamientos continuaron y el alcalde de Chicago decretó el toque de queda como pretexto para desarticular diferentes células obreras y arrestar y torturar a diferentes líderes sindicales y cualquier persona relacionada con el movimiento obrero y la lucha por la reducción de la jornada laboral.

Tras un mes y medio de permanente persecución política contra el movimiento obrero de Chicago y los líderes gremiales y sindicales, la Corte Suprema de Chicago enjuició a 31 personas bajo los cargos de subversión y alteración del orden. Los juicios quedaron marcados por notables irregularidades, violación de derechos y de procedimientos fundamentales para un juicio justo, sumado a la nula transparencia por parte de las autoridades judiciales y la prensa, quienes no ocultaban su respaldo a la burguesía yanki. Al final de los juicios 8 anarquistas fueron acusados de ser los principales autores de la huelga del primero mayo, 3 de ellos fueron condenados a cadena perpetua y trabajos forzados, y 5 fueron sentenciados a muerte en la horca.

A finales del mes de mayo de 1886 múltiples patronales accedieron a reducir la jornada laboral a 8 horas sin ninguna cláusula que la permitiera extenderse bajo ninguna circunstancia. La noticia de la victoria del movimiento obrero en Chicago y Estados Unidos tras la huelga del primero de mayo se esparció por todo el mundo haciendo que en el año de 1889 la Segunda Internacional planteara el primero de mayo como una jornada de lucha y homenaje a los 8 sindicalistas asesinados, quienes pasarían a ser considerados mártires del movimiento obrero internacional. El mismo Engels escribió al respecto:

Pues hoy en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas. El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!

Si bien el primero de mayo es una fecha de celebración y reconocimiento para todos los trabajadores del mundo, no hay que pasar por alto que también es una fecha de conmemoración con un gran simbolismo histórico para el movimiento obrero internacional. La burguesía quiere borrar de la memoria colectiva, pues fue en esta fecha en la que el proletariado organizado se demostró a sí mismo que otro mundo es posible, que una vida digna es posible, que pelear contra la burguesía es más que posible. La jornada de ocho horas de trabajo es una conquista conseguida con sangre proletaria. Es por ello y mucho más, que el primero de mayo la clase obrera y los trabajadores del mundo levantan muy en alto, con honor y orgullo de clase, todas las banderas que legaron los héroes de Chicago y que como estandartes prevalecerán a través de los años.

 

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