Leonidas Iza somos todxs

leito
Miércoles 20 de Agosto de 2025

Por décadas vimos al vecino país penar los males del Narcoestado: entre las muertes por la violencia paraestatal en los sectores marginales y las desapariciones y ejecuciones a dirigentes populares, la experiencia de Colombia nos demostró de cerca que el Narcoestado representa un baño de sangre para el pueblo y la organización de la clase trabajadora.

Frente a la violencia extrema que empieza a hacerse específica sobre los cuerpos de dirigentes populares como Leonidas Iza, es importante volver a repasar algunos marcos de sentido que llevan construyéndose por varios años, pero que recién ahora empiezan a concretar sus implicaciones y consecuencias, de manera muy evidente sobre la vida de las personas y sobre la organización de la sociedad civil en defensa de la vida, los derechos y los territorios.

Primero que nada, ubicar que nos encontramos atravesando un momento histórico de convulsión extrema, en el que las fuerzas imperiales que controlan el flujo de capitales -y por lo tanto la vida misma en el planeta-, se encuentran en una disputa por la distribución de recursos a controlar. La guerra interimperialista entre los BRICS y Occidente se traduce a que los Sures nos enfrentemos a maquinarias más radicales de extracción de plusvalor, sea este humano o extrahumano. ¿De qué forma se extrae esa ganancia extra? A manera de 1. mano de obra barata, tanto en centros como en periferias; 2. minerales y petróleo baratos; 3. energía y alimentos baratos y 4.trabajos de cuidado gratuitos.

Para garantizar que la explotación de trabajo humano y extrahumano sea suficiente para poder sostener la maquinaria productiva de los Nortes, el imperialismo necesita que los Estados del Sur adopten una forma específica para el control de territorio y poblaciones. En el Ecuador, la forma de Estado que se ha ido configurando la última década resultó en un Narcoestado autoritario, que podría convertirse en un Narcoestado fascista, si así lo permitimos.

¿Por qué Narcoestado? Porque el Estado como institución, -desde el Ejecutivo hasta los sistemas de justicia y los aparatos represivos- se encuentra permeado por estructuras vinculadas a las economías ilícitas como el tráfico de drogas y sus economías derivadas como la extorsión, el tráfico de armas y personas. ¿Por qué Gobierno autoritario? Porque Daniel Noboa ha demostrado una centralización del poder desde muy temprano: con la declaración del Conflicto Armado Interno el 9 de enero de 2023, y los subsecuentes estados se excepción que lograron instaurar un despliegue y control permanente de FF.AA. y Policía Nacional con toda licencia por todo el país.

Este elemento resulta fundamental, porque permite corroborar que militarizar el territorio también abrió un mayor alcance en territorios al crimen organizado, ya que los aparatos represivos del Estado están altamente permeados por las economías ilícitas. En este segundo periodo, Noboa logró imponer 4 leyes con carácter económico urgente, mismas que atentan de forma frontal en contra los derechos más elementales, fusionando ministerios y secretarías. Adicionalmente, se impone una narrativa que, además de presuponer un ataque contra la democracia -por más burguesa que sea-, arremete de forma reiterada en contra de Leonidas Iza, el Frente Nacional Antiminero, y también la Corte Constitucional.

Así como la burguesía y el Estado han tenido su devenir en la última década, la organización popular también ha tenido su propio devenir. En el devenir de nuestra historia como organizaciones de la sociedad civil, Leonidas Iza Salazar se ha convertido en un dirigente popular, que trascendió en dos hitos continentales de la lucha popular, que son Octubre de 2019 y Junio de 2022, su liderazgo dentro del Movimiento Indígena, para convertirse en un dirigente popular de amplio alcance.

Ante el actual escenario convulso que desde el Narcoestado solo promete precariedad y muerte, la única fuerza posible de poner límites al avance perverso de la sobreexplotación contra el pueblo y la naturaleza, es la organización popular. Si en algo coincidimos los sectores populares y la burguesía, es que Leonidas Iza Salazar representa la posibilidad de construir el Poder Popular Plurinacional. Por lo tanto, atentar en contra de la legitimidad y vida del compañero Leonidas, es uno de los principales objetivos estratégicos para el poder del Estado, que ahora mismo representa también los intereses del imperialismo extractivo y de las economías ilícitas.

En este sentido, atentar en contra de Leonidas termina siendo también un atentado contra la posibilidad de organización de la sociedad civil. Es decir, el Estado ecuatoriano el pasado 18 de agosto atentó en contra de la vida de todxs. De quienes pelean por el territorio, por el agua, por la salud, por la educación, por el IESS, por las infancias, por los animales, por la cultura, por el trabajo digno, por la institucionalidad, por la vida.

El cuarto atentado en contra de la vida de Leonidas Iza, demuestra la intencionalidad de un dispositivo determinado de control social. Finalmente, los discursos de odio del capitalismo desembocan en escenarios como el actual, donde mercenarios a sueldo, en este caso “servidores públicos” -que de “servidores” solo sirven para defender a sus amos y de “públicos” solo tienen el sueldo-, atentan contra la vida de la figura más importante de la organización popular del Ecuador. Más bien se encargan de ejecutar e imponer el odio que destilan sus dueños en los panfletos mal llamados “prensa”.

Los grandes genocidas de Alemania, al momento de enfrentar sus supuestos delitos, renegaban su responsabilidad con el único argumento de “cumplir órdenes”. Y así, cualquier asesino a sueldo toma la justicia en sus propias manos, ejecutando un mandato que ya le fue encomendado en términos institucionales -orden del Estado- como sociales -discursos de odio-, sin importar si pertenece a fuerzas represivas regulares o irregulares.

Los discursos de odio son efectivos para el poder político del Estado, porque generalizan en la opinión pública sus propios argumentos: así y solo así, alguien que en el sentido más literal se está muriendo del hambre, termina defendiendo a un narco-bananero que es personalmente responsable de que lo exploten. Aquí el dilema del pobre de derecha. El odio a la propia clase se instituye de tal forma que la persona común termina defendiendo un exterminio social que se dirige contra si mismo.

La prensa corporativa, la vanguardia mediática de la reacción -un elemento central en sostener el poder-, le lava las manos a un acto de terrorismo de Estado, hasta llegar al punto de defenderlo, legitimarlo e incluso exigirlo. “El terrorista Iza secuestró a tres policías”, termina resonando en la opiniología digital. No cabe duda de que la normalización, la tergiversación y la relativización de los hechos materiales resulta ser una constante en medio de la cortina de humo que termina siendo el “Nuevo” Ecuador. Si Correa y compañía instauraron el marketing político como instrumento de control social y Bukele lo profesionalizó, Noboa terminó por perfeccionarlo.

La inmundicia humana que representa la clase política en su totalidad, y se refleja también en la relación de fuerzas entre las clases: el empresario es venerado por explotar a la inmensa mayoría de la clase trabajadora, calificada como plebe infrahumana a esclavizar, mientras nuestros líderes y lideresas populares son criminalizados, denigrados e incluso asesinados, bajo el expreso mandato de un Narcoestado y una inmensa mayoría que lo aplaude.

En medio del claroscurso del momento histórico en el que el no-futuro es hegemónico, profesado por un empresario megalómano con tintes napoleónicos, el infame acto del cuarto atentado contra la vida del dirigente popular de mayor trascendencia y firmeza en la historia contemporánea del Ecuador, demuestra lo siguiente: un Estado burgués, por más narco que pueda ser o mayor convencimiento tenga de manejar un país entero como su hacienda, le sigue temiendo a una clase organizada y digna, que se encuentre a la altura de enfrentarse cara a cara con el explotador, sin los complejos coloniales que aquejan a la gente de “bien”, y eso sí, bien blanqueada.

Que la clase explotadora lo sepa: tras el compañero Leonidas Iza, se encuentra un pueblo entero, dispuesto a defenderlo con uñas y dientes. Leonidas Iza no está solo porque ha sabido defender con dignidad la causa justa y el proyecto histórico de la clase trabajadora: una sociedad de justicia, una sociedad bonita.

Leonidas Iza tiene un poncho antibalas que se llama pueblo. Resistimos.

 

 

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