¿Cuándo se jodió Alianza País?

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Lunes 25 de Marzo de 2019

El declive hegemónico de la Revolución Ciudadana en Ecuador tuvo un hito en la pérdida electoral. En las ciudades, en los comicios locales del 23 de febrero de 2014 (23F), esta pérdida se dio poco antes del inicio de la crisis económica, producida por la baja de los precios del petróleo. El correísmo no supo leer la derrota, se encerró en las cumbres del poder y la derecha comenzó a retomar la iniciativa política.  En el 23F, Alianza País perdió las elecciones en 19 de las 20 ciudades principales del país –entre ellas Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta y Portoviejo-[1]. Esto sucedió mientras la derecha buscó recomponerse con nuevos rostros y partidos, como Creando Oportunidades (CREO) y Movimiento Sociedad Unida Más Acción (SUMA).

Uno de los factores que inciden en ese cambio en los resultados fue la tensión "centro-periferia”, que se expresa en el desfase entre el Estado Nacional y las sociedades locales, que buscan nuevas alternativas para sus ciudades. En el proyecto de modernización Estado-céntrico de Correa y Alianza Pais, las grandes reformas como la política social o la desconcentración se debían hacer solo desde el centro, sin tomar en cuenta los territorios. De esta manera no era importante comprender los ritmos, las identidades y las diferencias existentes en los territorios, ni construir propuestas a nivel local; más bien consideraban a los municipios como estorbo para su proyecto de modernización del país.

Es paradójico que esta pérdida electoral se produjera a doce meses del apabullante triunfo electoral del 2013, en donde Correa ganó las presidenciales en la primera vuelta y la lista 35 ganó las parlamentarias, logrando una mayoría de 100 parlamentarios sobre 130. Con esos triunfos, el ejecutivo pasó a controlar las cinco funciones del Estado, lo cual llevo al grupo gobernante a perder la perspectiva, cerrando los canales de diálogo y negociación con otros actores, considerados la base de la política y la construcción de hegemonia. La victoria en el parlamento llevó a imponer sus proyectos de leyes y cerrar las posibilidades de rendición de cuentas al gobierno. Igualmente, el control sobre la justicia y los organismos de control llevaron a AP a blindarse ante cualquier iniciativa de fiscalización. En suma, el control de las cinco funciones del Estado en torno al ejecutivo y la desatención a los procesos locales, llevaron a la concentración del poder en torno a un hiperpresidencialismo, concentración que se hizo a costa de perder iniciativa política.

Este proceso implicaba una tendencia clara de desdemocratización. Esta se hizo evidente con la negativa del Tribunal Electoral a la solicitud de consulta popular sobre el tema del Yasuní, para dejar el petróleo bajo tierra en la zona más sensible de la Amazonía ecuatoriana. De nada sirvieron las 700.000 firmas recogidas, ni la movilización de los jóvenes contra un gobierno pragmático que necesitaba producir más petróleo.

Se constituyó una fase en donde se profundizó la fisura entre el Estado y la sociedad civil, en tanto se fortaleció y modernizó el Estado, al mismo tiempo, este extendió su capacidad de control de la vida de los ciudadanos con más impuestos, leyes, procedimientos, regulaciones morales (como el Plan Familia) y disciplinarias que incomodaban a la población. Una expresión de esta política de control es el Decreto Nº 016 expedido por Rafael Correa, un reglamento que establecía controles económicos, tributarios y laborales a las ONGs y organizaciones sociales, bajo el pretexto de acreditar su existencia en el Registro Único de Organizaciones Sociales (SUIOS). Con este decreto perdieron la personería jurídica la ONG ecologista Pachamama, al igual que a la Unión Nacional de Educadores. Por otro lado, el gobierno y los jueces abrieron cerca de setenta procesos judiciales contra los actores de la protesta, acusando de sabotaje y terrorismo a campesinos, indígenas, educadores y estudiantes. Ante ello, las organizaciones sociales, ecologistas e indígenas retomaron las manifestaciones y la conformación de espacios de confluencia que buscaban salir de la “asfixia” del régimen.

Otro frente abierto por el gobierno fue con los medios de comunicación privados y fundaciones, que reclamaban al mismo en defensa de la libertad de expresión y de prensa. En torno a estas demandas, los medios de comunicación, las revistas digitales, sectores empresariales y grupos de derecha fueron uniéndose contra el “autoritarismo” del Estado. En ese marco, el discurso amigo-enemigo que había utilizado Correa contra los banqueros “pelucones” y la partidocracia o el ataque a los “ecologistas infantiles” fue agotándose, mientras encontraba audiencia un nuevo discurso contrahegemónico asentado en las libertades de expresión. Este aprovechó la sensibilidad democrática de la población. A esto se sumó las estrategias de la derecha, orientadas a ganar influencia en la sociedad civil, articular revistas digitales, realizar activismo en las redes sociales y ganar apoyo en los gremios empresariales.

Todo ello tiene que ver también con la crisis económica. Hacia finales del 2014 se advertía un escenario económico negativo: el alza del dólar y la baja del precio del petróleo plantean un límite serio al modelo de desarrollo impulsado por el gobierno de la Revolución Ciudadana (Acosta y Cajas, 2015). La crisis reduce el crecimiento económico, pero también abre un hoyo en la caja fiscal, lo que pone en cuestión el papel activo del Estado. Además, en un país dolarizado como Ecuador, el alza de la divisa verde hace perder la competitividad de los productos de exportación y acentúa problemas crónicos de la balanza de pagos (Acosta y Cajas, 2015). Ante esa situación, el gobierno estableció las salvaguardias para 2.000 productos de importación y envió proyectos de leyes como el de Herencias y Plusvalía para la creación de impuestos. Más allá, se buscaron recursos en los Institutos de Seguridad Social, ampliando además el endeudamiento e impulzando alianzas público-privadas que llevaron a acuerdos para la construcción de puertos y nuevas inversiones en petróleo con los grupos monopólicos nacionales e internacionales. La crisis afectó así la capacidad del Estado como principal propulsor del modelo de desarrollo, pero la firma del TLC con Europa también perjudicó a un modelo que protegía el mercado interno. Además, se demuestró que el modelo que combina extractivismo, expansión del mercado interno y redistribución fue poco sostenible. Es decir, se revelaron los límites del modelo impulsado en la década anterior, anclado precisamente en el Estado, la redistribución y la producción primario-exportadora.

En resumen, las elecciones locales del 23F constituyeron el hito en el que AP y el correísmo comenzaron a perder hegemonía.  Alli comenzó a joderse el proceso que había comenzado ocho años antes con el triunfo de Correa y la instalación de la Asamblea Constituyente. Si antes fue un proyecto de cambio, el triunfo electoral del 2013 llevó a AP a perder la perspectiva política. Encaramados en el Estado central comenzaron a perder los territorios, subordinando las funciones a los dictámenes del ejecutivo, alejándose de la sociedad civil y de las organizaciones sociales. Perdieron, en definitiva, influencia ante la derecha.  La crisis no hará otra cosa que acentuar esta situación, pues al tiempo que afirmó el perfil primario exportador de la economía, abandonando la retórica del cambio de la matriz productiva, abriéndose a nuevas alianzas con los empresarios y el capital trasnacional. Con todo ello, AP perdió las banderas que antes había enarbolado: la democracia, la redistribución, la defensa de la naturaleza, las demandas nacionalistas, la representación del pueblo y de las organizaciones sociales. Este proceso terminó por abrir el espacio para el desmantelamiento del proyecto de cambio más importante del último medio siglo en el país.

Fuentes:

[1] Varios analistas alineados con el gobierno consideraron que si bien perdían varias ciudades, a nivel nacional seguía Alianza país siendo mayoría. Pero evidentemente perder las principales ciudades era perder los bastiones fundamentales de la política. Por su parte Correa en su estrecha visión política considero que fue un error de los sectores de izquierda, que no sabían ganar elecciones. Incluso muchos de sus colaboradores más cercanos se alegraron  del fracaso de Barrera- 

Fotografía: Diario La Hora

 

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