Marco Teruggi: Entender Venezuela implica posicionarse en alguna de las partes del conflicto (II)

No hay mucho más remedio que estar en alguna de las dos partes en conflicto, lo demás, es un deseo bien intencionado, lo que no quiere decir que haya que ser necesariamente partícipe del gobierno actual, de su gestión, pero sí entender lo que está en juego
Jueves 28 de Febrero de 2019

Continuamos con la segunda parte de la entrevista realizada al cronista y sociólogo argentino Marco Teruggi, autor del libro “Mañana será historia- Diario Urgente de Venezuela”. En la primera parte nos describía el panorama venezolano, y en esta segunda entrega nos comenta acerca del peso de la Fuerza Armada en el país, así como las nuevas formas de ataque de los Estados Unidos, no solo contra Venezuela, sino contra la región latinoamericana.

CP: ¿Qué pasa con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana?

MT: También para explicar por qué no ha caído la Revolución Bolivariana, además de ese sujeto histórico, esa profundidad de la experiencia chavista en un sentido popular, hay que hablar sobre las Fuerzas Armadas, porque no se han quebrado a pesar de todos los llamados a que lo hagan, llamados que implican mucho dinero, muchas promesas.

Las Fuerzas Armadas hasta el momento no han tenido una partición, han tenido si evidentemente, espacios en los que han conspirado al interno para hacer un golpe de estado, pero no han logrado su cometido. Sabiendo que uno de los objetivos principales, es romperla, y hacer que se pliegue el golpe de estado o hacer que se transforme en una confrontación armada interna de tipo guerra civil.

 

CP: ¿Qué es lo que se juega en estos momentos en Venezuela y cuál es su posible desenlace?

MT: La evidencia es demasiado clara, estamos ante un asalto, un intento de golpe de estado, con un gobierno paralelo conformado directamente desde los Estados Unidos, por lo tanto, no hay mucho más remedio que estar en alguna de las dos partes en conflicto, lo demás, es un deseo bien intencionado, lo que no quiere decir que haya que ser necesariamente partícipe del gobierno actual, de su gestión, pero sí entender lo que está en juego, las partes que están en disputa, y lo que puede suceder en uno u otro caso como desenlace.

Lo que estamos viendo en este momento es la decisión de los Estados Unidos de haber montado un gobierno paralelo, para lo cual no había condiciones internas, pero si en el plano internacional; van a intentar por todos los medios dar los pasos para derrocar al chavismo. Los Estados Unidos están dispuestos a ir mucho más lejos de lo que habían ido hasta ahora, dando pasos a que hasta hace unos años no podían, remitiéndose más a lógicas de conflicto como en Medio Oriente, a lo Siria o Libia, constituyendo un cuadro inédito para América Latina.

Hay situar bien cuáles son las partes en pugna y lo que implicaría que los Estados Unidos lograran derrocar al chavismo en términos de consecuencias para Venezuela y para el continente. Entonces en ese contexto donde evidentemente no quedan muchos espacios para las posiciones que quieren criticar a ambas partes y situarse por encima, porque eso en la realidad concreta de Venezuela no tiene asidero, y ese supuesto pueblo que se plantea defender desde afuera no entra en esas categorías que se desarrollan, lo que no quiere decir que la situación sea sencilla.

También, paradójicamente ante la avanzada tan fuerte del asalto conducido por los Estados Unidos existe una reacción interna, si se quiere, antinorteamericana, un resorte que se activa, que reafirma al chavismo e incluso gente opositora. La derecha volvió a plantear un cuadro catastrófico autoproclamando un presidente sin ninguna base, conducida por el mismo Donald Trump, lo que repolariza y le da una nueva vitalidad a la pelea.

Es difícil hoy arriesgar un posible pronóstico, lo que estamos es en pleno desarrollo de un tipo de asalto que hay que analizar con mucho detenimiento y sacarle muchas conclusiones porque lo que pasa no es una exclusividad de Venezuela, sino la forma por la cual están dispuestos los Estados Unidos a conducir los conflictos para derrocar a gobiernos en esta época histórica, con mucho protagonismo de las redes sociales, pero también con acciones de fuerzas muy concretas.

 

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