Sobre Venezuela la verdad no importa (Parte II)

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Jueves 29 de Octubre de 2020

Maduro, el dictador

Con la muerte de Chávez en marzo de 2013, los enemigos del proyecto bolivariano vieron la oportunidad dorada. A pesar de que Nicolás Maduro fue electo por mayoría en elecciones generales en abril de ese mismo año, los ataques no guardaron luto. Un sector de la oposición cantó fraude (la diferencia de votos no fue tan arrolladora como con Chávez) y encontró eco en el exterior, en países cuyos presidentes jamás alcanzaron números ni cercanos a los de Maduro. Mientras la ley dice que gana quien tenga mas votos (así sea uno), al candidato chavista se le exigía “moralmente” más del 60% de los mismos. Round 1 de la era post Chávez.

El 9 de marzo de 2014, Barack Obama emitía un decreto que catalogaba a Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad de los EEUU”. La mentira no asombra, pero indigna. Dicho decreto permite a cualquier presidente gringo aplicar medidas y sanciones contra el país a mansalva. Las sucesivas centenas de medidas coercitivas unilaterales, desde el buenito de Obama hasta el malote de Trump se amparan en eso. De cualquier forma, que los bloqueen, ¿total?, tienen que caer como sea. Recuerde el “como sea”.

El siguiente paso era calentar las calles. Las guarimbas del año 2017 cobraron la vida de 112 personas – incluyendo la quema viva de gente por “parecer” chavista - y causaron pérdidas millonarias en instalaciones públicas y privadas. La cobertura de estas manifestaciones, en las que los protestantes contaban con costosos equipos antigases, armas y escudos, fue relatada en los medios como una “cruzada por la libertad”. Los mejores fotógrafos de agencias internacionales inundaron con sus instantáneas ganadoras de premios las redes y diarios. Banderas ardientes de Venezuela y jóvenes héroes luchando por un “país libre”. Les faltó mostrar a esos libertarios prendiendo fuego al cuerpo de Oscar Figuera, o impidiendo que ambulancias con enfermos llegaran a los hospitales, o incendiando guarderías llenas de infantes1. Lástima que eso no aporte al relato. Lástima que tu lucha sea validada en la medida que respondas a ciertos intereses. ¿A alguien le importa la verdad?

Imaginen a los manifestantes del octubre 2019 ecuatoriano o chileno, o a los chicos colombianos de 2020 con una cobertura como aquella. Lindo hubiera sido. Pero ellos se rebelaron contra gobiernos neoliberales, los que les coloca inmediatamente en la categoría de vándalos. Sus historias serían relatos de crímenes contra el orden y las buenas costumbres, y a eso no se le visibiliza. Jamás. Fíjate de que lado de la mecha te encontrás, dice la canción. Mientras tanto, después de salvar el escollo con la elección de una Asamblea Constituyente, a todo el mundo ya le quedaba claro que Maduro era un dictador. Uno que no caía. Más resistencia, más presión.

Guaidó, los piratas del siglo XXI y los cómplices

Gracias al decreto de Obama, las sanciones económicas contra Venezuela han sido constantes y paralelas a las otras. El punto es asfixiar la economía del país, con la venia de la oposición interna, que no solo carece de proyecto sino de moral. La jugada “maestra” de la administración Trump fue la de crear un presidente ficticio, con un gabinete ficticio, sin poder de facto ni de ningún tipo, pero con el reconocimiento de EEUU y otros países lacayos, el suficiente para que su firma tenga validez ante instituciones norteamericanas, lo que permite, por ejemplo, que Juan Guaidó -el títere- y sus secuaces firmen la entrega de activos de la nación congelados por las sanciones, o peor aún, que firme contratos con mercenarios los cuales cobran el país en peso si logran derrocar al presidente de verdad. ¿Se entiende clarito, no? Pues, gracias a la técnica de la posverdad, a los antichavistas de cualquier naturaleza eso les resulta permisible y creíble, porque apunta a afirmar lo que ellos ya creen – o les han hecho creer durante años - ¿Es contra Maduro, que arruinó a su país y hace que se vengan a molestarnos al nuestro? Entonces es bueno. Que lo hagan.

La racionalidad parece haberse perdido cuando se habla de Venezuela. No hay que ser chavista, no hay que querer a Maduro, no hay que defenderlo, solo hay que pensar un poco. Si el gobierno de Venezuela -el que eligió el pueblo, no el que eligió Trump y se autoproclamó en una plaza- trata de matar de hambre a los venezolanos, allá sabrán como resolverlo. Es el mismo pueblo que en 1989 salió a quemarlo todo ante medidas que los querían llevar al exterminio tanto como hoy pretende hacerlo el bloqueo criminal, un bloqueo que les impide vender su petróleo, usar sus reservas, comerciar sus recursos. Venezuela no es un país pobre ni miserable. Es uno de los países más ricos de la tierra, con petróleo certificado para 100 años, con yacimientos de oro, coltán, hierro y minerales raros. Es puerto de entrada a Suramérica con miles de kilómetros de costa, cuarto país de la región en biodiversidad. De verdad ¿alguien puede creer que quienes disfrutaron sin reservas de ese territorio y sus riquezas durante siglos permitirán que esos “indios subdesarrollados” decidan su futuro?

No se lo permitirán a Venezuela, ni a nadie. Y un mundo que siga permitiendo estos atropellos e injusticias es un mundo que merece ser cambiado. Si de alguna cosa es culpable el chavismo, es del único crimen imperdonable en estos tiempos de piratería y descaro internacional: poder decidir cómo vivir y cómo morir. Que sigan soñando aquellos que crean que cambiando de gobierno volverá la tranquilidad. Aún si cayeran, la venganza sería terrible. El escarmiento para quienes se atrevieron a ser libres sería ejemplar. Hoy es robo, bloqueo, amenaza e intervención militar, todo con la ayuda de los propios vecinos, los patéticos cómplices dispuestos a poner sus ejércitos para entrar en un país hermano, pero adentro hay un pueblo que sigue resistiendo, porque tiene muy claro que, a pesar de los defectos, desmanes e ineficacias del gobierno, el enemigo es otro. Si no nos gusta Maduro, acá nos encargamos, nadie de afuera nos va a decir qué y cómo tenemos que hacer las cosas. Y si nos gusta, nos lo quedamos. Esa decisión sigue siendo de las y los venezolanos. Y si desde otros lados no recibimos solidaridad, al menos esperamos que no sean cómplices.

Referencias
1https://albaciudad.org/2017/06/victimas-fatales-violencia-politica-venezuela-minci-abril-junio-2017/

 

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