La Banana Republic al servicio del imperialismo yanqui

Este 4 de septiembre se convertirá en una fecha histórica en la larga trayectoria de servilismo de las élites empresariales a sus amos del Norte. Marco Rubio, Secretario de Estado de Trump y uno de los líderes históricos de la gusanera de Miami, cuna de la ultra derecha blanqueada latina, visita Quito, para imponer el mandato imperial que ha permitido convertir al Ecuador en un verdadero país satélite de los EE.UU.
Rubio es uno de los políticos más reaccionarios que ha parido el partido republicano de los EE.UU. y el primer lobbista por una intervención militar en Venezuela. Desde su posesión como Secretario de Estado, ha dedicado tiempo importante de su gestión, a construir el caso del “Cartel de los Soles”, que coloca a Nicolás Maduro -presidente constitucional de Venezuela-, como un capo del narcotráfico. El Departamento de Estado yanqui ofrece USD 50 millones por información que vincule directamente a Maduro con este “Cartel de los Soles”. Por Osama bin Laden ofrecieron USD 25 millones.
Rubio ha dado varias declaraciones públicas y entrevistas en donde arremete contra Petro y Lula, acusándolos de “ser portavoces de una narco dictadura”, y fue uno de los primeros en amenazar a Maduro de que no llegaría a fin de año como presidente. En definitiva, Marco Rubio se ha convertido en una de las principales amenazas para nuestra región. Finalmente, la noche del 2 de septiembre, fue Marco Rubio quien anunció el ataque letal a una embarcación venezolana en aguas del Caribe, acusándola de ser parte de una operación “narcoterrorista”. La tensión sube con cada minuto.
¿Cuál es el papel que Ecuador va a jugar en esta nueva operación terrorista de los EE.UU. en nombre de la “democracia”? Las bases militares extranjeras, pregunta central de la consulta de diciembre están vinculadas a este interés geopolítico en Ecuador, con interés especial en Galápagos como un “portaviones natural”, como se ha insinuado por años. Seguramente es exactamente eso -entre otros pendientes- lo que viene a cuadrar Rubio en su visita a Quito. El 2 de septiembre, en reunión entre Cancillería, Ministerio del Interior, y los alcaldes de Quito, Guayaquil y Cuenca, se “reconoció” la presencia del “Cartel de los Soles” en territorio nacional.
Por su lado, Gabriela Sommerfeld -Canciller del Ecuador-, anunció que se encuentra en negociaciones con Rubio un “programa de cooperación” para traer migrantes deportados de los EE.UU. La política fascista que ejecuta el ICE sobre los cuerpos latinos, termina en cárceles en El Salvador y prontamente, también en el Ecuador. Rubio expresó la intención de EE.UU. de declarar al Ecuador como “tercer país seguro” para poder deportar y encarcelar a inmigrantes y personas en nuestro territorio. Que miserable aliado de los EE.UU. es Noboa. Este gobierno hará el trabajo sucio de los yanquis, con cárceles militarizadas, masacres periódicas y violaciones sistemáticas a los derechos humanos como parte fundamental del “Nuevo Ecuador”.
Gian Carlo Loffredo -Ministro de Defensa-, también anunció que se reunirá con Rubio para tratar temas de seguridad. “Somos aliados en una lucha contra un mismo enemigo, contra un enemigo común… Entendamos que Estados Unidos es nuestro principal aliado en esta guerra”. Así mismo, a pocos días de la visita de Rubio, Daniel Noboa reemplazó por completo la cúpula militar y anunció una “nueva fase de la guerra”, contra el pueblo, claro está. En este momento histórico específico, la “guerra contra el narcotráfico” se encuentra a punto de tomar dimensiones agravadas en la región, y también dentro de nuestro país. Los EE.UU. se permiten cada vez más demostraciones de fuerza en territorio, mientras el gobierno de Noboa ya suma 19 ejecuciones extrajudiciales y 50 desapariciones forzadas a cuenta de los aparatos represivos del Estado. Poco a poco, se volverán a constituir falsos positivos y la “lucha contra el narcotráfico” colocará una vez más a la organización popular como objetivo militar. Resulta fundamental hacer memoria de lo que pasó durante el Plan Colombia.
En términos materiales, nos estamos enfrentando a una lógica de autoritarismo de Estado, perfeccionada por Noboa y con el auspicio y respaldo de los terroristas de Estado por excelencia: el propio Departamento de Estado yanqui. El Ecuador se encuentra frente a una nueva era de la estrategia contrainsurgente reciclada de las dictaduras del Plan Cóndor. Quizás el elemento que ha tomado una fuerza protagónica en esta nueva ola de fascismo -la perpetuación del estado de excepción- en América Latina, es que el crimen organizado y los capitales ilícitos, ahora controlan financiera y políticamente a los Estados del continente. En Abya Yala, el fascismo tiene forma de imperialismo extractivo y lucha contra las drogas, dos caras de una misma moneda. Mientras es la clase empresarial, la que se encuentra en el centro del poder político quien tiene vínculos directos con el narco y con empresas mineras, pero sostiene el discurso del narcoterrorismo de “izquierda”. El poder de la posverdad nos cuesta la vida.
La nula efectividad de las fuerzas represivas en la disminución del crimen organizado demuestra la profundización del Narcoestado. Esta es una estrategia milimétrica impuesta sobre el pueblo ecuatoriano, sin la más mínima coincidencia: cuando entraron los yanquis tanto en Colombia como en México, los niveles de violencia (para)estatal llegaron a récords históricos, como ahora también en el Ecuador. De enero a agosto, se han reportado un total de 4.620 asesinatos registrados, un incremento del 47% en las muertes violentas respecto al mismo periodo en 2024. Una vez más -y al parecer en particular- gracias al CAI y al Plan Fénix, el Ecuador vuelve a romper récords históricos en homicidios, sobrepasándose una vez más en la imposición del exterminio popular demandado por las élites empresariales.
En este contexto, la figura de Daniel Noboa representa al cuadro político en el que el imperialismo yanqui más recursos y preparación ha invertido. Nacido en Miami, hogar del Secretario de Estado y gusano mayor, Marco Rubio, fue enviado a ser educado por la familia Kennedy, como un sirviente más que décadas después, devolvería la inversión en forma de un arrodillismo sin precedentes en la historia del Ecuador. Y es que en términos legales e institucionales, Noboa y Cía. intentan imponer por todas las vías posibles los intereses de EE.UU. en el país, de los cuales la oligarquía lumpen es tan solo una dependencia más.
Así y de forma vampiresca, vuelve a recorrer el continente la larga sombra de las barras y las estrellas, reclamando para sí sumisión y sacrificios humanos masivos en nombre de la acumulación de capital, sea lícito o ilícito. El libre mercado se cumple a la perfección bajo los marcos del narcotráfico, y el régimen estadounidense ha sabido instrumentalizar su propio mercado interno -número uno en consumo de cocaína y fentanilo a nivel global- para armar toda una estrategia de falsa bandera. En medio de este entramado, las supuestas fuerzas de la democracia combaten a un narco que es parte inseparable del mismo proyecto de dominación imperialista de EE.UU. y que a su vez, garantiza y salvaguarda sus rutas comerciales.
Que Quito le trate a Rubio como el gusano que es.