Pedro Palacios: los peligros de lo políticamente correcto

boludo
Martes 20 de Agosto de 2019

Las autoridades seccionales electas en marzo 2019 ya han cumplido sus 3 primeros meses de gestión, tiempo en el cual, se “conocen” las instituciones y sus respectivas situaciones administrativas y económicas para una adecuada planificación. En el caso de Cuenca – dirán que es temprano todavía para aseveraciones – se puede avizorar que será un periodo complicado para la ciudad por las razones que analizamos a continuación.

Vale mencionar que Pedro Palacios ganó las elecciones con un elaborado y premeditado discurso del candidato "sencillo y ciudadano", quien desde la "inocencia" de lo políticamente correcto y la tecnocracia quería cambiar la ciudad con ideas innovadoras y nada partidistas. Precisamente, aquí radica la principal dificultad para Cuenca, porque se ha evidenciado en este corto plazo de administración que lo políticamente correcto no es una solución real, porque lo único que garantiza al final del día es que las decisiones se toman para “quedar bien” con los grupos de poder y los comentarios ciudadanos de las transmisiones del alcalde en Facebook.

Adicional a ello, Pedro Palacios - una vez alcalde - ha ido progresivamente cohesionando lo políticamente correcto con un discurso más bien conservador y retrógrado, que ha recalado en buena parte de la ciudadanía. Basta recordar la advertencia de encarcelar a los “pandilleros que manchan las paredes” en mención a los artistas urbanos. También recordemos la misa de consagración por el inicio de la gestión con un claro mensaje de apoyo de la Iglesia cuencana, la designación de un equipo de trabajo mayoritariamente conformado por hombres, o la elección del vicealcalde con una clara vulneración a la paridad de género en el Concejo Cantonal, que terminó con una orden judicial para asegurar la designación de una vicealcaldesa.

Lo preocupante es que detrás de su accionar se encuentra el discurso de la eficiencia y la meritocracia, incluso para insistir en no elegir a una vicealcaldesa en nombre de los “mejores perfiles”, lo cual, demuestra que su discurso aprendido de campaña sobre género y derechos fue eso, una muletilla electoral para ganar votos. Reitero, lo políticamente correcto no es una solución porque únicamente configura proyectos desideologizados y despolitizados que utilizan como hoja de ruta para tomar decisiones, la medición de conveniencias, intereses, o beneficios de grupos de poder y/o amigos, en lugar de las necesidades de las mayorías.

Podríamos añadir las necesidades de las mayorías y de la propia ciudad, ya que la tibieza de lo políticamente correcto es incapaz de comprometerse con causas políticas y socialmente relevantes que requieren rupturas con el status quo. Por citar nada más, en la problemática minera Pedro Palacios y la alcaldía han optado por un accionar cómplice (incluso votando en contra de una consulta popular en la Cámara Provincial)  con el Gobierno Nacional y las empresas mineras a cambio de gestiones, recursos, y de “evitar problemas”.

La apariencia de cuencano promedio: chévere, buena gente, ingenuo y muy sencillo ha provocado empatía en cierta parte de la ciudadanía, más aún con la cercanía generada por sus transmisiones en vivo vía Facebook y sus discursivas light. Esta situación victoriosa para muchos, es en realidad una gran dificultad para la ciudad porque tener una autoridad local que legitima discursos conservadores, eficientistas y desideologizados propicia el ambiente adecuado para la radicalización de posiciones retrógradas en cuanto derechos, luchas ambientales y reivindicaciones socio-políticas.

Consignas como: prisión para artistas urbanos, expulsión de “criminales peligrosos” de la ciudad, persecución a comerciantes informales, Cuenca ciudad pro vida, o el apoyo a la minería en fuentes de agua, son ya las palpables consecuencias de estas autoridades improvisadas y carentes de proyecto político, que recurren a lo ya mencionado: quedar bien con los grandes grupos en detrimento de un proyecto de ciudad comprometido con la ciudad y sus necesidades más profundas. Por ello, lo políticamente correcto no es un alternativa sino más bien una complicidad con la profundización del neoliberalismo y la regresión de derechos que está viviendo el país.

 

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