#IndígnateEcuador: ¿preludio insurrecional?

5 DE JULIO

Tras apenas trece meses el gobierno presidido por Lenín Moreno ha puesto al país nuevamente en el cauce neoliberal, entregando al aparato estatal a la oligarquía criolla, pactando con el imperialismo norteamericano, situándonos en un preocupante escenario anti popular que nos recuerda los años 90 e inicios del 2000.  Contrario a la resistencia y combatividad expresada por las organizaciones populares que se levantaron contra los gobiernos neoliberales, derrocando a tres presidentes: Abdalá Bucaram (1997), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005), los sectores populares en este momento se encuentran inmóviles o cooptados por dirigencias caducas.

Esta aparente calma fue rota cuando el correísmo, en articulación con otros actores colectivos, bajo la consigna #IndígnateEcuador movilizó cerca de 10.000 personas en Quito, evento silenciado por los medios de difusión aliados del gobierno, incluidos los medios públicos. Pese a todas las limitaciones del correísmo y contrario a toda expectativa, este fue capaz de demostrar fuerza y presencia, amalgamando la defensa de Rafael Correa con una posición anti neoliberal.

La izquierda revolucionaria debe comprender la movilización correísta como un escenario en disputa, que necesariamente debe trascender la figura de Correa, hacia un gran frente nacional de tipo popular, anti imperialista, anti oligárquico e internacionalista. Somos enfáticos al decir que el correísmo marchó “solo”, fueron sus militantes, simpatizantes y colaboradores, quienes de diversas formas, la mayoría por cuenta propia, se dieron cita en Quito. Sin embargo, la convocatoria hacia el resto de la sociedad con el fin de llamar a la unidad aún es limitada. Este punto es crítico, pues el correísmo, así como quienes pretenden ser sus representantes, deben entender que la arremetida contra Correa y la Revolución Ciudadana, no es un acto de índole personal, sino que golpea profundamente al pueblo ecuatoriano, quien conquistó en las calles los derechos que se hicieron efectivos en la Revolución Ciudadana.

No decimos que el correísmo deje de lado la figura y legado de su máximo referente – llamamos a pensar la unidad más allá de lo contradictorio que significa para buena parte de la sociedad el correísmo –, sino que debe comprender que no es ahora la identidad hegemónica que llegó a ser en el 2007, es por hoy una de las tantas identidades – en este momento es la más visible en contradicción con el gobierno de Moreno – en la política nacional, aún sin estructura; no es ni será la única que saldrá a las calles.

La marcha del 5 de julio avizora un preludio insurreccional en el que el correísmo jugará un rol importante, sus bases deben ser conscientes de esto y comenzar a criticar las posiciones tibias de sus dirigentes, quienes aún siguen pensando que la policía “únicamente cumplirá su trabajo” en el caso de sucederse protestas más fuertes, que el poder popular no se construye en contradicción con el Estado, o que la "unidad" pasa necesariamente por la figura de Correa. En este proceso la izquierda revolucionaria tiene que jugar un rol esclarecedor para radicalizar a las bases correístas, mismo que necesariamente deberá ir al encuentro de otras identidades: trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes, movimientos vecinales, ecologistas, feministas, etc., hacia una horizonte superior y unitario.

Es el tiempo de ponerse a hacer, de militar, de organizar, de discutir, de la unidad por un horizonte socialista para el pueblo.

 

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