Ecuador: una semana de saltos… hacia atrás

POBREZA ECUADOR

Termina la segunda semana de agosto y la dirección en la que peligrosamente se encamina nuestro país, continúa su curso. Dos hechos sobresalen, evidenciando el grado de descomposición de la política y el trato cerrado que mantiene el gobierno de Moreno con la oligarquía, el primero, la renuncia de Augusto Barrera secretario de la SENCESCYT, hecho con amplios y comprometedores significados, y el segundo, la aprobación de la Ley de Fomento Productivo y Estabilidad Fiscal (Ley Trole IV), paso adelante hacia el neoliberalismo.

Tras la reunión pública del movimiento Vamos en Cuenca, está claro que Barrera y sus aliados, la “izquierda” cómplice del morenismo, quiere dar un paso al costado, o si se quiere, abandonar el barco, como lo hacen las ratas antes que se “hunda”. La renuncia de Barrera de la SENESCYT está empañada de cálculo electoral para 2019, necesita desenmarcarse del gobierno antes que el ajuste programado, y que pagará el pueblo, lo sancione políticamente, poniendo en riesgo su aventura electoral. A la par de la dimisión de Barrera vino la de Rubén Flores, encargado del MAGAP también alineado a Vamos.

La aventura política de “izquierda” de Barrera y Flores, entre otras figuras cercanas a Vamos que posiblemente renunciarán pronto, pretenden borrar de la mente de los ecuatorianos y ecuatorianas su complicidad con el régimen de Moreno y la oligarquía. Aparentemente tras estas dimisiones “progresistas” el gobierno comenzaría a quedarse sin aliados, pero esto es falso, pues más que aliados tiene socios: los representantes de la oligarquía, que poco a poco han comenzado a copar su espacio de clase natural, el Estado burgués. Ya los hemos visto en el Ministerio del Interior, del Trabajo, y de Economía y Finanzas.

Con la aprobación de la Ley Trole IV, quienes pagarán la “crisis”, auto inducida por el gobierno nacional, serán los sectores populares, basta recordar la intencionalidad de depositar sobre los hombros de quienes menos tienen las responsabilidades fiscales de la oligarquía, condonando una deuda de más de 4.000 millones de dólares, llevando al desempleo a miles de funcionarios públicos, flexibilizando el trabajo, contrayendo al mercado vía capacidad de consumo, además de negociar con el imperialismo la seguridad nacional.

Ecuador continúa dando saltos, hacia atrás, mientras la sociedad no atina cómo organizar el creciente descontento frente a la deriva reaccionaria del gobierno. Por ahora la desmemoria parece mantenernos en shock, sin saber qué hacer, esperando en medio de la inmovilidad el regreso de caudillos o la emergencia de nuevos, cuando el poder y la historia siempre han estado en nuestramos manos. Si vamos a regresar a los años 90, cuando el neoliberalismo hacía y deshacía con la vida de millones ecuatorianos y ecuatorianas, también regresemos a esas calles que continúan recordándonos que el pueblo ecuatoriano es un volcán dormido.

 

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