El "Nuevo" Ecuador se lleva el subsidio al diesel

perrita
Martes 16 de Septiembre de 2025

En términos materiales y simbólicos, la eliminación del subsidio al diésel presupone una victoria histórica de la clase empresarial por sobre los intereses del pueblo. Un aumento repentino del precio de USD 1,80 a USD 2,80, con su posterior liberalización absoluta, ataca de forma directa las condiciones de supervivencia de la clase trabajadora. En estas circunstancias, se prevé un aumento inmediato de al menos el 50% en el costo real del transporte, mismo que terminará encareciendo e inflando los precios de los alimentos, seguidos por absolutamente todo producto comercial que precise transporte -todo-. No cabe duda de que esta fue una de las condicionalidad eternas del FMI, prácticamente desde que comenzó con su injerencia político-financiera en territorio. Simultáneamente a la eliminación del subsidio, el “Nuevo” Ecuador promete recortar el presupuesto del Estado en USD 1.100 millones anuales.

Noboa ha logrado concretar una disposición que los gobiernos han intentado desde hace décadas. Muy sesudamente, Noboa anunció sin previo aviso que retira el subsidio al diésel el viernes por la noche, reduciendo la capacidad de respuesta del campo popular, que adicionalmente está profundamente golpeado. Hace menos de dos meses logró en buena medida neutralizar a la reacción y organización popular, al desplazar a Leonidas Iza de la presidencia de la CONAIE,  y al imprimir tanta presión del Estado en su contra, con los intentos de asesinato, la persecución y la criminalización. No es en vano ni por miedo a la protesta social que Noboa decide trasladar la sede de gobierno a Latacunga, sino a manera de claro mensaje contra el Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC), como organización que abraza a Iza en este momento.

Para el campo popular, este hecho constituye una grave provocación, una medición de fuerza en la que evidentemente el Estado esta en condiciones mucho mejores que las nuestras. Recordemos que el MICC es uno de los últimos reductos organizativos consecuentes y frontalmente opuestos al oligopolio impuesto por Noboa y Cia. Noboa se fue a respirarles en la nuca a la oposición política más importante que queda en el país. Analizando el perfil de Daniel Noboa, como tantos autócratas que le antecedieron, la dirección política de su régimen, tanto errática como maquiavélica, demuestra un carácter profundamente autoritario, anclado también a su educación y permanencia en EE.UU. por la mayor parte de su vida. La psicología de masas nombra a este complejo perfil psicológico -acercándose a la psicopatía- como complejo napoleónico, nombrado en honor a un pequeño hombre megalómano.

Otra estrategia son las marchas que convoca Noboa. La marcha más reciente del gobierno del pasado 11 de septiembre en Guayaquil duró un total de 15 minutos, congregando a menos de la mitad de la población movilizada a Quito el 12 de agosto. Sin embargo, el factor estratégico dentro del accionar gubernamental, reside en implantar una lógica confrontativa en las calles a favor del gobierno. Al igual que Milei, Bolsonaro y Trump, Daniel Noboa apuesta por la movilización -sea patrocinada o no- masiva a su favor, con el fin de generar una confrontación interna entre las clases explotadas. El divide y vencerás, vuelve a convertirse en un imperativo del control social. Esta estrategia se impone con el fin de movilizar a gente en las calles, que en un futuro se convertirán en grupos de choque civiles, generando un antagonismo interno. Así también se construye el enemigo interno.

Este proceso redistributivo de abajo hacia arriba, que se refuerza con la eliminación del subsidio a diésel, sistemáticamente ha ido sacando dinero de los bolsillos de la clase trabajadora, para subsidiar a los grandes grupos económicos o conglomerados que en ese momento son estratégicos. Con el alza del IVA, la desfinanciación de salud y educación, la reducción de las carteras del Estado, la falta de pago a proveedores de la economía popular y solidaria, y los despidos masivos en el sector público, lo que hace el gobierno de Noboa es ensanchar la brecha entre la clase trabajadora y la burguesía. Que los ricos tengan más, y los pobres cada vez menos. En el “Nuevo” Ecuador, la vida se nos precariza aceleradamente y en todos los sentidos posibles.

En respuesta, se han dado varios cortes parciales en las vías a nivel nacional. Carchi, donde hubo represión y las trincheras chocaron con policías y militares; en Tambillo y Aloag donde se abrió el paso a las 4 de la tarde; en Los Ríos y Azuay que se sostienen, y adicionalmente Manabí anunció para mañana 16 que plegarían al paro de transportistas. Para la noche del lunes 15, las comunidades de Pijal y Caluqui plegaron al paro con bloqueos de vías. En la ciudad, estudiantes autoconvocados de la UCE llaman a movilizaciones para el 16 en la tarde, y el FUT también anuncia marcha para el día jueves. Sin embargo, es evidente que no existe dirección política ni ideológica en lo que se configuran como estallidos dispersos y localizados. Definitivamente, no estamos en el momento organizativo de Octubre 2019 y Junio 2022, que sí lograron concretar expresiones articuladas de Poder Popular Plurinacional, y que en efecto lograron frenar la imposición de la medida. Sin embargo, la clase trabajadora si se encuentra profundamente golpeada, y podría darse una expresión espontánea de resistencia más potente de lo que alcanzamos a calcular.

La realidad es que Noboa ha impuesto una serie de medidas antipopulares, que no solo neoliberalizan la economía, sino que generan un estado de autoritarismo y violencia criminal. En otros escenarios, esto habrían culminado con la caída de las medidas, o inclusive del gobierno. Sin embargo, las medidas han logrado ser impuestas impunemente a causa de una fragmentación evidente del campo popular, que ahora mismo tiene la urgencia de generar algún tipo de condición para la articulación de los sectores populares y de izquierda. Por ahora, parecería que la medida se sostendrá, por la razón o por la fuerza, como es costumbre de la burguesía criminal y parasitaria.

Vamos a hablar una y mil veces del proyecto neoliberal de Noboa, del Estado fascista que ha logrado edificar para llevarlo a cabo, y de la gravedad de las consecuencias que un narcoestado tiene sobre la clase trabajadora del país. Con una agenda impuesta por el FMI, el Ecuador ha ido transitando un proceso de más de 10 años de restauración neoliberal, que ha implicado una desinstitucionalización del Estado, una serie de concesiones y privatizaciones, así como un marcado reforzamiento y profesionalización de los aparatos represivos del Estado.

El entramado de la guerra interna, es la que finalmente logra dar una buena estocada al campo popular, introduciéndolo a una lógica de terror absoluto por medio de la imposición de la extrema violencia, que ejecuta tanto el crimen organizado, como el propio Estado. Simultáneamente, el pueblo se enfrenta a la inseguridad económica, con una tasa altísima de empleo precario, informal y desempleo, que causa un aceleramiento en la degradación de las condiciones materiales de la clase trabajadora.

En términos organizativos y ante la ausencia absoluta de una organización con dirección orgánica y consecuente a favor de los intereses de las inmensas mayorías explotadas, la única perspectiva de unidad o articulación popular parece radicar en el NO a la cuarta consulta anti-popular impuesta sobre el pueblo en seis años, desde 2019. “Necesitaremos de toda nuestra fuerza, nuestra inteligencia y nuestro entusiasmo”, como decía Gramsci, para salir victoriosos como clase de esta nueva consulta que nos quiere robar no solo la soberanía, sino también el futuro.

 

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