Restos del COVID 19 y estado de emergencia en Colombia

Covid 19 Colombia
Martes 21 de Abril de 2020

Este es uno de esos momentos en los que la mirada pública debe centranse de manera especial en las medidas tomadas por el presidente, el miedo es un peligrosísimo instrumento del poder. Aunque no se ha declarado el Estado de Conmoción Interior del artículo 214 constitucional (que es el que le permitiría al ejecutivo limitar o suspender libertades), se restringió la libre movilidad de las  personas, primero por autoridades locales, haciendo un uso explayado de sus facultades, y posteriormente,  fue declarada la cuarentena obligatoria a nivel nacional,  pero nadie lo ha cuestionado jurídicamente, el miedo no lo ha permitido.

Claramente, ante un sistema de salud tan precario como es el colombiano,  la cuarentena obligatoria es quizás la medida más efectiva para proteger la vida de la gente, sin embargo, ha bastado el pánico para admitir toques de queda, sin recurrir a las herramientas constitucionales que permitirían controlar y vigilar las acciones del gobierno. Al paso del COVID, ¿qué tanto se habrá retrocedido en garantía de derechos?

Vino después,  por medio del decreto 417 del 17 de marzo de 2020, la declaración del Estado de Emergencia regulado por el 215 constitucional (no confundir con el Estado de Conmoción Interior),  en esencia, este le permite al presidente dictar decretos con fuerza de ley, destinados exclusivamente a conjurar la crisis y a impedir la extensión de sus efectos; sin embargo ¿Qué ha hecho Duque?

Aquí una serie de atrocidades, que ojalá ante el pánico colectivo no dejen de ser cuestionadas:

  • Primero, el decreto 444/ 2020 permite que se tome prestado el dinero del Fondo Nacional de Pensiones de las Entidades Territoriales (FONPET) y del Fondo de Ahorro y Estabilización de Regalías, para entre otros usos, realizar operaciones de apoyo de liquidez transitoria al sector financiero a través de la transferencia temporal de valores y, fortalecer el patrimonio de las empresas.

Aunque posteriormente el decreto aclara que se consideran apoyos de liquidez los que se realicen a las bancas estatales de primer y segundo nivel, también se  podrá invertir recursos del Fondo de Mitigación de la Emergencia (FOME), en instrumentos de capital o deuda emitidos por empresas privadas, públicas o mixtas que desarrollen actividades de interés nacional,  o proveer directamente su financiamiento; es decir que el  FOME puede apoyar a cualquier empresa, incluyendo los bancos privados, bajo el supuesto de que sus actividades son de “interés nacional”. Esta peligrosa amplitud podría conducir los recursos públicos a fines que no son apropiados para conjurar la crisis, y traer grandes consecuencias para las entidades territoriales y escasos beneficios.

  • Segundo, el Ministerio de Agricultura expidió el Decreto 486 del 27 de marzo de 2020, que autoriza un subsidio de $80.000 pesos colombianos ( menos del 10 % de un salario mínimo) , por dos meses, para los trabajadores del agro mayores de 70 años. Además, crea una la línea de crédito Colombia Agro Produce, para garantizar liquidez a los productores agropecuarios.

Suena bastante bien,  pero  no se ha tenido en cuenta que gran parte de la población campesina no se encuentra bancarizada, y no cuenta ni siquiera con los títulos de propiedad sobre su tierra, por lo que nunca ha accedido a créditos. ¿Cómo podrían acceder al subsidio, por demás irrisorio? ¿ qué población se beneficia con la creación de esta línea de crédito, además de los sectores agroindustriales del país?

Ahora la tapa, el 7 de abril del 2020 se libró el decreto 523 que disminuye el arancel a $0 para productos como el maíz amarillo,  el sorgo y la soya, pese a que el cultivo de maíz es uno de los renglones más importantes de la producción agrícola nacional, y concentra el 13% del área agrícola según FENALCE.

Las Asociaciones Campesinas resaltan, que las actuales condiciones requieren garantizar la seguridad alimentaria y disminuir la exposición al contagio de las personas y los alimentos, y esto demanda, fortalecer la economía campesina, familiar y comunaria, además de las vías y circuitos de comercialización de sus productos para proporcionar estrategias locales de soberanía alimentaria, frente a lo que el gobierno nacional no ha dicho nada.

  • Tercero, el pasado 8 de abril, las Pequeñas y Medianas Empresas alcanzaron a emocionarse ante el anuncio presidencial de apoyos para el pago de sus nóminas, pensando que serían subsidiadas, pero realmente la medida consiste, no en subsidios, sino en el respaldo de los préstamos bancarios que adquieran para cubrir su nómina: el 90% a través del Fondo Nacional de Garantías (una especie de seguro sobre los créditos, que de cualquier manera deberán asumir las empresas), dado que los bancos se niegan a conceder créditos a empresas vulnerables. Aun así, con esto, la suerte de las Pequeñas y Medianas Empresas y, sobre todo, de las personas empleadas, continúa siendo incierta. 
  • Cuarto, ¿qué decir de los empleos informales? El programa ingreso solidario con subsidios de $ 160.000 pesos ( 18% de un salario mínimo), destinados sólo para algunas personas, y además descaradamente envuelto en la corrupción (como tantas otras medidas) , no son una respuesta digna.

Esta es sólo una pequeña revisión de algunas de las medidas tomadas por el Gobierno colombiano, que pretende dejar ver las enormes contradicciones sociales a las que se enfrenta un Estado disminuido por el neoliberalismo, las políticas anti-campesinado, la tercerización laboral, y una escueta inversión en gasto público social; nos termina enfrentando a la trágica dicotomía: ¿salvar vidas o salvar la economía? Ello sin profundizar aún en la precariedad de nuestro sistema de seguridad social y salud ¿cómo afrontar un problema de salud pública, sin un sistema de salud público?

Aunque ante la crisis aflore la solidaridad del pueblo con el pueblo, y retoñe la esperanza junto con las semillas criollas de los nuevos huertos urbanos,  se requiere ahondar en la organización y acción popular, pues ha quedado clara la incompatibilidad de la vida y este modelo económico. Pero responder ¿Qué vendrá después del COVID -19?, merece otras páginas… en la historia de la humanidad.

 

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