Enemigo interno, fascistización y Paro Nacional

ACAB
Miércoles 29 de Junio de 2022

Nos encontramos en los momentos más delicados de la historia reciente del país. Un Estado neoliberal que del mando de la burguesía más recalcitrante, ha ido mutando inevitablemente hacia un Estado policial altamente autoritario y represivo. En las últimas semanas se ha evidenciado la estrategia del enemigo interno, que intenta justificar las más grandes atrocidades del capitalismo en crisis: persecución política, criminalización de la protesta y la pobreza, una fascistización cada vez más franca, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos por agentes estatales, secuestros y detenciones arbitrarias, y demás abusos de la fuerza.

El 28 de junio, al cumplirse el décimo sexto día de Paro Nacional, el Gobierno Nacional ha ratificado su posición bélica contra el pueblo, en la que insiste en desconocer la autoridad popular de un líder que se ha convertido en un símbolo de todxs, Leonidas Iza. Inmediatamente, los Ministerios del Interior y de Defensa desplegaron operativos represivos exorbitantes graves en varios barrios y comunas de Quito y el resto del país. En San Miguel del Común, la represión policial fue tal, que se teme la muerte de dos niñxs. En respuesta, el pueblo adolorido quemó un UPC. En el sur de Quito, la situación fue similar.

En momentos de crisis, el Estado se revela con su verdadera cara: el instrumento de imposición de clase por excelencia. En efecto, el monopolio del uso de la fuerza ha demostrado su fuerza sobre los cuerpos del pueblo y la clase trabajadora. Así mismo, la careta demócrata del presidente Guillermo Lasso queda por los suelos. La estrategia de pacificación se impone material y simbólicamente. Tanto el primer mandatario, como su acolito más fiel, Patricio Carrillo, han amenazado con agudizar la violencia, lo cual agudizaría también la ya creciente violación sistemática de Derechos Humanos. Queda demostrado una vez más, que la historia del capitalismo exige que la policía sea la asesina del pueblo, ese es su papel estructural.  

Así mismo, como habíamos alertado meses atrás, nos adentramos a un proceso de creciente polarización y fascistización social. Por un lado el pueblo y la clase trabajadora, con una consciencia de clase cada vez más clara, y un organización popular en crecimiento; y por el otro lado la burguesía y la “clase media” desclasada, progresivamente más fascista, que inclusive ha llegado a disparar contra manifestantes en varios puntos del país. Indudablemente, 3 años de una campaña racista y clasista contra el Movimiento Indígena, feministas, disidencias, estudiantes, y el resto de sectores populares, han calado de manera peligrosa en una buena porción de la población. La regresión conservadora de estos sectores es alarmante, pronto podríamos enfrentarnos a brigadas fascistas disparando junto a la policía en las manifestaciones, como en Colombia, o “armadas blancas” anticomunistas cazando a militantes de izquierda, disidencias sexuales y personas racializadas.

Alertamos a la comunidad nacional e internacional sobre las violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos y civiles que el Estado, al mando del banquero Lasso, impone sobre el pueblo organizado. Denunciamos la creciente fascistización social a la que la burguesía ha empujado a la población más corroída por las lógicas del capitalismo y sus graves consecuencias históricas. Exhortamos a organismos nacionales e internacionales a utilizar su poder para detener los atropellos contra el pueblo ejecutados por el mal gobierno de Lasso, aliado directo de los intereses del imperialismo yanqui en la región.

Como han anunciado las vocerías del Movimiento Indígena, las medidas de hecho continúan, el Paro Nacional se sostiene, enmarcado en los derechos constitucionales a la protesta social y a la resistencia. Ante la intransigencia burda y sistemática de la burguesía, el pueblo elige la organización antes que el claudicar ante la precarización de la vida. Quien controla las condiciones de trabajo, controla las condiciones de vida. En el neoliberalismo impuesto desde el gobierno lacayo de la banca, el trabajo es precario, y por lo tanto es precaria la vida. Esta lucha es por el trabajo digno, que es la vida digna en sí misma. Como versa un proverbio histórico del pueblo vasco: Porque fueron somos, porque somos serán. ¡Que viva el Paro Nacional! ¡Que viva la organización popular!

 

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