Niñez, migración y educación en el contexto de la emergencia sanitaria del COVID-19

jgg
Martes 9 de Junio de 2020

Ser niña o niño en la emergencia sanitaria provocada por el COVID - 19 no es fácil, existen una serie de factores que producen ansiedad para esta población. Entre los cuales podemos mencionar: las noticias desalentadoras que diariamente circulan en los medios, la posible sobrecarga de actividades escolares que no toman en cuenta la dimensión emocional de la niñez, la disminución de espacios de socialización (parques, actividades deportivas, reuniones familiares), la ruptura de redes familiares, entre otros.

El Ecuador es el tercer país de acogida para muchas familias de nacionalidad venezolana en América del Sur, y la ciudad de Quito es una de las opciones más elegidas en lo que se refiere a migración interna. Por lo cual existen muchas niñas y niños que además de la situación de ansiedad provocada por la pandemia, atraviesan la condición de ser niñas y niños migrantes.

La movilidad humana (migración interna y externa) no es considerada como un tema prioritario para el Gobierno. Lo cual se evidencia en los pocos recursos, programas, estrategias y proyectos enfocados en el desarrollo de una migración organizada, saludable y sostenible. Quienes migran, generalmente se emplean en trabajos informales con bajos ingresos, en sectores periféricos y carecen de condiciones de vida dignas.

En este escenario la emergencia sanitaria produce factores estresores en los núcleos familiares de personas migrantes, que en conjunto, con una toma equivocada de decisiones y varios descuidos estructurales a la hora de implementar políticas públicas y medidas de salud, repercuten en el bienestar de la niñez.

A continuación se describirán las condiciones de la niñez migrante y se propondrán algunos elementos para su atención.

El Ministerio de Educación (MINEDUC) ha dispuesto que el año escolar 2019-2020 culminará bajo la modalidad que un principio llamó "tele educación", y ahora cambio de nombre a "educación en casa". El disponer que las actividades escolares terminen en esta modalidad, sin realizar un análisis previo, ha provocado que muchas familias manifiesten preocupación constante; mientras que para las niñas y niños, la ausencia del rol de las escuelas como espacios de dispersión, socialización y protección ha provocado frustración, estrés y tristeza constante.

Los análisis necesarios -e inexistentes- dentro de la política pública, deberían tomar en cuenta que la población migrante vive situaciones de vulnerabilidad agravada. En el mejor de los casos, cuentan con servicios básicos, pero no con internet y tampoco disponen de otros recursos como una impresora, un computador o un celular de alta gama para poder realizar las tareas escolares diariamente. Además no existe una estrategia que disponga la presencia de tutores que puedan aclarar las dudas de las y los escolares. Por estos motivos la "tele educación" o "educación en casa" no es una opción.

Otras situaciones estresoras que atraviesan las niñas y niños migrantes son la lejanía de su familia extendida muchas veces dispersa en varias regiones o países, la integración de estos niños y niñas en la comunidad se topa con elementos discriminatorios y xenofóbicos, las condiciones laborales de sus cuidadores quienes suelen estar precarizados y tener ingresos menores a los básicos para el sostenimiento familiar.

Estas condiciones no garantizan el bienestar de niñas y niños ¿Qué hacer desde nuestros espacios?

  1. Evitar la sobre exposición a noticias fijando un horario para las mismas. Cuando una niña o niño accede a este tipo de información es importante la presencia de un adulto para clarificarla.
  2. Fomentar espacios de diálogo con niños y niñas sobre sus sentimientos. Es importante que existan espacios donde la niñez se sienta escuchada, se resuelvan sus dudas y se tenga empatía con sus sentimientos.
  3. Utilizar herramientas como vídeo llamadas o mensajes para comunicarnos con familiares, amigas y personas queridas que se encuentren lejos, procurando mantener espacios de diálogo.
  4. Establecer horarios y rutinas para las actividades que se desarrollan en casa e involucrar la participación de los niños y niñas en el desarrollo de quehaceres domésticos acorde a su edad. Teniendo en cuenta tiempos de descanso.
  5. Dedicar espacios concretos en actividades lúdicas, de convivencia y acompañamiento antes de dormir, donde la interacción entre cuidadores y niños fortalezcan los vínculos emocionales del núcleo familiar.
  6. Invitar a la población en general a solidarizarse con sus vecinos y sobre todo con la niñez y adolescencia en favor de una integración local y la erradicación de actitudes, comentarios y acciones discriminatorias.
  7. Buscar apoyo en las organizaciones sociales que están trabajando en esta epidemia. Como observatorio psicosocial atendemos en el número 0963776663 disponible de lunes a viernes de 18:00 a 22:00.

Autores: Marjorie Escobar - Psicóloga Clínica y Sergio Carrillo - Psicólogo Social

Fotografía: Banksy - Super nurse

 

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