El neoliberalismo aplastará a la clase trabajadora

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Lunes 27 de Diciembre de 2021

Los antagonismos de clase se agudizaron en el Ecuador en 2021. Esto facilitó la fascistización de la burguesía en torno a la extremación de los mecanismos de explotación capitalistas. Con la banca al frente del poder del Estado burgués, las perversiones de éste, se acentúan de forma exacerbada como neoliberalismo. A lo largo del primer año de perpetuación del modelo neoliberal, el gobierno del banquero Guillermo Lasso, preparó las condiciones para la ampliación de la imposición capitalista en el año 2022.

La reforma tributaria, una serie de medidas antipopulares que entraron en vigencia por medio del Ministerio de la Ley el pasado 29 de noviembre. La misma prevé una recaudación fiscal modesta, establece la entrada a territorio ecuatoriano de capitales sin declaración tributaria ni de procedencia. Como migaja de la burguesía, el Salario Básico Unificado se fija en $ 425 USD para el año 2022. En contraste, a causa de los recortes y eliminación de subsidios, el costo de vida se ha duplicado en el último año, con la canasta básica en más de $ 900 USD. La realidad paralela que pretende instaurar el oficialismo no se compara a la “nueva normalidad” impuesta por la burguesía: Ecuador se encuentra ante una serie de crisis que develan el verdadero carácter del sistema capitalista: precariza y reinarás.

Uno de los ejes centrales del programa de gobierno de Lasso -la reforma laboral- pretende implantarse en los primeros meses de 2022. Mientras la burguesía cimienta y amplia sus privilegios, impone las condiciones bajo las cuales el pueblo sostendrá esos privilegios. Se establecerán nuevas modalidades de contrato, como el contrato por tiempo definido hasta por 4 años, además de la eliminación de jubilación patronal, la eliminación de jornada laboral de 8 horas a indefinida y la flexibilización generalizada de derechos laborales a favor del libre mercado y la clase industrial-importadora. Con la pronta firma del TLC con EE.UU., se destruirá al sector campesino y agropecuario, facilitando la perpetuación de monopolios agroindustriales. Con la flexibilización de los derechos laborales, se podrán establecer industrias de enclave como maquiladoras y fábricas de mano de obra precarizada. Ecuador podría llegar a ser una potencia en agregar valor marginal a productos chinos o estadounidenses, con salarios bajos, “competitivos” bajo la lógica neoliberal. “Más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador”, el eslogan favorito del “Gobierno del Encuentro”, imagina al Ecuador como una hacienda y maquila gigantesca, en servicio de la burguesía local y trasnacional.

Mientras el Gobierno Nacional se regocija en la cifra imaginaria de “275.000 empleos” creados en 8 meses de gestión, la clase empresarial anuncia su rechazo contundente a la subida del salario básico. Representantes empresariales advierten que ante el incremento del costo de la mano de obra, estos recurrirán a la informalidad o a la continuación de la precarización, con la duplicación o triplicación de cargas laborales. A los ojos de la burguesía, $ 25 USD representan una “excusa aceptable” adicional para extremar las condiciones de explotación capitalistas. Al mismo tiempo, el presidente amenaza a dirigentes sociales, criminalizando al pueblo en general, y elevando el discurso antipopular hacia la militarización, judicialización y un creciente autoritarismo de Estado.

En términos políticos, con la victoria electoral de Guillermo Lasso, se estableció el oligopolio como forma de administración pública en Ecuador. La oligarquía, fracción más parasitaria y reaccionaria de la burguesía, toma las riendas del poder político, para satisfacer y perpetuar sus privilegios por sobre el pueblo y la clase trabajadora. Al mismo tiempo, la política económica y fiscal le corresponde -desde 2018, cuando Moreno empezó con el endeudamiento agresivo- al FMI y al BM. Ecuador es un país sin potestad en materia de política económica, monetaria y financiera, misma que se dicta desde las instituciones financieras multilaterales en Washington, el brazo económico del imperialismo yanqui y su imposición crediticia.

Dentro de este marco, el Estado burgués se administra como una empresa privada: todo lo rentable se liberaliza y privartiza, mientras lo que no se considera rentable, se colectiviza. La precarización recae sobre el pueblo y la clase trabajadora, mientras la plusvalía y los dividendos se reparten entre la burguesía, y son enviados a paraísos fiscales. Al mismo tiempo de prometer una recaudación de 1.700 millones USD por medio de la reforma tributaria, el Gobierno Nacional contrata 2.500 millones USD adicionales en deuda externa entre septiembre y diciembre de 2021, además de la pretensión de perdonar un total de 2.000 millones USD a los grandes grupos económicos por medio de extensiones tributarias. La época dorada del derroche de las élites, refleja la decadencia social del neoliberalismo en su conjunto. El emprendedurismo se establece como mantra, mientras priman recortes estructurales, despidos masivos, una nueva ola migratoria y la inseguridad generalizada, como consecuencia de la imposición de medidas de choque neoliberales.

La implementación indiscriminada y agresiva del manual neoliberal augura privatización y recortes, materializando la precarización y persecución. La organización popular anticapitalista, es criminalizada por medio del aparataje del Estado, instrumentalizando tanto la retórica como la fuerza represiva institucional. Esta es, en definitiva, la ecuación perfecta para el devenir autoritario de las élites burguesas, en el centro del poder político institucional. El llamado a un “Plan Ecuador” inaugura la represión venidera, la cual se impondrá con el visto bueno de las grandes potencias en guerras internas: EE.UU. y Colombia. La implantación de la lógica del enemigo interno anuncia la guerra en contra del pueblo. Bajo la excusa de la emergencia carcelaria, se desplegará indiscriminadamente todo el arsenal pacificador del Estado en contra del pueblo. Las condiciones para una militarización total de la sociedad se encuentran dadas por la burguesía en el poder. Es tan solo una cuestión de tiempo, hasta que la guerra en contra del pueblo se traslade a todos los espacios del tejido social.

Sea por medio de la precarización de la vida o la eliminación indiscriminada del pueblo, las élites burguesas se encuentran librando una guerra antipopular. Únicamente la respuesta organizada, contundente y definitiva de un sólo frente popular anticapitalista podrá hacerle frente a la ola de desposesión, apropiación y explotación.

 

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