La masa salarial tiene nombre de mujer, compañero militante

Las mujeres y el trabajo
Martes 11 de Junio de 2019

Al discutir sobre el ajuste y las posibles reformas laborales que están tomando forma en el país a raíz del acuerdo del Gobierno de Lenín Moreno con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la importancia de unir sinergias con los movimientos de mujeres en el combate contra este giro neoliberal, un compañero militante de izquierda me dijo (parafraseándolo), que si bien al feminismo se le debe reconocer su alta capacidad de movilización global frente a la violencia machista que pretende combatir, este potencial movilizador no debe ser “sobrevalorado”. Según él, aquí y en todas partes, la gran causa movilizadora de las masas es “el trabajo”.  El contexto en el que nos encontrábamos no me permitió desmentir su erróneo y superficial argumento. Hoy aprovecho este espacio para cuestionar su posición, y a través de ello, demostrar que es imposible separar la violencia que vivimos las mujeres, de la precarización del trabajo que nos subsume y es impulsada por un patriarcado y capitalismo salvajes. 

En mayo del 2019, el seno del Consejo de Trabajo y Salarios, se propuso tres reformas laborales que tendrán que ser debatidas por la Asamblea Nacional: 1. flexibilización de la jornada laboral, que plantea tres tipos de jornada en las que se pueda distribuir las 40 horas de trabajo, ya no solo en 5 días, sino en menos o hasta 6 días; 2. un contrato de emprendimiento, que promueve el aumento en el tiempo de prueba de los empleados, hasta un plazo de tres años; y 3. la eliminación del 35% de recargo en las contrataciones eventuales u ocasionales (El Universo, 2019).

Las dos primeras propuestas guardan relación con el planteamiento sobre igualdad de género señalado en la carta de intención del acuerdo con el FMI. El problema con esta perspectiva es que el FMI y el Gobierno de Ecuador entienden que la respuesta a la desigualdad viene dada solamente por la introducción de las mujeres en el mercado laboral. Este enfoque invisibiliza el hecho de que la brecha salarial es la cara más visible de un conjunto de desigualdades. Aunque en la carta se promete “asegurar la provisión de programas de cuidados de niños”, no se ahonda en el trabajo no remunerado (TNR) y no asalariado que realizan las mujeres. En el Ecuador, de acuerdo a la Cuenta Satélite del TNR de los hogares (2007-2015) son las mujeres quienes contribuyen con el 15,2% del PIB del país a través de tareas de cuidado como: actividades de preparación de alimentos, cuidado de la salud, de niñxs y otros familiares dependientes, mantenimiento del hogar, etc (INEC, 2019).

Es el trabajo de reproducción de la vida, feminizado y sin reconocimiento social, el que permite que ocurra la producción, las mujeres realizaron 77 de cada 100 horas, el periodo 2007-2015. Sin embargo, generalmente no se tiene en cuenta ni el trabajo que la fuerza laboral remunerada tiene incorporada (al estar cuidada, higienizada, alimentada, descansada), ni el trabajo del cual se la libera al eximirla de responsabilidades de cuidado de aquellos con quienes convive. Es así como, en la medida que los varones no asumen su responsabilidad compartida en el hogar, la brecha salarial existe, porque no hay redistribución de ese trabajo en las unidades familiares. Por eso, tanto el FMI como el Gobierno, simplifican el problema de la desigualdad de género como un asunto de diferencias de salarios, dejando a un lado la Economía del Cuidado.

En consecuencia, por un lado, la flexibilización de la jornada laboral deja abierta la posibilidad de sobrecarga de trabajo remunerado en varones y mujeres, sin posibilidades de mejorar la conciliación familiar, que de por sí, hoy es compleja. De ahí que, si los trabajos de cuidado continúan a cargo de ellas, cuando consigan empleos serán por periodos menores, con una escala jerárquica inferior y en actividades también vinculadas a los cuidados. Por otro lado, la posibilidad de extender los periodos de prueba podría afectar la estabilidad económica de las mujeres trabajadoras remuneradas, sobre todo de aquellas que son el sostén principal de sus familias. Esto agrava también la precarización laboral y ahonda la brecha salarial, que hoy alcanza USD 80,2 a favor de los varones (INEC, 2018).

Por todo lo dicho antes, compañero militante, al no existir redistribución de las tareas no remuneradas del hogar, que por mandatos social recaen en las mujeres, su inserción en un mercado laboral “más flexible” produce serios efectos para ellas, que nada tienen que ver con la igualdad de género: trabajos precarizados, por menos horas, peor pagados y valorados. Esto no solo que aumenta la brecha salarial con los varones, sino que vulnera la autonomía económica de las mujeres, uno de los requisitos fundamentales para construir proyectos de vida emancipados y empoderados que les permitan salir de los círculos de la violencia.

Las mujeres no viven violencia debido únicamente a las masculinidades hegemónicas construidas y protegidas por la sociedad patriarcal. Esto es la punta de iceberg de una estructura social capitalista, en la que la división sexual del trabajo, permite la reproducción de la fuerza laboral que necesita, a costa de las vidas empobrecidas, subvaloradas y violentadas que permite que el capital disponga todos los días de trabajadores y trabajadoras en condiciones de emplearse. Por eso el movimiento feminista no solo es antipatriarcal, sino también anticapitalista ¿Es posible aún afirmar que la resistencia a las reformas laborales propuestas por este gobierno, se sostendrá pensando únicamente en términos del trabajo asalariado y sin la voz de las mujeres? ¿Acaso es posible calificar como “sobrevalorado”, un movimiento como el feminista, que reivindica y visibiliza el valor social de unos trabajos de cuidados, que la economía convencional, aquella en la que sostienen sus argumentos muchos militantes de izquierda, no le ha interesado en lo absoluto ni siquiera nombrar? 

Referencias:

El Universo. (2 de Junio de 2019). Más productividad y menores costos se esperan con reformas laborales en Ecuador. El Universo.

INEC. (2018). Encuesta Nacional De Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) Septiembre 2018. Quito: Instituto Nacional de Estadísticas y Censo.

INEC. (2019). Cuentas Satélite de Trabajo No Remuenrado de los Hogares 2007-2015. Quito: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

 

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