El estado de control: la falacia del neoliberalismo

ACAB
Martes 8 de Noviembre de 2022

En la actualidad el discurso neoliberal y su racionalidad sobre las supuestas libertades basadas en un Estado de derecho y control, han llegado a su máxima expresión en el Ecuador. Feminicidios dentro de instalaciones de la policía perpetuados por los mismos agentes, violencia extrema en las cárceles y en las calles, entrevistadores insultando a su equipo de producción, persecución a las disidencias políticas, entre otros tantos hechos, son claros signos de un país que vive una crisis de violencia producto de un modelo de gobierno específico: el neoliberalismo. El Ecuador se ha convertido en un país donde, ante un Estado y un presidente ausentes, la ciudadanía ha decidido esconderse a partir de la media tarde para evitar una desgracia fatal o mayores pérdidas económicas, como está sucediendo en la provincia de Esmeraldas. Con lo cual cabe hacerse varias preguntas: ¿Es real y efectivo el estado de control como garantía para la seguridad ciudadana? ¿La policía es una institución adecuada para velar por la seguridad de lxs transeúntes en las calles? ¿En definitiva, el pacto neoliberal de la ciudadanía con el Estado por la seguridad y el control está funcionando? Quizás estas preguntas puedan ser el principio de las indagaciones para una tesis doctoral en ciencia política, pero considero necesario plantearlas también desde el espacio de la cotidianidad que puede ofrecer el periodismo antihegemónico y militante.

Antes de empezar con el análisis es preciso recalcar que este artículo no pretende tener aquel tinte conservador de “me dueles Ecuador”, o cualquiera de esas perspectivas que podrían situar al discurso dentro del ámbito de los valores y los principios de algún tipo de dogma. Lejos de tan solo intentar ser ácido, quiero asegurar que la perspectiva que aquí se maneja es de un profundo y radical pesimismo, propia de un comunista comecuras. Es decir, que se tiene el total convencimiento de que los valores y los principios de la virtud del discurso neoliberal, que en el Ecuador es también católico, apostólico y romano, están totalmente errados y, para colmo, son hasta contradictorios. Por lo tanto, se puede asegurar que en nuestras banderas hay un símbolo que identifica al pesimismo el cual se exhibe con orgullo.

Al ser este un escrito planteado desde el marxismo, tratará de ser un análisis de la estructura que surge de la relación de una base material concreta que se configura a partir de procesos históricos que responden, lastimosamente, a un modo de producción específico: el capitalismo. Por lo tanto, quizás no se haga un análisis profundo de los últimos hechos de violencia que han inundado las páginas de los periódicos y noticieros del país. Lo que si se intentará hacer es dar a atender a través de una breve explicación y descripción de estos hechos, cómo funciona el estado de control, impuesto por el gobierno. Se presentará dos conceptos clave con ejemplos que constituyen al estado de control: espectacularización y securización. 

El neoliberalismo según Michel Foucault, citado por Juan Pablo Ciudad Pérez en su artículo Seguridad y neoliberalismo: ¿Cómo se construyen las sociedades de control?, debe garantizar la relación del Estado con la ciudadanía bajo un supuesto “pacto de seguridad”. En otras palabras, en la racionalidad neoliberal, la gente, a través del ejercicio del voto materializa el pacto por el cual elige a un o una presidente o presidenta para que este le garantice seguridad de diversos tipos: alimentaria, de género, delictiva, corrupción, política, entre otras tantas formas muy creativas que ha encontrado la humanidad para ejercer la violencia sobre sí misma. No obstante, el neoliberalismo propone que es el libre mercado y sus lógicas lo que va a estructurar la vida en sociedad y que, por ende, el Estado debe tan solo garantizar temas de seguridad y tener ciertas regulaciones frente al tema económico para asegurar el crecimiento de los grupos de poder. De ahí surge entonces esta lógica del estado de control como modelo de gobierno neoliberal.

La espectacularización constituye una de las manifestaciones mas claras de las condiciones modernas de producción. El espectáculo dice Guy Debord, citado por Ciudad Pérez, es el resultado y el proyecto del modo de producción actual, este es en sí mismo la mercancía por excelencia. Un claro ejemplo de esto es el sensacionalismo de los medios de comunicación hegemónicos donde la violencia es siempre el plato fuerte de sus noticieros. Este proceso de espectacularización ataca directamente la organicidad de la ciudadanía adentrándolos en una dinámica de consumo de imágenes masificadas lo que las desmoviliza. Por ejemplo, en cuanto al caso del femicidio de María Belén Bernal la cobertura mediática de la prensa hegemónica ha generado un espectáculo en el cual se esmeran por presentar cada vez imágenes y evidencia más impactantes, casi lo han convertido en una miniserie policial. Sin embargo, esto implica una postura crítica frente a un tema estructural de violencia de género dentro de la institución de la Policía Nacional o tan solo es una más de las noticias dentro del discurso morboso de estos programas. ¿Acaso el discurso de los medios de comunicación masivo, en ese momento específico, convocaba a la ciudadanía a organizarse y marchar por sus derechos? Claramente trataron el tema como una mas de las cuestiones coyunturales que deben “si o si” aparecer en el noticiero del prime time de cualquier canal de televisión. Con esto no digo que el caso de María Belén Bernal no debía haber sido cubierto, más bien el análisis está encaminado hacia las intenciones que tiene este tema desde los medios hegemónicos.

El otro concepto -la securización- tiene directa relación con el pacto por la seguridad de la racionalidad neoliberal. Esto implica que el Estado debe ser el garante de la seguridad ciudadana por lo tanto debe tener todo el aparataje necesario para dar respuesta a este tema. Así surge la necesidad de tener un ministerio del interior, fiscalía, juzgados, policía, milicia, agentes municipales y de tránsito, cárceles y hasta hospitales psiquiátricos, diría Foucault. Estos serían instituciones que configuran la materialidad del aparataje estatal en cuanto a seguridad se refiere. Sin embargo, en el Ecuador actual donde hay una guerra declarada en las cárceles, la violencia se ha tomado las calles, las mujeres no están seguras en ningún lado, se puede hablar de que el Estado tampoco está cumpliendo con este hecho. En otras palabras, ni para ser neoliberales sirven dirían en mi barrio.

Ante esto, empiezan a correr los rumores de que la mejor garantía que puede brindar el Estado para la seguridad es dar acceso a las armas a la ciudadanía, lo cual en otras palabras significa que el Estado no logra ser eficiente en términos de política pública para la seguridad ciudadana y que, por ende, será ahora responsabilidad personal estar a salvo. Aquí es importante traer a colación el pesimismo del que se habló en un inicio, puesto que estos elementos antes descritos, que buscan justificarse bajo el concepto de estado de control. Estos son la más clara evidencia de la fascistización de uno de los gobiernos más radicales en cuanto a la ideología neoliberal. A esto hay que sumarle las constantes noticias de los medios de comunicación masivos que publican videos de ciudadanos tomando supuesta justicia por mano propia ante actos de delincuencia. Poco o nada falta que el Estado empiece a vender bulas papales para buscar que los y las fieles y crédulos/as las compren y puedan tener sus conciencias tranquilas por si les llega si día final.

La idea central de este análisis ha sido presentar ciertas características y condiciones coyunturales frente a las cuales las contradicciones del neoliberalismo son cada vez más evidentes. Prometen seguridad y no la cumplen; garantizan que el libre mercado dará trabajo a toda la población y los índices de desempleo son altísimos; hablan de libertad, pero no se puede salir a caminar porque la situación económica ha desbordado la delincuencia, así se podría mencionar infinitamente muchos más hechos. Parecería que la miopía del gobierno es tan grave que no alcanzan ni a verse las narices, por que tanta desprolijidad en materia de política pública para la seguridad ciudadana parece ser sacada de un cuento de locos.

Es por esto que cada vez queda más claro que la revolución y la dictadura del proletariado es el único camino. No se puede seguir esperando que gobiernos mesiánicos salven al Ecuador con recetas simplonas y torpes, es necesario organizar a la población sobre la base de una reflexión profunda que permita tener una postura política crítica. Caso contrario el país está condenado a un futuro incierto, porque hay que ser claro, no estamos en las mejores épocas de la historia. Se vive prácticamente la antesala de una III guerra mundial, lo cual traerá fuertes implicaciones económicas para todo el mundo y más para una región en vías de desarrollo, que en el caso ecuatoriano parecería que jamás lo va a alcanzar.

¡La historia está en nuestras manos y esta demanda amor y revolución!

 

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