Haití y la intervención e(x)terna

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Lunes 16 de Agosto de 2021

Haití fue una de las colonias más preciadas del imperio francés, siendo una potencia para la explotación de azúcar y café. Los ejércitos de negros y mulatos libraron una lucha de liberación que se extendió por dos décadas contra los ejércitos reales de España, Gran Bretaña y Francia. El 1 de enero de 1804 declaran la independencia, convirtiéndose en la primera revuelta y revolución hecha por esclavos en formar un Estado-nación, el segundo país en triunfar en la guerra independencia después de EE.UU. y el primer país del mundo en abolir la esclavitud.

Durante las décadas siguientes, la guerra interna entre negros ex esclavos y mulatos resultó en la división territorial de Haití. El norte de Haití se convirtió en el Reino de Haití, siendo gobernado por el general rebelde y ex esclavo Christophe –autoproclamado el rey Enrique I-; y en el Estado de Haití, gobernado por el general rebelde Petión, colaborador de Bolívar con armas y dinero a cambio de la abolición de la esclavitud en los países que fuesen liberados por este último. No es hasta 1820 que se consolida una sola la República de Haití, con la reunificación del norte, el sur y Santo Domingo, como un mensaje contundente a la comunidad internacional para el reconocimiento de su independencia,. En 1844, Republica Dominicana pasa a separarse de Haití.

Simultáneamente, terratenientes de los Estados del sur de Estados Unidos, se reusaron a reconocer la revolución independentista de Haití por temor a que los esclavos se revelaran en sus propias plantaciones. Una revolución de negros esclavizados era algo inconcebible en ese momento de la historia.  No fue hasta 1862 que EE.UU. reconoció la independencia de Haití, y en 1865 EE.UU. firmó -con la decimotercera enmienda-, la abolición de la esclavitud en su territorio.

Estados Unidos ha sido desde siempre un actor fundamental en el estancamiento económico, político y social de Haití. Al no reconocer la independencia de Haití ni Estados Unidos ni Francia, las transacciones comerciales y políticas que Haití hacía con el mundo se daban en condiciones desfavorables, creando deuda, además de la cuantiosa suma que Haití tuvo que pagar a deuda a Francia -150.000 millones de francos- a cambio del reconocimiento de su independencia. Además, EE.UU. se dedicó a exportar productos a la isla, con desventajas comerciales abismales. Para 1850, EE.UU. exportó más productos a Haití que a cualquier otro país de América Latina.

En 1826, por pedido expreso de EE.UU., Haití fue excluido del Congreso de Panamá, convocado por Simón Bolivar, en la que participaron completamente varios países independientes de América, como la Gran Colombia, México, Perú y la República Federal de Centro América, y participaron parcialmente Estados Unidos y Bolivia. Desde esa época -1826- los EE.UU. impidieron el planteamiento de Bolívar para construir el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua” entre las naciones independientes de América, ratificando su interés únicamente comercial y su desinterés absoluto en apoyar las campañas independentistas de Cuba y Puerto Rico. La ambición y proyección imperialista de los Estados Unidos iba creciendo y consolidándose.    

Después de un sinnúmero de guerras internas de poder, inestabilidad política y varias intervenciones imperialistas de Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos, Haití había acumulado para 1897 una deuda externa exorbitante, una división política interna y un estancamiento social agudo. En 1908 EE.UU., en alianza con los grupos de poder locales, logra generar concesiones, expropiar tierras a campesinos y privatizar por medio de Citibank, gran parte del Banco Central de Haití. De 1915 a 1934, Estados Unidos pasó a  invadir y ocupar Haití, cuando el presidente Wilson envió un contingente militar marítimo a la isla. El gobierno de EE.UU. colocó a dos presidentes lacayos que -aplicando la ley marcial impuesta por el ejército yanqui- lograron aniquilar toda oposición a la invasión.

Así mismo, la injerencia de los EE.UU. en Haití, favoreció a la tiranía del sanguinario anticomunista Rafael Trujillo, quien cometió masacres en República Dominicana y Haití por más de 30 años. En continuidad con la política imperialista de EE.UU., en 1957 apoyaron militar y económicamente la dictadura de Franҫois Duvalier, más conocido como Papa Doc, quien dirigía escuadrones de la muerte, conocidos como Tonton Macoute. Después le sucedería la dictadura de Baby Doc, hijo de Duvalier.

No es hasta 1990 que Haití vuelve a la democracia, con el gobierno de Jean-Bertrand Aristide -un sacerdote con apoyo de las clases populares- quien fue depuesto por un golpe de Estado en 1991. Aristide estuvo en el exilio en Sudáfrica hasta 1994. El país estuvo en caos por años, hasta que Estados Unidos vuelve a ocuparlo para “reestablecer la paz y la libertad” de 1994 a 1997. En el 2000 y con el 92% del voto, Aristide vuelve a ganar las elecciones. Pero en el 2004 militares haitianos y estadounidenses lo exiliaron una vez más a Sudáfrica. Posteriormente se reveló que los gobiernos de Estados Unidos y República Dominicana facilitaron armas y entrenamiento a los mercenarios que dieron el golpe de Estado en 2004. Ambas instituciones claves en los golpes de Estado contra Aristide, tanto el ejército haitiano como el Servicio de Inteligencia de Haití, fueron fundadas y financiadas por la CIA en los años 80s.

Las políticas neo coloniales y profundamente racistas de Estados Unidos y Europa -mismos que no pretendían comprender ni aceptar a una nación gobernada por ex esclavos negros y mulatos- contribuyeron al declive económico, político y social de Haití. El castigo del imperialismo a Haití no es una coincidencia: el pacto colonial continúa intacto después de 217 años. Todos los golpes de Estado y ocupaciones de EE.UU. en Haití, incluyendo el reciente magnicidio de Jovenel Moïse –a manos de mercenarios yanquis y colombianos-, además de la deuda externa y los tratados comerciales neocoloniales, han contribuido a la debacle de la República de Haití, convirtiéndola en un Estado fallido, incapaz de responder a ninguna de las necesidades de su pueblo.

Como era de imaginarse, la ausencia casi absoluta del Estado, ha causado que Haití sea víctima también del poder blando del imperialismo: las ONGs. Haití cuenta con la mayor cantidad de ONGs por habitantes a nivel mundial. La fuerte presencia de estas organizaciones no gubernamentales, financiadas principalmente por el Departamento de Estado de EE.UU., ha causado una dificultad más a las posibilidades del Estado de incidir en los territorios. Cómo en una cadena de decadencia, las ONGs se han encargado de crear un mecanismo de alimentación por medio de kits de ayuda, con productos importados desde Estados Unidos, desfavoreciendo la ya precaria agricultura local. Sumado a esto, Haití es el país de América con la mayor tasa de deforestación, con solo el 2% de bosques en su territorio, el 70% de su población aun cocina con leña, además de contar con una tasa de migración interna y externa exuberante.

El terremoto de 2010, de 7,3 grados, fue catalogado como más devastador que la bomba de Hiroshima –también lanzada por los yanquis-. Murieron más de 316.000 personas, y se destruyeron más del 70% de las edificaciones públicas y privadas del país. Como consecuencia también de un Estado débil, las ONGS y los cuerpos de paz de la ONU hicieron de las suyas, regando el terrorismo sexual por la isla: se han multiplicado denuncias graves, que incluyen el intercambio de sexo con mujeres y niñas, por kits de ayuda y comida en los campamentos de refugiadxs.

Por otro lado, la emergencia sanitaria en Haití ha generado también múltiples alarmas. La epidemia de cólera que se originó a causa de la introducción de una cepa resistente de Asia por medio de una delegación de la ONU para el terremoto de 2010, generó protestas a nivel nacional y una crisis humanitaria sin precedentes. Así mismo, más de la mitad de personas seropositivas de la región del Caribe son habitantes de Haití, con un precario y casi nulo acceso a tratamientos retrovirales. Con respecto a la pandemia actual, Haití es el país con menos vacunas en América, con solo 366 personas completamente inmunizadas. Sumando a esto, el pasado sábado, un nuevo terremoto de 7.2 golpeó el país, dejando casi 2000 víctimas mortales, así como el Huracán Grace está a punto de golpear la isla.

El imperialismo ha marcado la historia de Haití: es bajo las garras de los Estados Unidos y Europa, que la primera nación de negrxs libres, se ha convertido en uno de los territorios más empobrecidos y olvidados del mundo. La vida de 11 millones de personas parece borrarse de la memoria y de la voluntad política de la comunidad internacional, que nunca se ha pronunciado contundentemente en contra de las intervenciones imperialistas de los Estados Unidos, de la ilegitimidad de la deuda con Francia, ni de la inmoralidad del ejercicio de las ONGs y la ONU en Haití.

Los dispositivos económicos, políticos, militares y sociales que el imperialismo yanqui ha impuesto y desatado sobre Haití, le han servido de laboratorio o ensayadero para la injerencia y el intervencionismo alrededor del mundo. La respuesta acerca de la gravedad de los efectos del imperialismo yanqui sobre las poblaciones y territorios, encuentran en Haití el mejor ejemplo. El capitalismo-patriarcal-colonial, ha hecho de Haití y su pueblo, un conejillo de indias -léase satíricamente- para todos los mecanismos de opresión, explotación y cosificación de este sistema depredador de la vida. Haití es, en definitiva, una de las caras más violentas del capitalismo.

"Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad".

Simón Bolívar

 

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