Populismo de derecha o proto fascismo: la ultra derecha en el poder

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Martes 4 de Mayo de 2021

Nadie debería estar ajeno a lo que sucede, está sucediendo y probablemente pueda suceder en el Ecuador en términos políticos a corto, mediano y largo plazo. Me refiero al acenso al poder de la ultra derecha, representada por la alianza entre la oligarquía y el capital financiero. El gobierno de la 21-6 no augura nada bueno para un país que ha sido ya bastante golpeado por el modelo neoliberal, que ha renovado contrato democráticamente para continuar 4 años más en el poder.

Reducción del presupuesto en educación -lo que ha significado la deserción de miles de niños y jóvenes del sistema educativo-. Mutilación del presupuesto para salud -lo que ha representado la perdida de miles de vidas en una crisis sanitaria sin precedentes-. Exceso de gasto en los aparatos represivos -lo que evidentemente no se traduce en la reducción de los índices delincuenciales y de violencia-. Eliminación de subsidios a los combustibles -que continúan y continuarán en aumento, encareciendo productos, servicios y general el costo de la vida-. Reducción de la tasa de ocupación y aumento exponencial del desempleo, y muchas otras medidas antipopulares más que el país ya sufre en carne propia, y que seguiría adoleciendo los próximos 4 de profundización del modelo neoliberal.

Sin embargo y aunque parezca osado decirlo, las consecuencias económicas son quizá las menos preocupantes, si tenemos conciencia del costo social que implica vivir bajo este modelo de gobierno.

Guillermo Lasso -el populista de derecha, cómo muchos lo catalogan- llegó al poder con propuestas que, aún siendo un ejercicio evidente y cínico de demagogia, no dejaron de calar profundo en los oídos, mentes y corazones de un país sumido en la ignorancia, el miedo y la desesperanza.

Quinientos dólares de salario mínimo, eliminación del órgano regulador de la educación superior SENESCYT, 9 millones de vacunas en los primeros cien días de gobierno, un millón de empleos, regularización -¿deportación?- de los migrantes, y demás delirios irrealizables se ganaron el alma de ecuatorianos y ecuatorianas. Estas mismas almas no han advertido el peligro real que representa este tipo de discursos en sociedades profundamente conservadoras y atemorizadas como la nuestra.

Lasso, junto con la pandilla social cristiana, encabezada por Jaime Nebot, representan el verdadero peligro del discurso y el ejercicio fascista, que cada vez se encuentra más en auge en nuestra sociedad. Cómo olvidar las famosa palabras de Nebot, cuando alentaba a los escuadrones volantes a “usar sus armas” por qué “si una porción podrida de la ciudadanía debe caer abatida, entonces caerá abatida”.

Por términos prácticos voy a recurrir a la definición de fascismo acuñada por el XIII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, en 1935. Está nos señala al fascismo cómo: “la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas e imperialistas del capital financiero.” Definición bastante aplicable per se a nuestro futuro gobernante.

Habrá quien dirá, no, acá eso no se aplica. ¿verdad? Revisemos. Poco tiempo atrás, el mismo banquero y bachiller bastante peligroso que ahora es presidente electo, pregonaba y defendía la propuesta de legalizar el porte de armas. El mismo pidió -y le cumplieron- el veto al Código Orgánico de la Salud, porque el discurso católico por la vida está antes que la salud pública. El amigo y coideario del rector ese de la USFQ, un honorable de apellido Gangotena, que dice que los pobres no deberíamos votar. El mismo que quiere incluir a Ecuador en la Alianza del Pacífico – a costa de liquidar la pequeña industria nacional- y que se ha mostrado como gobernante alfombra para los intereses y caprichos norteamericanos en el país, anunciando la firma de un TLC.

Lo preocupante de todo esto, sin embargo, es desde dónde se nutren estas situaciones. El fascismo, los discursos de odio, la xenofobia y la supremacía del capital son discursos que se sostienen desde la población misma. Y es que no se puede pensar que el triunfo de Lasso era posible si muchos y muchas compatriotas no creyeran ciegamente en el banquero y lo que este representa. El fascismo -eso a lo que ingenua o cobardemente algunos intelectuales llaman “populismo de derecha”- es un proyecto sobre todo de masas. Tenemos el ejemplo cercano de Brasil con Jair Mesías. Es evidente que Bolsonaro cuenta con gente dispuesta a defenderlo en las urnas, en las cortes y en las calles, de ser preciso.

Lejos del encuentro falso que propone la ultra derecha que gobierna con 53% de apoyo popular, sabemos que la pelea será difícil. Al mismo tiempo, el campo de acción será limitado porqué el camuflaje de estadistas no será perpetuo y pronto permitirán apreciar su rostro verdadero: la represión, el exterminio de las clases populares, la persecución y el encarcelamiento.

El tejido social -que ya de por si se encuentra bastante herido- terminará por romperse del todo, pues no faltarán quienes en nombre de libertades que no tienen, y propiedades que no son suyas, apoyaran y legitimaran el control y el ejercicio sistemático de la violencia. Habrá quienes resistirán a aquello, solo para sufrir las evidentes consecuencias, por que sabemos que la ultra derecha es todo, menos tolerante.

Enunciar las cosas por su nombre es uno de los primeros pasos para hacer frente a lo que se viene. Sobrevivir como consigna y la solidaridad y cuidado mutuo como ejercicio, nos permitirán saber que sucede con el Ecuador del mañana lejano, que por ahora, del mañana venidero no augura nada prometedor para las inmensas mayorías.


 

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