La política real está en las calles

La política real está en las calles
Martes 14 de Mayo de 2019

En los actuales momentos pretender que la política real, siempre enclaustrada en la legalidad burguesa del Estado, se constituirá en el elemento principal de disputa contra el neoliberalismo impulsado por Moreno y sus aliados socialcristianos, no solo es un error de cálculo político, sino también una ilusión que no se corresponde con la realidad. Las elecciones de febrero evidenciaron la grave crisis que atraviesa la democracia burguesa en su conjunto, una crisis que es inherente a la estructura de clases sociales sobre la que se edifica la sociedad capitalista. Grandes sectores del electorado en todo el país abarrotaron las urnas con votos nulos y blancos, sin embargo, políticos profesionales y asesores de todos los colores daban por sentado grandes victorias.

Las elecciones burguesas contra la lucha de clases

La opción electoral, entendida como una estrategia válida de lucha desde la izquierda, encontró graves problemas para posicionarse más allá de pequeños islotes – algunos importantes – a lo largo del país en las últimas elecciones. La falta de un proyecto claro que vaya más allá de los slogans como: recuperar la patria, perseguir a los corruptos, respetar los derechos de la naturaleza, y que rompa con la lógica burguesa de las elecciones, aquella ficción que nos ha ido domesticando a votar cada cuatro años para luego desentendernos completamente de la política, fue evidente. El problema empieza cuando quienes hacen la política real, no consideran este detalle dentro de sus agendas políticas, descontando el análisis materialista de la realidad, aferrándose – queriéndolo o no – a la forma de convivencia que plantea la burguesía en el marco del Estado de derecho, la conciliación de clases.

Sería muy diferente si quienes van a las elecciones y juegan a la política real, comprendieran que no hay juego justo ni democracia en una sociedad de clases, y que, evidentemente el capitalismo no se puede reformar desde sillones de cuero, movilizaciones o ruedas de prensa, sino que se necesita construir socialmente una alternativa revolucionaria en la que quepa gran parte de la sociedad, sino es la mayoría. Pareciera entonces que la política real izquierdista y progresista, tiene miedo de que el pueblo y sus organizaciones superen la legalidad burguesa y al mismo Estado – es decir, al marco en que estas se desarrollan – y como consecuencia impide el desarrollo de una corriente popular superadora de las diferencias al interior de la “izquierda”, e incluso acentúa la tendencia hacia la atomización.

Por lo tanto, la estrategia electoral, la política real, tal como está planteada, representa un problema para la constitución de un sujeto colectivo anti capitalista.

Superar la política burguesa a toda costa

Pero lo realmente importante, ahora que las autoridades electas se posesionarán como tales, no es cuanto y qué se ha ganado, ni si quiera, quién lo ha ganado, sea el correísmo, Pachakutik, la Unidad Popular, o cualquier otro partido que se reclame de izquierda o progresista. Todas las administraciones se verán afectadas por los efectos del neoliberalismo, esto es, recorte de personal y presupuesto, transformaciones al interior del aparato estatal que repercutirán en la autonomía de prefecturas, alcaldías o juntas parroquiales, por lo que las estrategias que estos implementen deben volcar – en teoría – a la población a resistir por todos los medios los intentos de privatización y recorte, es decir, necesitarán movilizar, politizar, organizar y sostener colectivamente, por lo que deberían, hipotéticamente, aflojar su política burguesa sectaria y abrir el espacio para que el pueblo se organice por sí mismo.

Evidentemente tenemos serias dudas de que los partidos políticos y aquellos militantes que participan en el sistema democrático burgués, desarrollen tal claridad, más aun cuando consideran que el Estado y sus instituciones “descentralizadas” son suficientes por si mismas para transformar el país, o su falta de voluntad para mirar la organización social de forma autónoma y no como una extensión de la estructura electoral. Esta tarea, que no puede ser delegada a ciegas a lxs políticxs profesionales, es la que deberán cumplir las minorías revolucionarias anti capitalistas que operen dentro, fuera o cerca de las bases de estos partidos y las organizaciones populares en general, quienes deberán operar para abrir el camino unitario en base un programa anti neoliberal revolucionario de mediano y largo plazo.

Recuperar la iniciativa en las calles

Para recuperar la iniciativa popular es necesario retomar las calles, “acostumbrar” nuevamente al pueblo a ver a jóvenes encapuchados detrás de una barricada, a las organizaciones barriales, sindicales, campesinas, de mujeres, movilizadas constantemente y en actitud combativa. Volver cada centro de estudio, trabajo, cada esquina, parque, plaza, en “parlamentos” populares, asambleas abiertas, en donde no solo se alimente el espíritu crítico, sino que desarrolle una actitud política colectiva al mismo tiempo que nuevas formas de socialización e instituciones populares nazcan. Se necesita ante todo una actitud práctica que se extienda por todo el país, desde las minorías revolucionarias anti capitalistas, y que deberá estar sostenida a todo momento sobre el análisis concreto de la realidad.

La política real está en las calles, siempre estuvo allí.

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