¿Por qué luchamos?

comunismo sucio
Miércoles 10 de Julio de 2019

El filósofo esloveno, Slavoj Zizek, suele repetir una frase de Jamerson, que es particularmente descriptiva de la situación emocional en la que vivimos quienes vivimos para luchar. La frase versa: “Se nos hace más fácil imaginar el fin del mundo, que el fin del capitalismo”.

¿Por qué luchamos? Que pregunta tan difícil. Creo que vamos perdiendo el horizonte conforme nos van llamando las urgencias. O quizás sea que en realidad nunca tuvimos muy claro el horizonte. Nos urge trabajo, nos urge salud, nos urge educación, nos urge tierra, no urge agua, nos urge dignidad, nos urge techo. Y hemos dedicado tiempo y esfuerzos a solventar esas necesidades. Así, como parchándonos la vida, como la vida mismo es, una serie de parches, uno tras otro, tratando de remendar algo que está roto desde su misma base. Nacemos rotes, empobrecides por un sistema que se alimenta de nuestra hambre, de nuestro trabajo de mierda (si tenemos), con un sueldo de mierda, con una seguridad social de mierda (si es que existe), con jefes de mierda, enfermes, tosiendo mierda y sangre. Con las ganas siempre vivas de sacar a les nuestres adelante. Este sistema se alimenta de nuestros afectos, del cariño que la agarramos a la vida, a pesar de tantas penas. Nos pegan, nos violan, nos matan, pero resistimos. Pero resistimos para irnos ¿a dónde?

Como feminista comunista y ecologista-animalista popular, siento que todas mis enunciaciones vienen cargadas de historia. Y no me refiero a los hermosos ejemplos de resistencia que hemos visto siempre, porque en realidad esas resistencias no las hemos visto muches. Me refiero a esa carga simbólica brutal a la que nos enfrentamos cuando oímos comunismo, o feminismo o ecologismo-animalismo. De repente: ¡boom! Pol Pot nos salta a la vena y nada, no hay ninguna discusión que dar. Además, tenemos toda una maquinaria mediática que martilla día y noche contra el comunismo, hasta ahora las películas, series y dibujitos yanquis le echan la culpa al comunismo de todo: si llueve, si no llueve, si sale o no el sol. Hasta la academia ahora ha decidido llamar “marxismo cultural” a cualquier cosa que denuncie el fracaso del capitalismo. Y ni hablemos de la carga simbólica de llamarse feminista. ¡Pff! Feminazi rompe hogares y puta lujuriosa saltan al clamor de las mentes cortas, bien domesticadas. En el caso del feminismo, en cambio, el mercado ha sido brillante: hasta Marvel tiene sus fuertes figuras femeninas. Pero cuidado, tampoco se nos vaya a ir la mano: putas, maricas, tortas y travas, negras, indígenas y morochas; no cabemos en el dibujito aceptable. Si no eres blanca, hétero y capitalista, entonces lo que haces es nada más y nada menos que ideología de género. Tranquile amigue, los únicos que tocan a sus hijes, son sus curas pederastas.

Y bueno, ecologistas-animalistas, somos unes jipis sucies, come césped. Una serie de muertes de hambre que no queremos compartir con el mundo los recursos, que nos negamos a vivir bien, a consumir sus lógicas, sus productos, a ser consumides, devorades, aplastades, olvidades y a olvidar. Para esto, básicamente todes somos unes vagues: comunistas, feministas y ecologistas-animalistas. Que cuando le exigimos al Estado, queremos vivir de las pensiones, y cuando queremos autonomía, entonces somos unas bestias desadaptadas. En cualquier caso, somos un riesgo. 

¿Por qué luchamos, entonces? Para habitar en común, para que el sentido común, sea en efecto, lo común, expropiarle al capital nuestras vidas, que la vida nos vuelva a pertenecer, que nos vuelvan a pertenecer los sueños. Para mí, la resistencia efectiva tiene dos vertientes que se alimentan la una a la otra. Se generan desde las prácticas emancipatorias cotidianas y la politización de las mismas. Sergio Villalobos le dice Comunismo Sucio, infrapolítica, a esa anarquía de los sentidos, a reapropiarnos del goce, de la alegría. Comunismo sucio, feminismo sucio, ecologismo-animalismo sucio, manchado por todos lados de desobediencia y resistencia. Pero al mismo tiempo, tenemos que ser muy estrictes en nuestras prácticas de resistencia y desobediencia, organizarnos, tomarnos las calles, tomarnos los sentidos y los medios. Tenemos que lograr interrumpir las lógicas de acumulación, de donde sea que vengan, sea cual fuese la forma que estas adopten.

“Si el comunismo es la igualdad de las inteligencias, entonces no se trata de llegar a dicha igualdad, sino de asumirla… comunismo es la condición de posibilidad de la misma existencia humana” (Villalobos, 4). Iguales en resonancia, sumo, en cuanto somos multiverso maravilloso, destinado-construido para resonar. Luchamos para ser en común, para vivir en común, para producir en común, para apropiarnos en común. Socializar hasta los sentidos y los sentires, socializar los afectos, crear tejido social. Ser en común no es entonces el horizonte, sino el punto de partida. Por eso, luchamos.

 

Bibliografía:

Villalobos, Sergio. Infrapolítica – Comunismo sucio. https://ficciondelarazon.files.wordpress.com/2018/02/vrcomunismo-sucio.pdf

 

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