Ley de Defensa de la Dolarización: ganó la banca

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Lunes 26 de Abril de 2021

En abril de 2021, en medio del nuevo pico de contagios y muertes por Covid-19, el gobierno envía a la Asamblea Nacional, por cuarta vez, la “Ley Orgánica Reformatoria al Código Orgánico Monetario y Financiero Para la Defensa de la Dolarización”, en busca de su aprobación. Esa insistencia revela las verdaderas prioridades de quienes gobiernan el Ecuador. Cuatro envíos para una ley que pone las reservas del Banco Central del Ecuador -BCE- a disposición de la banca privada, a la vez de no existir ni un solo envío de ley alguna para potenciar el sistema público sanitario. Esta vez, la asamblea finalmente accedió.

Moreno, y quienes lo apuran, pueden ya respirar tranquilos; no así, los cientos de pacientes que esperan un respirador artificial en las abarrotadas Unidades de Cuidados Intensivos. ¿Qué es eso tan urgente que vale más que las vidas que se apagan por la falta de camas en los hospitales? Revisemos las particularidades de esta ley, sobre todo aquellas relativas al uso de las reservas internacionales, para entender aquel aparente ilógico.

Primero, una de las intenciones de la ley es cambiar absolutamente los mecanismos de sostenimiento de la dolarización. Esto queda claro leyendo el artículo 29, que reformaría al artículo 33 del Código Orgánico Monetario y Financiero -COMYF- vigente, creando una “Regla de Respaldo”; una especie de eufemismo que parece hablarnos de respaldar la dolarización con las reservas del BCE.

Sin embargo, los datos estadísticos muestran que las reservas del BCE no influyen sobre el circulante de dólares en el Ecuador. Lo que hace crecer, tanto al circulante, como a las reservas, es el crecimiento de la economía, es decir, del producto. Por tanto, es la producción, y no las reservas, lo que debería fortalecerse para sostener al dólar. No hay forma alguna de que las reservas del BCE salven la dolarización en caso de una emergencia en el sector financiero. Aquello parece ser solo un discurso para lograr consenso social respecto al tema. Lo que ocurrira realmente, es que las reservas pasarían a respaldar las transacciones en el exterior que realice la banca, sobre todo la privada, como explícitamente reza su artículo 29. Es decir, se respaldaría con dinero público, los riesgos que corran las instituciones financieras privadas al comprar activos externos.

La única vía para sostener el uso de una moneda con la que no tenemos la soberanía monetaria de su emisión, es simplemente que a nuestra economía entren más unidades de moneda que las que salen. La forma más sostenible de lograr aquello es exportando más de lo que se importa, vendiéndole al mundo más de lo que le compramos. La otra forma, es la entrada de dólares por medio de transferencias de los ecuatorianos en el exterior; es decir, los montos monetarios en forma de remesas que migrantes envían a sus familias. Esta segunda forma solo es válida como auxiliar de la primera, pues el volumen de esas entradas está ya muy lejos de ser suficiente para sostener la dolarización. La tercera forma – y la menos deseable, la que más compromete el futuro - es sostener la dolarización a punta de deuda externa, haciendo que cada vez entren más dólares por medio de una creciente y eterna deuda con organismos de crédito que condicionarían las decisiones económicas internas.

Visto con simpleza, estas son las auténticas maneras de sostener la dolarización en el Ecuador. Este esquema depende entonces de la balanza de pagos, no de las reservas del BCE. Con esta información, queda claro que, la intención de los mencionados artículos es instrumentalizar el uso de las reservas del BCE para beneficio de la banca privada, y no la supuestadefensa de la dolarización”.

En estos términos, la dolarización depende fuertemente de la producción, de los aspectos puramente económicos de esta, y no de los legales. No existe ley que pueda defender la dolarización en el Ecuador si no se atienden los problemas estructurales de este; que son: el déficit comercial crónico; la extremadamente alta dependencia a las exportaciones petroleras; y la baja tasa de industrialización que deriva en el escaso valor agregado y bajo precio de nuestras exportaciones. Sin remediar aquellos males, termina siendo insostenible el seguir manteniendo una moneda que no parece parar de fugarse del territorio; los gobiernos tendrían que recurrir constantemente a medidas parches como los impuestos a las salidas de capitales.

Por eso, algo que llama la atención de la pretendida ley, es que permitirá la libre salida de divisas. El artículo 12 eliminaría al artículo 15 del COMYF, el cual establece límites a las posiciones en el extranjero de los bancos y aseguradoras, es decir, que limita la salida de capital. Además, la ley eliminará el artículo 130 del COMYF que fija máximos a las tasas de interés. El pueblo debe entender los peligros de aquellas desregulaciones. Tasas de interés excesivamente altas o bajas posibilitan burbujas especulativas, y, si a esto se suma la falta de restricciones para la fuga de capital, crecen las posibilidades de una intencional burbuja especulativa y el escape planificado de la misma.

Para finalizar, es necesario nombrar lo obvio: el nombre de la ley y las intenciones de esta no tienen relación alguna, pues esta no defiende la dolarización, y más bien, podría ponerla en peligro. En caso de una crisis monetaria, quienes necesitarían ser defendidos serían aquellos que no pueden sacar su capital y sus ahorros al exterior. Los ciudadanos comunes no tienen ni el monto ni el acceso a aquellos mecanismos de salida; difícilmente podrían proteger su poder adquisitivo ante el colapso de la dolarización. La ley propuesta libera a los bancos de la actual regulación que imposibilitaba aquellos escenarios apocalípticos monetarios tan temidos, que ya vivimos en el 99.

Entonces, visto así, ya no parece tan ilógico el apuro del gobierno para aprobar esta ley, mientras no muestra interés alguno en aprobar una ley para fortalecer al sector de salud pública. Esto no es más que otra muestra de la fuerte orientación de clase de este gobierno, en beneficio por supuesto, de las clases oligárquicas financieras y del FMI que las usa como aliado interno. Los muertos en las puertas de los hospitales son un triste sacrificio al dios del capital financiero, igual que en el 99.